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#NationalGeograffiti 11: El futuro es milenario, un graffiti nacional para antes de dar el Grito

- Por: helagone

Por Christopher Nilton Arredondo
@niltopher
Déjame, criaturita, que te cuente que cuando México cumplió doscientos años de independencia, el gobierno quiso hacer una celebración inolvidable. Cierto que la patria suele ofrecer poco para celebrar, pero muchos esperábamos emocionados un respiro de diversión y júbilo entre todo el aroma a sangre e inseguridad. ¡Ah!, es que has de saber que al presidente que había entonces (uno al que le decían “Fecal”) se le ocurrió soltar al ejército por las calles del país sin una orden precisa más que la de combatir al narco, declarando así la guerra al crimen organizado. Pero pa’ mí que esa movida fue una farsa al estilo de los emperadores romanos, que para legitimar sus fraudulentas llegadas al poder, inventaban enemigos y se iban a hacer campañas militares a territorios lejanos.
En ese entonces, la SEP, que estaba dirigida por Alonso Lujambio, armó una comisión para los festejos del bicentenario (no Vicente Nario, sino doscientos años: bi, de dos y centenario, de cien). Aparte del fiestón, querían hacer una pieza musical oficial que acompañara todo el evento en el Zócalo, incluyendo los tradicionales fuegos artificiales. Ese tema musical, contrario a lo que pudieras pensar, no se le encargó a un músico “clásico”, de esos que componen para orquestas chipocles, sino que se lo dieron a unos rock-poperos rasca tripas, de guitarras eléctricas y tecladitos. Una decisión como la del Frente Liberal Estatista Lista Azul en el número “La Comisión”, de Les Luthiers. Peor aún: uno de ellos ni rockero era, según los que le saben a eso. Era un güey que de niño salía en Chiquilladas,  un programa cómico de puros morritos. La verdad, ese vato jamás me hizo reír, pero luego se volvió muy famoso como cantante y las televisoras lo tenían en muy buena estima. El otro güey gozaba de prestigio underground, y tenía fama de compositor rupestre, con una estética feísta (es decir, que suena culero pero a propósito, entonces está chido) y sus rolas hablaban de la ciudad, de la vida cotidiana y del amor, pero lo hacían con cinismo, con humor y con crítica. Hasta ahí todo bien, ¿no?

Pues que Lujambio presenta la rola un mes antes del festejo. ¡Y no le gustó a nadie! Que estaba muy fresa, que era una lamida de huevos al gobierno y que shalalá (así decía el coro). Y que los linchan… en las redes sociales, no te espantes. La verdad, la rola mal hecha no está, pero sonaba algo gringa, con un beat muy techno-dance. De mexicano, eso sí, tenía una melodía alegre que entra en anacrusa en un compás binario de subdivisión ternaria (que suena: ta/Tátata-Tátata/Tátata-Tátata), y un violín como de son huasteco muy bonito. Pero la letra sí estaba pa’l perro: uno esperaría que el rupestre se echara unas líricas chidas, sobre todo en esos tiempos en los que el presidente andaba ebrio. Ebrio de poder y sangre (mira que soltar al ejército a hacerla de policía, ¡no mames!). Pero en lugar de eso, la letra estaba bien plana, bien superflua: que nacimos para cantar, que México es puro amor; mamadas así. Y las rimas, hartas inflexiones verbales: “la plaza se está llen-ando/ lo bueno está comenz-ando/”, “a todo d-ar/ un ritmo pa’ festej-ar” y así.
La banda mentó madres hasta que el de Chiquilladas cerró temporalmente su cuenta de Twitter, y un vato de apellido Alcudia, que era no sé qué de Comunicación Social de la SEP, salió a desmentir a su jefe, diciendo que en realidad no había tema oficial del bicentenario y que esa era una rolilla más para la celebración. Una celebración que costó 580 millones de pesos más IVA, según algunos medios. ¡Hasta hubo una acusación de amiguismo! Que el director musical de la comisión, un güey de apellido Lara, era muy amigo del Chiquilladas, y que por eso le encomendaron la pieza de la cual, ahorita, nadie se acuerda. Digo, al menos Don Porfirio nos dejó una Nike en Reforma que no se nos olvida, ni cuando hay marcha, ni cuando gana la Selección.
A propósito, después del bicentenario, por ahí del 2015, la disquera Urtext (que tiene el catálogo más importante de música mexicana de concierto en nuestro país) sacó a la venta una aplicación interactiva multiplataforma, interesante tanto para melómanos como para estudiantes de música, con la que puedes desmenuzar las secciones de una orquesta en acción. Con ella puedes ver paso a paso la interpretación el Concierto para Arpa, Flauta y Orquesta, del mexicano Samuel Zyman, uno de los muchos compositores académicos vigentes que, a lo mejor, habría aceptado que la SEP le pidiera componer un tema para el bicentenario.