TODO MENOS MIEDO

EN VIVO

EN VIVO

#EnElAjo. Alguien me re(prese)nta. Sobre #México20 y la Asamblea Constituyente

- Por: helagone

Por Manuel de J. Jiménez
Hay eventos que sugieren pluralidad y participación, pero padecen de déficit democrático. A mí no me gusta mucho hablar en términos de democracia moderna, porque invariablemente se tiene que maniobrar con el andamiaje liberal. Prefiero tratar los siguientes dos temas considerando el concepto de representatividad.
Primero: configuración de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México.
Ya en una columna anterior comenté sobre la atipicidad histórica y la falta de legitimación que posee un Constituyente donde 40 de 100 lugares son determinados por las autoridades constituidas. Ahora, con las elecciones pasadas, la cuestión se agrava más.
A) Si atendemos sólo a los resultados de las elecciones, Morena posee 22 de los 60 curules que se “ofertaron”. Pero si abrimos los ojos a la regla de que 6 serán elegidos por el presidente (PRI), 6 por el Jefe de Gobierno (PRD) y 28 por el Congreso de la Unión (donde la mayoría es priista), así quedan las fuerzas que nos representarán: PRD tendrá 29 diputados constituyentes, Morena 22, PRI 21, PAN 14, etc.
B) Los candidatos independientes, que no poseen la estructura de un partido político, tienen que colmar requisitos similares. La regla de la ley electoral establece que para que un independiente tenga derecho a un lugar en la Constituyente, es necesario dividir la votación válida emitida entre los 60 curules, es decir, estamos hablando de 32,000 votos aprox. Sin embargo, aunque Ismael Figueroa Flores, el famoso bombero, no obtuvo esa cantidad, logró superar al PT. Así, si nos tomamos las candidaturas independientes en serio, no podemos pedirles las mismas exigencias que los partidos. Si queremos verdaderamente una participación ciudadana en las decisiones legislativas, habrá que repensar las reglas.
C) Finalmente, habrá que reflexionar el nivel de abstencionismo: sólo 28 de cada 100 ciudadanos fueron a votar. Este indicador sería alarmante si nuestra ley electoral fuera diferente (ese 28.3% equivale ficticiamente a un 100%), a tal grado, que incluso se podría declarar inválida la elección como sucede en otros países. Esto no sólo significa el malestar de una sociedad que no confía en el juego electoral, sino problemas de estructura: en un hogar cualquiera, 3 decidirán los aspectos esenciales de la casa y 7 pagarán renta.
 
asamblea
 
Segundo: la publicación de la antología México 20. La nouvelle poésie mexicaine.
En redes sociales, principalmente a partir de algunos comentarios de Facebook, se cuestionó la endogamia de los participantes (antólogos y antologados) y la validez en los criterios de selección. Muchos comentarios criticaban la similitud de los mecanismos de selección/validez con prácticas de camarillas poéticas (Círculo de Poesía) o señalaban la arbitrariedad que toda antología supone. Iván Cruz Osorio, en un texto que publicó aquí mismo, zanjó el problema en un asunto ético. Coincido con él en el punto de visibilizar la eticidad del poeta. Me uno a su deseo de que la delegación mexicana aproveche el foro para realizar un reclamo sobre el estado actual de las cosas en el país. Sin embargo, disiento en el aspecto de la representatividad. No asumo que la antología represente a “la nueva poesía mexicana” en su conjunto ni al cúmulo de poéticas que conviven en el escenario actual. Obviamente la antología no busca exhaustividad ni agrupar a los poetas a la manera de un índice general. Incluso la Asamblea de Poetas Jóvenes de México que buscó la representación robusta y participativa, recibió críticas postreras al dejar fuera a varias voces. La metodología es equivocada. Para hacer una antología que hable por la mayoría de los poetas, habrá que seleccionar poetas de diferentes estéticas, grupos, regiones y proyecciones: hacer una antología de visiones y versiones de la poesía mexicana.
Para mí la endogamia no está en los nombres, sino en las escrituras. De hecho no tengo problemas con los autores que aparecen; varios son amigos míos. Pienso que la mayoría son buenos poetas. Respecto a la ética del escritor que subraya Iván, diría que el poeta puede tomar, por lo menos, dos posiciones. La primera es aquella que apela a una ética de rasgos universales y categóricos, donde el escritor, al apoyarse en el Estado, ratifica moralmente su gestión. De este modo, sería incompatible no sólo aparecer en la antología mencionada, sino trabajar para el Estado, recibir becas del FONCA y, si nos ponemos recalcitrantes, participar en eventos organizados por cualquier dependencia o entidad. La otra posición es aquella que distingue entre Estado y gobierno. En ella es compatible que un poeta use dinero público para promocionar y consumar su actividad creativa, puesto que esos recursos son recaudados por los impuestos que todos pagamos a diario y porque podemos criticar a un gobierno “x” a través de la libertad de expresión que el Estado “y” garantiza como un derecho fundamental.
México trazó sus lineamientos políticos hacia una República democrática, pero antes, debe pensar seriamente en la representación, es decir, en la identidad entre ciudadano y diputado, entre gobernante y gobernado. La clase política invoca el principio de representatividad para justificar su falta de credenciales profesionales, pero rara vez para desobedecer los mandatos de su partido en favor de la gente. En la poesía mexicana, habrá que imaginar que una República de letras posee diversos territorios y los acentos de sus pobladores no suenan igual en el centro y la periferia. Todavía Cuesta, con desavenencias, habló de una Antología de la poesía mexicana moderna. Hoy, a casi 90 años de su publicación, para hablar de la nueva poesía mexicana, se necesita un esfuerzo mayor de representatividad.
Antología3