Para comprender la coreografía del momento, es necesario conocer a sus participantes. Por lo mismo presentamos el #CuestionarioNoFM, un vehículo para acercarnos de otra manera a los protagonistas que con su trabajo están marcando el ritmo con el cual se está bailando.
Alejandra España
@ale.espana
Alejandra España, Ale ya en confianza, se estrenó en la ahora Ciudad de México en 1982. Se formó en las artes plásticas por las que se ha paseado a su gusto, desde la escultura monumental y la cerámica, hasta la pintura y la ilustración. Y en escuelas como La Esmeralda y la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona.
Obsesionada con los objetos, los propios y los ajenos, todo su trabajo se mueve entre lo orgánico, las abigarradas construcciones de la mente humana, el espacio público y los sentimientos personales. Ha sido becaria de varias instituciones, así como realizado residencias artísticas y exposiciones en Francia, Canadá y Barcelona, entre otros tantos lugares. Actualmente, desarrolla una serie de libros objeto, que son casi imposibles de reproducir, pero también serán muy fáciles de atesorar.
Con una sensibilidad única, Ale permite el paseo de la vista, entre los tonos y las luces, en búsqueda constante de una nueva rama, un nuevo trayecto; un hambre tan presumible mantiene nuestra atención despierta y el corazón contento siempre: www.alejandraespana.com.
1. ¿Qué nos puedes decir de tus abuelos?
A mi abuelo materno, Emilio, lo conocí muy poco, a los 3 años. Recuerdo que enfermó de cáncer y le ofrecía ser su bastón. Lo aceptó. Un mes después falleció. A mi abuela María Elena la recuerdo hablando de Diosito e intentando enseñarme el padre nuestro, mientras recitaba yo sólo podía pensar en diosito como un enorme oso panda dotado de capa que flotaba por los cielos. Quién diría que años después esa imagen se convertiría en mi primera serigrafía.
A mis abuelos paternos lamentablemente no los conocí. Pero cuando pienso en ellos, trato de imaginar todo lo que tuvo que pasar para que en sus respectivas realidades se dieran las circunstancias para que nacieran. Vivieron varias guerras: la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil Española y tuvieron la fortaleza de huir de ésta última cruzando los Pirineos a pie. Mi bisabuela Antonia con 3 de sus 7 pequeños nietos, entre ellos mi padre, los cruzarían para encontrarse a mis abuelos Francisco y Consuelo que ya habían cruzado a Francia, ellos llevaban a los hijos mayores. De ahí esperarían en un campo de trabajo 2 años más antes de huir en barco rumbo a América. Mi abuelo era comunista, muy culto y dueño de la única librería de su pueblo Marbella, desde donde difundía la literatura y, según los relatos, prefería hablar de poesía y política antes que vender libros.
De este lado del mundo, mis abuelos maternos vivían en una convulsionada región del norte durante la Revolución Mexicana, él de Durango, ella de Chihuahua. Cuántas casualidades, oportunidades, pequeños encuentros fortuitos dieron lugar para que se conocieran los abuelos de los abuelos, ¿quiénes eran, qué pensaban, cómo lucían? Luego todo lo que tuvo que ocurrir para que nacieran los abuelos, que sobrevivieran las adversidades de sus momentos históricos y que finalmente nacieran sus hijos, que dieron origen a mis padres. Uff. Los ancestros me inquietan un poco. Pero me parecen fascinantes. Me gustaría saber más de ellos…
2. ¿Qué nos puedes decir de tus padres?
A mi madre la admiro profundamente. Ella se ha formado de pies a cabeza y ha construido a su alrededor un mundo lleno de amor, conocimiento y franqueza que me enriquece día con día. Siempre me apoya en mis empresas con el mismo entusiasmo y ahínco con los que me cuestiona. Nos llevamos muy bien. Ella nació en Sonora y de niña soñaba con venir a la Ciudad de México donde las mujeres iban a la universidad. Gracias a su trabajo como investigadora en psicología, viaja mucho dando conferencias por el mundo y esto ha sido maravilloso pues hemos viajado juntas a lo largo de toda mi vida por lugares extraordinarios.
Mi papá nació en Marbella, Andalucía. Él enfermó y murió cuando yo tenía 9 años. Como refugiados, mi padre, mis abuelos y mis tíos, antes de llegar a México a la edad de 17 años, llegaron en barco a Santo Domingo, República Dominicana, donde contrajeron malaria más de una vez. La memoria de esta enfermedad afectó el cerebro de mi papá e hizo que muriera antes de tiempo. Se dedicó a la publicidad, puso con mi tío uno de los primeros negocios de serigrafía en la Ciudad de México y se dedicó a la pintura, la fotografía y al dibujo. Lo recuerdo y vinculo con la espesura de la naturaleza, quizá por sus paisajes. Así que su figura es más bien una combinación de sueños, destellos reconstruidos en mi memoria a través de fotografías, remotos recuerdos y relatos. Pero puedo aprender de lo que dejó: su poesía, sus libros, su pintura. Lo recuerdo meditando, sentado a la luz de ese sol de la infancia, llena de preguntas:
– ¿Qué haces?
– Medito…
– ¿Qué es eso?
– Poner la mente en blanco.
– ¿Cómo, ves todo blanco?
– Cierra los ojos, e intenta no pensar en nada.
– No puedo, veo todo negro.