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Postal 54. Un punto de reunión para estirar las noches

- Por: helagone

Por Erika Arroyo
@WooWooRancher
Postal54Vuelta

“Apartamentos de lujo, muy modernos”. La recomendación de un mesero es siempre más convincente cuando se ofrece a manera de secreto, como si lo hubiese atesorado por siglos y el menú y los cubiertos fuesen espías a esquivar. “Tiene césped y sillas de playa y un entorno agradable…familiar y todavía no tan caro como los otros… Si dice que va de mi parte quizá le hacen un descuento”. En una servilleta con un cerdito anota con bolígrafo negro un garabato con la satisfacción de quien ofrece un autógrafo. El ventilador acompaña los sonidos de la cafetería y se lleva el humo del cigarro que yace junto a un sándwich.


Del otro lado del Boulevard pasan algunos Cadillacs con parejas que sonríen mostrando los dientes y descapotables con lanchas engarzadas. Burger lunge, Spaghetti lounge, Pool Bar anuncios luminosos que permanecen dormidos durante el día y reciben olas de turistas trasnochados con camisas de seda y vestidos que parecen cortinas y que se han pegado a sus cuerpos como otra piel.


El lugar perfecto, dicen algunos. Diversión como nunca. Inversionistas con lentes oscuros van y vienen, secándose el sudor con sus billetes y frontándose las manos con aires de modernidad.

Entre palmeras se esconden los fantasmas de las tropas que se entrenaron en las playas de Miami Beach tan solo unos años antes, hoy refugios para broncearse esculturalmente el cuerpo.

Una mujer con un faldón rasgado mueve sus caderas frenéticamente en la cabecita de Juan mientras escucha anécdotas de los fiestones en el Island Night, un club localizado en Overtown donde gente de las Bahamas ha encontrado su punto de reunión para estirar las noches.


Grandes pilares de hormigón anuncian novedosos resorts, filas de obreros y albañiles cavan el corazón de las playas, donde se han ido sembrando las semillas de una escena musical sin precedentes con tantos matices como colores. Un jamming cultural. My-YAM-ah.


Daiquirís, piñas coladas, coctelería vasta para saciar la sed de todos y de nadie. Miami, ese lugar no sabe que en una década será la meca de la cocaína, está viendo brotar entre asfalto y palmeras a junkies y prostitutas que siguen a la deriva en las sombras de las autopistas.