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Radiación ultravioleta 4. Movimientos y monumentos I: Sombras luminosas

- Por: helagone

Por Cuauhtémoc Camilo
@cuate_moc

…ese sol que está por salir en el cielo de la historia.
Walter Benjamin, Tesis sobre la historia, IV.

 
Los encuentros y desencuentros de la #24A con otros movimientos sociales confluyen en la avenida de la Historia. El impulso de salir y tomar esa avenida mediante una (o muchas) marcha(s) tiene un largo antecedente que colinda con los desfiles, la milicia, la procesión, los carnavales y las ciudades modernas a partir del siglo XIX. Pero también, una buena parte de esa historia corresponde con los archivos que la episteme moderna ha llamado Espacio Público –en todas sus variantes y cancelaciones. En efecto, la historia del espacio público y de la convivencia popular está ligada a la calle y a una cierta concepción temporal.
Por ello, cuando se piensa en la historia contemporánea de los asuntos públicos, tales como la conquista de los derechos laborales o el deploro social generalizado, la ocupación de espacios y vías de paso (huelgas o toma de instalaciones), así como el desplazamiento de la población a instancias de gobierno, monumentos históricos o avenidas principales (marchas) ha sido, por excelencia, la estrategia y dispositivo de atención social.
Los movimientos sociales han impactado a tal punto que manifestaciones como las del 68 en distintas ciudades del mundo o la del 8 de marzo de 1857 en Nueva York, que posiblemente de lugar al día internacional de la mujer; son hitos históricos y referentes obligados a nivel político, personal, formativo, etcétera. Pero a pesar de este hecho, y contra todo pronóstico, aún hay quien se olvida de que toda marcha se despliega sobre un espacio virtual, multidimensional y no solo sobre el asfalto.
Para muestra otra marcha, una en las antípodas de la #24A. El primero de mayo, en Borlänge, Suiza, un grupo de 300 neonazis marcharon por la monstruosa avenida de la historia exigiendo el destierro de los inmigrantes y quejándose de la política migratoria trazada por sus gobernantes. Stefan Dangardt, portavoz de la policía de Borlänge expresó: “Hay una ley constitucional en Suecia para expresar libremente opiniones y reunirse”, razón por la cual la manifestación fue permitida y defendida. En ese mismo evento, una activista colombiana se paró frente a los dirigentes de la marcha y los saludó al puro estilo del Fürer. El puño en alto, el brazo bien extendido y una mirada retadora a quienes opinan y se reúnen para discriminar y agredir personas como ella.
Marcha
El gesto dio la vuelta al mundo y adquirió distintos matices y lecturas. Las marchas, como se observa, por contradictorias que sean, revelan un espacio multidimensional en el cual la historia y la calle son el punto de articulación. En semejante espacio, la delimitación exhaustiva de los propósitos a los que sirve una marcha se difuminan y, por extensión al absurdo, resulta imposible acotarlos; los mismos principios pueden variar, ser reapropiados y reinterpretados en el futuro. En ese sentido, el punto de toque entre las marchas y movimientos sociales no está situado necesariamente en sus principios; si esto fuese así, las bases de toda superposición y vinculación histórica serían ideológicas (en el sentido de prejuicios y supuestos intelectuales o políticos que no han sido sometidos a juicio y crítica), lo cual no sólo es imposible sino que da por resultado una concepción totalmente ahistórica de los sucesos.
Luego, tratar de comprender la diversidad de movimientos requiere una concepción de la historia cuya formulación, ahora sí, no es transmisible solamente por las vías de la comunicación no discursiva. De hecho, concebir la historia, formarse un concepto sobre ella, requiere de un acceso a cierta racionalidad y discursividad que, al menos para Occidente, constituyen las condiciones posibilidad para entender, pensar, hacer y criticar la historia misma. Enmarcar distintos movimientos sociales en su temporalidad depende precisamente de los criterios de construcción temporal de dicha sociedad. En la nuestra, el tiempo se construye a través del discurso, lo que va de las conjugaciones verbales a las imágenes futuristas de las artes y el cine, pues el futurismo es un discurso y detrás de sus imágenes hay un concepto o abstracción de la historia que decantó en esa visión del mañana.
Para Walter Benjamin, el sol “en el cielo de la historia” corresponde a las cosas finas y espirituales (saberes, valores, ideas, afirmaciones) que surgen en las sociedades a pesar de la precariedad de las cosas toscas y materiales; nos advierte, además, que sin éstas, las primeras no existirían. El pensador berlinés entendía que aquel concepto de historia que reflexionara los sucesos de la humanidad a partir de la economía, las diferencias sociales (lucha de clases), las artes, la teología y el propio devenir del pensamiento sería más agudo e irrefutable que otras concepciones de historia, históricamente anteriores a esta. En ese sentido el marxismo del siglo XX fue, en cierto modo, la última vanguardia filosófica porque se situaba en el extremo último del devenir de la historia, en la avanza del pensamiento, en el futuro y por venir del mismo. El concepto de historia de W. Benjamin es, justamente, el materialismo histórico y dadas las variables que analiza, transformaría el entendimiento de las problemáticas humanas a tal punto que se podría incidir en ellas: nuestro destino en nuestras manos. Benjamin tenía un concepto tan alto de la historia que depositaba en ella y en la posibilidad de comprenderla la tarea de dirigir el destino de la humanidad. Hay en esa filosofía una voluntad transformadora (revolucionaria) por necesidad histórica-intelectiva y no por determinación individualista.
estadofemi
El resultado: una historia hecha a partir de la crítica radical de la historia hasta entonces pensada y una propuesta de investigación respecto de historias menores o soterradas en el marco de los metarrelatos (es decir, la historia a contrapelo). Para los años 30 del siglo XX la propuesta sacudía los cimientos de la Historia, aún plagada de vanidad positivista. El estructuralismo, la historia de las ideas, las microhistorias vendrían en las décadas posteriores, sin embargo el sol de la historia sigue, a la fecha, sin salir. Al respecto, pensaría quizás que las cosas espirituales surgen, especialmente, a falta de las cosas materiales (como lo muestra el devenir de la historia judeo-cristiana, de la que el propio Benjamin participó como judío) y quizá por ello en el cielo de la historia aún no ha aparecido un sol, aunque sí una especie sombra. A veces oscura como en un eclipse, otras veces sombras luminosas como el reflejo de la luz solar en la luna o los chispazos nocturnos de las auroras boreales.
Hace poco más de dos semanas, la #24A salió a la avenida de la Historia para marchar en ella, fue un eclipse breve pero significativo respecto del machismo y la violencia dirigida a las mujeres, un eclipse que llama a una historia sin aniquilación social en general y sin feminicidios en particular. Sin embargo, marchar en la historia implica la ocupación de muchos sitos a la vez, pues en su asfalto se superponen países, racionalidades, afectos, cuerpos, intereses, muerte etcétera ¿Qué se intenta entonces al marchar por la avenida de la historia?, ¿cerrarla?, ¿bloquear la carretera del tiempo, el poder, la información…? ¿Cómo parar una vía con tantos carriles y profundidades?, ¿bajo qué supuestos se intervienen sus monumentos y espacios? ¿Cómo se vincula la #24A a otras quejas sobre la violencia como eje histórico del presente? ¿y qué conflicto implica distinguir o asemejar la #24A con otros movimientos?