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National Geograffiti 14: Esteban Alderete en el “Hospital de México”

- Por: helagone

Por Chrispopher Nilton Arredondo
@niltopher
Se presentó el viernes 4 de septiembre El Hospital de México, nuevo proyecto de Esteban Alderete, dentro del Festival Intersecciones de Radio UNAM que, como su nombre lo indica, intenta proyectar (a través de conciertos de entrada libre en la Sala Julián Carrillo) propuestas musicales recientes que tengan como característica la fusión de géneros diversos.
El concierto, que pudo escucharse por la sintonía de FM de Radio UNAM, arrancó con una pieza en un compás ternario, ejecutada por guitarras y voz; casi música de vaqueros, casi blues y casi folk. La melodía, que trae sensaciones escasamente alegres, es posible que esté basada en una escala menor (quizá, dicho intuitivamente por la evocación que Alderete hace de los géneros ya mencionados, se trate de una pentatónica menor).
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La letra, expresada con abundante referencialidad, habla sobre un tema interesante para una charla filosófica: vida eterna, o al menos un intento de perpetuarla. “Cuerpo de metal/Vida artifical/Ahora nunca vo’a morir”, dice el estribillo, acompañado por un rasgueo que hace, de principio a fin, las mismas figuras rítmicas en una especie de basso ostinato.
Prácticamente, la primera pieza englobó el sabor general de todo el concierto en el complejo de la colonia del Valle: piezas “rupestres”, basadas exclusivamente en guitarra (rasgueada o punteada), que acompañaba con la monotonía de una frase rítmica, la voz dolorida de Alderete. Esa voz, de una a otra pieza, cantaba sobre temas fácilmente vinculables con la vida urbana, expresados en frases cortas que, a veces, sugieren la reflexión filosófica (a lo largo de una hora escuchamos canciones sobre vida eterna, la narración sobre un “perseguido por la ley” y los hipotéticos pensamientos de un paciente internado en el Hospital Ángeles).
Cuando hablé de Soledad, compartí mi interés por el uso que el dueto hacía de una división rítmica distinta a los 4/4 en una de las piezas del último disco. Lo mismo ocurre con El Hospital de México; al menos dos piezas estaban basadas en compás ternario, la primera ágil y con un constante rasgueo, la segunda lenta y acompañada por punteo. En ambas letras, la presencia de tecnología; en una extiende la vida y en otra sólo es capaz de monitorearla (“pantalla maldita es el ritmo cardiaco/se reduce se reduce”).
La última pieza antes del encore destacó por su agilidad y por sus acordes más alegres, presumiblemente mayores. Perfecto contraste con una letra burda y funesta: “El más horrible violador/suelto en la Condesa/El más horrible criminal/suelto en Xochimilco/…todos a correr”. La urbanidad y las referencias de la ciudad de México son constantes en este nuevo proyecto; “yo vivo en las orillas del Viaducto… de ahí salen las canciones”, comenta el mismo Alderete al final del concierto.
del valle
El Hospital de México comparte rasgos estéticos con Soledad, el otro proyecto de Alderete; se parecen en las melodías opacas y en los ritmos iterativos; se parecen en la parquedad de los recursos en escena (en Soledad, Alderete usa percusiones, en El Hospital no); particularmente, se parecen en la expresión de las dolencias a través de la voz de lamento del Alderete del último disco de Soledad, Enfermedad.
Con estas señas, podemos resumir en algunas características generales la obra musical de Esteban Alderete hasta ahora, como una ficha bibliográfica a revisar cada vez que el habitante de Viaducto salga con un nuevo proyecto: nos ha mostrado ya un gusto por sacar de recursos mínimos la mayor expresividad posible; también un gusto por los ritmos iterativos que no siempre se encasillan en el clásico 4/4 del rock-pop más abundante. Melodías “tristes”, vinculadas quizá a tonalidades menores, sobre las que escribe letras que expresan carencias, tristezas, temores y malestares.
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Por otro lado, escuchar a El Hospital de México no fue muy distinto de escuchar a Soledad, lo cual resulta un tanto decepcionante cuando se tiene lo multifacético como un rasgo deseable para todo artista. Alderete puede llegar a cansar rápidamente a un auditorio, a pesar de los detalles interesantes como sus variedades rítmicas o sus progresiones de acordes. Convendrá quizá, esperar a que Esteban Alderete salga de cuidado intensivo para ver qué más puede ofrecer a un público que está esperando siempre lo que sigue.