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#PecesSueltos presenta: Arthur Russell

- Por: helagone

A Loose-Fish is fair game for anybody who can soonest catch it.” Moby Dick

Si la música se parece al mar, y lo habitamos todos, hay especies raras, que se ven poco y extraña vez son capturadas. Aquí surcamos las olas para hacerlos más evidentes.

Arthur Russell

Por Benjamín E. Morales
@tuministro
¿En qué diablos piensa la gente? ¿Qué se oculta tras la mirada del que está frente a tí? ¿Qué diablos piensa la gente? Si aceptamos que no hay respuesta, tal vez el mundo no existe, y la carretera hacia la locura se acorta dramaticamente. Mejor no pensar en eso. Asumir que la vida es encontrar globos de muchos colores orbitando a nuestro alrededor. Pensar que valen simplemente por sus ligeros tonos, y que si tratáramos de ver qué es lo que los hace tan vistosos pues tendríamos que reventarlos para no encontrar respuesta, sólo aire. ¿Qué diablos es la gente? ¿Por qué es tan complicado asumirlas? ¿Por qué Arthur Russell fue y no lo es más y en qué pensaba? No queremos saber, nunca.
Si pensamos que la radicalidad es subirse a un escenario con una podadora desnudo para masacrar a una pobre gallina, tal vez no estamos entendiendo la verdadero espíritu destructivo que permea a la simplicidad. Por ejemplo, podemos decir que se puede saltar del Disco al Minimalismo con facilidad, que la música no es amable por ser bella, que las caras ocultan tragedias. Por ejemplo. Podemos decirlo. También podemos decir que Russell, o su problema, nos enfrenta con una de las posiciones más contrahechas que jamás conociéramos. Por ejemplo.
Nacido en el 21 de mayo de 1951, el músico pronto se insertó en la escena avant garde de los Estados Unidos. De primera mano decimos que trata de formarse como músico clásico. Compone y se forma como cellista en la ciudad de Nueva York. Sus relaciones con grandes del periodo se intensifican. Está a un paso del estrellato internacional. Su música pronto recorrerá las salas de concierto. Sin embargo se queda a un paso. Sus amigos dicen que nunca lograba terminar nada, que no tenía la personalidad para dejar ir nada. Que su obra es el rechazo de la misma. Trabajos como Instrumentals o Tower of Meaning quedan como evidencia de esta primera vocación.


Pero a Russell le gusta bailar. Y vive en la ciudad y en el momento en que el baile lo es todo. Una noche sale de fiesta, y la fiesta se convierte en su vida. El Punk y el Disco es el ritmo que su cuerpo quiere perseguir. Forma bandas que abandona rápidamente, apadrina a músicos con los que trabajaría por breves periodos. Persigue con voracidad sin encontrar el platillo que logre convencer a su corazón sin demasiado éxito. Produce música para las pistas llenas de luz. El mundo era maravilloso esas noches. No había nada que comprender, los pies lo explicaban todo.
The Flaying Hearts, The Neccesaries, Dinosaur, Loose Joints, entre tantos otros, son algunos de sus esfuerzos para llevar a la cinta lo que escucha todas las noches en sus clubes preferidos. Produce, compone y toca, pero nunca tiene éxito, sin embargo sigue. ¿Qué sería de un bailarín que abandona la pista?


https://www.youtube.com/watch?v=8_LO4QIs-30


Los setenta le pasan factura. Russell despierta una mañana. Ha contraído un virus del que poco se sabe. VIH. La fiesta no ha terminado. Simplemente se ha recogido a lugares menos oscuros, ahora celebramos cada mañana como un nuevo logro. La música no para. Sólo vuelve a cambiar. Regresamos al inicio. Tal vez ésta sea la época más celebrada en el trabajo de Arthur Russell, desde las colaboraciones con su gran amigo Allen Ginsberg hasta el maravilloso World of Echo de 1986, su único disco terminado y también su trabajo más aplaudido. El cello regresa, la experimentación eléctrica se convierte en la espina dorsal de conseguir el sonido de la sobrevivencia, las letras explotan. Ahora que la muerte viene el trabajo es verla venir y hablarle de las cosas que extrañaremos.


A los 40 años, en 1992, el cantante se desvanece. Su muerte es poco anunciada. Sus canciones son poco recordadas. En los últimos años se ha mantenido alejado de todo. Concentrado en sus extrañas grabaciones. Tras su deceso se calcula que deja cientos de cintas sin terminar. Nuevamente sus amigos se miran los unos a los otros; Arthur nunca fue capaz de terminar nada. No hay monumentos. No hay primeras planas. Se va uno más, a quién podría importarle. Tal vez a algunos cuantos, y como sabemos, esos cuantos siempre hacen la diferencia.
Poco a poco la voz de Russell toma impulso entre ciertos grupos. Se reeditan algunos discos. Las recopilaciones no se dejan esperar. Another Thought de 1994 recoge algunas de las canciones en las que trabajaba el compositor, y se vuelve obra de consulta para cualquier músico Indie que trate de hacer algo diferente, verdaderamente radical. El rechazo a la obra y sus aristas poco a poco se convierte en discurso de toda una generación. Algunos, cada vez más, comienzan a admirar la poca puntería del sentido común.



Y así termina la historia. Algunos flotan más que otros. A veces escuchamos el arco de Arthur Russell rebotando contra las cuerdas de su cello y se nos pone la piel de gallina. ¿En qué está pensando justo en esos momentos, mientras le susurra al micrófono? Tal vez en que está muerto. Desde ese momento. Desde que nació. O puede ser que esté pensando en algun amor, o en lo que comió por la mañana. ¿En qué piensan todos? Mejor no saber. Seguir flotando. Conformarnos con los colores y la liviandad. Hasta que el aire nos abandone poco a poco. Ojalá que sea cantando.
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