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#NoVotarOVotar: El voto y los poderes salvajes

- Por: helagone

El 7 de junio se acerca peligrosamente. Para algunos es la fecha en que el sistema político recibirá nuestra merecida indiferencia, para otros es de nuevo la oportunidad de ejercer un derecho que no podemos darnos el lujo de perder. No Votar o Votar, cada ciudadano tiene una postura, o debiera tenerla. Frente a la gesta electoral y todos sus vicios, NoFM mantiene una postura crítica y asume su responsabilidad como medio de comunicación para mostrar parte del sentir de la sociedad que se cuestiona el funcionamiento de nuestro sistema partidista. Por ello, del 20 de abril al 5 de junio, publicaremos una columna diaria con la postura de distintos ciudadanos. No Votar O Votar, lo invitamos a participar en este debate.

El voto y los poderes salvajes

Por Diego Castañeda

@DiegoCastaneda

 
La pregunta ¿se debe votar o no votar? no es nueva en México, de hecho ni siquiera es reciente. Durante los últimos diez años bajo distintos escenarios, en distintas circunstancias esta ha aparecido ya sea invitando a la anulación del voto o completamente a no ejercerlo. Para mí la respuesta es muy sencilla, se debe votar.
Vivimos en una democracia liberal, al menos lo hacemos nominalmente y como tal el voto es el mecanismo de representación por excelencia. Claro que la clase política en México ha fallado en representar a sus electores; no obstante el voto es la palanca por la cual se decide quién decide, la democracia es más que una mera palanca, no es en mi opinión solo un procedimiento como la describió Bobbio, es algo más que un triste botón que se presiona para decidir quién puede decidir.
¿Entonces por qué votar? ¿Cómo votar si no hay representatividad? Si el mecanismo está roto y se sostiene en ideas huecas que parecen producir convenciones igualmente huecas. La respuesta tiene una dosis de pragmatismo pero también en espíritu sigue lo que algunos llamamos liberalismo igualitario.
La democracia particularmente la que es de corte liberal tiene un papel muy importante, mayor aun al de la representatividad o la de la toma de decisiones. La democracia liberal tiene el papel de domar los poderes salvajes de la sociedad. Estos poderes tienen muchos rostros, me centraré en los dos más representativos, el Estado hobbiano que restringe y reprime las libertades individuales bajo el argumento de la paz social o un mercado desregulado y rapaz que fija en precios el acceso a todo, incluso a los derechos. Estos poderes salvajes no son otros que el leviatán y la mano invisible.
En este país donde el estado de derecho muchas veces no existe, o peor aún lo hace de forma selectiva, el voto es una herramienta para domar estos poderes. Por conducto del voto se controla la configuración de la cámara de diputados, donde se decide el presupuesto con que el Estado puede actuar, el voto al final asigna recursos. Ese mismo voto también decide quienes proponen y pasan las leyes que nos rigen y por lo tanto quienes habrán de regularnos, el voto al final de un largo camino también dicta leyes.
No votar en cualquiera de sus presentaciones y por más validas que sean sus razones, sólo tiene el efecto inmediato de sobrerepresentar a los partidos políticos, de darles más peso en la cámara y por lo tanto de darle a algunos más poder para asignar recursos y regular la vida pública. El no votar aunque parta de la motivación de la falta de representatividad y del hartazgo, termina por liberar aún más estos poderes salvajes, no de encadenarlos.
En México tenemos poco tiempo experimentando con la democracia liberal, de hecho sería válido decir que seguramente aún no somos democráticos, apenas tenemos esbozos de serlo. Votar y más aún votar masivamente es la única manera en el corto plazo de intentar formar pesos y contrapesos reales, de tener rendición de cuentas, que a su vez es una condición necesaria de la vida democrática y más aún de la división de poderes y por lo tanto de la vida republicana.
Si queremos una sociedad más justa e igualitaria necesitamos regresarle lo político a la política, acabar con los consensos y favorecer el disenso y la deliberación. No hay pericia sin práctica, el voto es un requisito necesario si bien no suficiente para que las voces del disenso sean las más y la deliberación sea constante.
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Diego Castañeda Garza (Saltillo, Coahuila, 1984). Economista. Escribe de temas de desarrollo y crecimiento económico. Le gusta la filosofía y la ciencia, pero más que nada, la ciencia ficción.