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Postal 30. Los cómplices de Eros

- Por: helagone

Por Erika Arroyo
@WooWooRancher
Como por acto reflejo, los vasos se levantan dirigiéndose al rostro después de un ligero brindis. El líquido amarillento con el que celebran su unión baja levemente de nivel dejando que se asomen los hielos, cuadrados y brillantes.
El fotógrafo hace su labor de capturar los mejores momentos, o los peores, según sea el caso-, de dejar testimonio para que a nadie se le olvide lo que pasó, de deslumbrar con su flash para ablandar la resistencia a convertirse en imagen.
Al fondo, un conjunto musical ofrece ritmos bailables. En la mesa de los novios, dos miradas infinitas se cruzan muy levemente, los dientes apenas se muestran en sonrisas temblorosas que desembocan en besos desviados hacia la nariz y gestos incomprensibles que los aíslan del resto de la fiesta y del mundo. Ser uno de ellos es la única forma de acceder al universo semántico de los cómplices de Eros.


Alrededor, la gente observa. Se encarga de confirmar su idea de la felicidad. Unas señoras dibujan imaginariamente una línea curva en sus labios como fraguando una logia en torno a la alegría. No pierden oportunidad ante cada giro en el vals para repetirse a sí mismas intentando instruirla sobre cómo mostrar emoción.
Todo esto es tan hermoso que es horrible.

En la crema flota un crutón que se mueve con la agilidad de algún sobreviviente a un hundimiento.
El codo hace las veces de tripié para un rostro largo que ocasionalmente mira el intacto esmalte de las uñas. La argolla es empujada por el pulgar para jugar con ella en el anular como un hula hula. Está ahí como constancia de que irremediablemente, eso que resplandece perfectamente pulido será ennegrecido por el tiempo.


Un spot indica el lugar al que deberá llegar para dar unas palabras con los invitados, de los cuales, el ochenta por ciento, son absolutamente desconocidos para ella.
I Have Love – Danielle de Picciotto
[audio:http://nofm-radio.com/podcast/06_I_Have_Love.mp3]
-Pudiste decir algo más que sólo “gracias por venir”.
-Estaba tan nerviosa que olvidé todo.
-Vamos a saludar al director del hospital, vino con su familia.


Un tío borracho incursiona como maestro de ceremonias interrumpiendo por algunos minutos un rock and roll al que atienden sólo dos parejas. Invita a todos a iniciar el décimo quinto brindis por los novios, su mujer, una señora satinada hasta el cuello, lo toma del brazo y acariciándole el rostro como a un niño, lo lleva hasta su mesa.
Para contrarrestar el incómodo momento, el novio levanta su copa y da un trago. Intenta romper con la escena congelada, tomando a su recién esposa de la mano y le pide al conjunto que toque cualquier canción. La pareja baila mirándose muy poco.

“Respira hondo”, se dice a sí misma en voz baja.
Un calor inexplicable en la nuca y una presión en el pecho. La música está tan fuerte que nadie más que ella puede oírse diciéndose a sí misma frases desarticuladas.
Tantas palabras danzando en su boca como mentas para contrarrestar un mal sabor.

La Dispute- The Brian Jonestown Massacre
[audio:http://nofm-radio.com/podcast/11_La_dispute.mp3]
Un trío de meseros empujan con dificultad el pastel, otro se acerca y le ofrece el cuchillo e inmediatamente él se acerca para cortar la primera rebanada juntos. Le da un beso en la frente y la toma de una mano.
“¿Estás bien? Estás helada”, le dice con preocupación.
Sus ojos aceitunados permanecen abiertos casi sin parpadear. Camina casi como por inercia rumbo a la escultura circular de crema pastelera.
“¿Alguna vez has visto en el quirófano cómo separan a los siameses?”
“No, amor, hasta ahora no me ha tocado un caso así”, le susurra al oído.
“Toma tú el cuchillo y prueba ahora”, con una sonrisa franca y un beso en la mejilla, se quita los pasadores dejando caer su cabello mientras camina hacia la puerta ante la mirada atónita de él y ese porcentaje de anónimos invitados.