El Foro Cimientos está casi tan lleno como el cartel del festival. Un montón de gente que no se distingue si es medio, banda, invitado, voluntario, palero o gorrón se va acomodando entre las butacas y, algunos más listos, cerca de la cerveza. La conferencia de prensa comienza con los generales de siempre: 14 y 15 de noviembre en el Kilómetro 11.7 de la Picacho-Ajusco, 92 bandas de 11 países, una guerra de bandas en vivo, otros tantos Dj’s, todo repartido en cuatro escenarios. Hasta ahí todo “normal”. Después viene el cine, el anuncio de documentales cortesía de Phonocinema, y seguimos en los estándares comunes. Sí son muchas bandas; sí, no es el centro de la ciudad, pero entra en lo que conocemos como un festival de la escena independiente mexicana.
Después surgen la comida, la bebida, y las cosas empiezan a variar: la oferta irá desde foodtrucks, hasta quecas y sopa de hongos de los negocios locales. Dos cerveceras artesanales se echarán el boleto de organizar simultáneamente en el festival su November fest, habrá zona para acampar y, para quien lo necesite y porque el Ajusco lo inspira, una zona zen que tendrá masajes y clases de yoga. Para los más aventados (y para las bandas con rencillas acumuladas) habrá bubble soccer. Para los más aventados aún, habrá 2×1 si llegan en bici. Y para el resto unos $100 pesos gratis de Uber.
De pronto, de la nada sale Marc Monster de Agrupación Cariño, casi para la sesión de preguntas y respuestas. Entonces surge la esencia de Festival Ajusco: se trata de crear comunidad. El festival, ya lo había dicho Alejandro, funciona como una interface para que que bandas, negocios, marcas y sociedad civil entren en contacto. La música ya no se trata sólo de tocar, sino de construir redes. Marc insiste, es una comunidad que pide el trabajo de todos, y los organizadores del Ajusco no tienen miedo de exigirlo: los medios deben difundir, las bandas promocionar, ayudar en la venta de boletos, pagar la entrada de la tía, la novia, el padrino. Porque por ello no hay un headliner, porque se apuesta a las bandas emergentes, porque la escena independiente se trata de la colectividad, pero también de mucho trabajo conjunto, no de colgarse del trabajo de otros, porque el trabajo de hoy no es para los que están sino para los que vienen.
El Festival Ajusco llega a su cuarta emisión. Las felicitaciones y agradecimientos se escuchan desde el público, que igual agarra el micrófono para una pregunta que para presentarse como banda o como colectivo o como plataforma musical o como foro o como otra cosa que se dará cita a mediados de noviembre.
Los boletos sigue a precio de preventa: $200 por día o una abono de $350. El festival más barato de México, presumen los organizadores como cicatriz de guerra, porque sólo quieren mantener el show, porque qué hueva volver a ver a Sting, y porque hay que enseñarle al público a valorar el trabajo de una banda nueva.
No se pierdan el Festival Ajusco 2015. Échenle un ojo al cartel, horarios y puntos de venta de boletos aquí. Y estén al pendiente que NoFM regalará boletos para que vaya al picnic cultural.
Y para quienes tachen de hippies a los del Ajusco, ahí bajita la mano consiguieron el streaming en vivo de a grapa en la conferencia de prensa.