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Una noche con el hombre de Chilpancingo. Silverio en La Bipo San Ángel

- Por: helagone

Por Sebastián Peregrina
@sebasperegrina
Fotos de Gonzalo Fontano
Pasadas las 8 de la noche se abrieron las puertas de La Bipo San Ángel. Mientras una pequeña fila que se había formado desde minutos antes entraba, mi compañero Gonzalo me anunció la ausencia de un elemento imprescindible para nuestra misión: la pila de la cámara. Ante la circunstancia, y después de averiguar más o menos a qué hora iba a empezar el show –porque no solamente concierto- de Silverio, decidimos hacer base en donde pude satisfacer mi morbo de ver la debacle (¿debacle aplica cuando en realidad no hay éxito?) de la selección nacional.
A eso de las 10 de la noche nos dirigimos ya armados con la pila de regreso a la Bipo, que para mi sorpresa estaba llena de gente ansiosa por ver a su Majestad Imperial. Poco a poco el área frente al escenario se fue llenando cada vez más, por lo que optamos por subir y colocarnos frente al escenario, ubicado poco estratégicamente en el segundo piso.
Una película del Santo se proyectaba sobre la trusa roja invertida típica de Silverio, la cual decoraba el escenario, mientras un grupo de subnormales luchaba en contra de los cables y bocinas ubicados bajo la mesa con las máquinas que Silverio se dedica a aporrear durante sus presentaciones. Al parecer los encargados del audio en la Bipo no tienen muy claro cómo funciona el equipo, ya que ante los silbidos y los gritos generalizados de “culero” se animaron a iniciar la función cuando no todo estaba debidamente prendido y conectado.
… Y de repente, entre nubes de humo blanco, apareció la poco agraciada figura de Silvero, casi 4 horas después de lo que decía en el volante. Vestido con saco y pantalones negros y brillantes, botas y una camisa roja; el engendro de Chilpancingo era seguido por un séquito que cargaba cerca de 10 vasos de algún licor mágico que no sólo animaron e hidrataron al artista, sino que fueron utilizados como proyectiles para todo aquel que osara desafiar o insultar al guerrerense.

Saludando con las ya famosas majaderías, el aborigen inició su estruendoso espectáculo con un manazo en la consola, dándole rienda suelta a su hipnótico baile, gracias al cual poco a poco se fue asomando esa sexy barriga. El público tardó poco en enloquecer, convirtiendo la improvisada pista de la Bipo en el sitio ideal para hacer un slam, el cual sin duda puso nerviosos a los elementos de seguridad, quienes terminaron sacando a algún pendenciero pasadito de verga.
Silverio continuó con su espectáculo, aunque no sin interrupciones por el audio, las cuales fueron aprovechadas por el señor para “bautizar” a los presentes con su bebida, además de escupir hacia el público mientras, ya semidesnudo, les recordaba que habían pagado por ver a un “ruco pito corto pero huevos grandes”.
En realidad es difícil decir si los técnicos encargados del audio lograron resolver la situación, ya que el estruendoso sonido que utiliza Silverio continuó, mientras el público, notablemente emocionado, coreaba algunos de sus hits, como Yepa, Yepa, Yepa, Perro y Salón de Belleza. La música, propia de esta onda nueva, sucia, bastante oscura (acorde a nuestros tiempos), similar a lo que hacen Los Macuanos (Sangre-Cruz-Bandera y Ritmo de Amor), parece no ser lo más importante, ya que es sólo una parte de todo el performance que Silverio lleva a cabo.
Poco después de enseñar los testículos e invitar la barra libre a todos los asistentes, el show terminó al mismo tiempo que el último vaso de elixir se convertía en reluciente lubricante sobre el desnudo torso del intérprete, quien curiosamente se vistió de nuevo para salir de la vista de los asistentes.

Ante la fugaz y soez presentación me vinieron a la mente algunas preguntas.
¿A quién le canta Silverio?
Más allá de que tiene una base de fanáticos, una presentación de Silverio atrae también a los morbosos y los ávidos de adrenalina. Esta vez, aderezados con algunos chavorrucos que sin prestar la más mínima atención al show, deglutían fritangas en una terraza con vista a Avenida de La Paz. Aunque sinceramente nunca pagaría por ver a ese abyecto ente, creo que sí es un show que se debe de presenciar al menos una vez en la vida.
¿Tiene éxito?
Sí. Así como él mismo lo dijo, fueron al menos 250 personas las que pagaron por ver cómo el nativo de Chilpancingo llegaba ebrio a ponerse aún más beodo sobre el escenario, además de que le celebran todas y cada una de sus barrabasadas. Hasta un monedazo le dieron, y el tipo de lo más campante se resignó con decirle al agresor que comía mucho camote. La pasa bien, y logra transmitir esa vibra al público, que responde bastante bien.
¿Cuánto va a durar la carrera de Silvero?
Así como su show, no creo que mucho. Aunque veo altas posibilidades de que se reinvente y termine adoptando otro papel que lo siga llevando de escenario en escenario, y aunque quizá no sea el artista más consagrado de todos los tiempos, al menos tiene la ventaja de ser sincero, honesto con su público y, al menos desde mi perspectiva, se le ve feliz, por lo que creo que a pesar de lo bajo y grotesco que puede llegar a ser su show, hace mejor las cosas que muchos otros artistas que pasan su carrera intentando llegarle al público a base de pantallas y farolés.
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