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#DiarioPaulistano: Desencuentros con la Tira y Cyber-punk

- Por: helagone

Se llega a Sao Paulo como si fuera el De eFe. Apenas poner un pie fuera del avión, se respira esa familiaridad que se comparte entre las grandes urbes de la América Latina… si es que eso existe. Me encuentro en medio de un laberinto de rascacielos, subiendo y bajando por sus múltiples laderas. Sin saber bien cómo se conectan pero con los sentidos aguzados para intentar orientarme en la ciudad, en el mundo, en la vida. Y para eso, la obligada reflexión que con el escribir viene, reflexionando las emociones que me transitan en el camino de esta nueva aventura.

Desencuentros con la Tira y Cyber-punk

por Alejandro Guerrero
@elAleGuarrero
Ha pasado una semana y sigo sin saber dónde está cada cosa en este émulo de Big City. Sus múltiples sube y baja, las laderas que se conectan por calles que no siempre intersectan y una serie de sinuosas curvas me imposibilitan por el momento, conformar un mapa mental confiable. Apenas he salido a dar el rol en taxi y ranfla, percibo un entorno urbano parecido a la idea que se tiene de Ciudad Gótica (aceleradas vías de alta velocidad suspendidas del nivel del suelo mientras que en sus lúgubres yacimientos sobreviven los menos afortunados), rodeado por el constante valle de predios de distintos tamaños y formas, me pienso milimétrico en esta serranía de bloques lego grafiteados hasta por los lugares menos imaginables para la imposibilidad humana de flotar en el aire.
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Estoy marihuano viajando en un auto con entusiastas mujeres. Hemos bebido todas. Nos para una blitz (alcoholímetro) y el oficial deja pasar a todos los autos que había atrás de nosotros… vaya suerte la nuestra. Ella le sopla al bafómetro, no marca, “¡sople de nuevo!” dice el tira, buffffff, no marca, pásele por acá… valimos verga. El resultado: nuestra gentil conductora fue multada con una lana y se le retiró la licencia para conducir así como su identificación oficial, por unos días. Tuvimos que esperar una hora en lo que nos rescataban de aquel bajo puente. La policía estaba harta y cansada, ya querían recoger el changarro pero no nos podían dejar ahí, así que de vez en vez nos rondaban para preguntarnos qué pedo. Cuando llegó nuestro galante salvador, dudamos en superar la capacidad del auto (5 tripulantes) para salir todas juntas de ahí, pues la tiranía había sido dura y no queríamos cagarla de nuevo. Preguntamos al oficial si daba chance de que nos fuéramos seis en el coche, a lo que respondió con un: “salgan de mi vista” prepotente y mamón. Su pinche poder, abracadabra, la tira no es tu camarada.
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Comienza la semana con mucha tensión en casa. La organización de un evento artístico que ocurrirá el domingo, tiene a las chicas muy apuradas definiendo aspectos de logística y atendiendo los grandes imprevistos con los que se enfrentará la séptima edición del Festival Órbita: acontecimiento que reúne diversos talleres y actividades, con presentaciones musicales en vivo, comida, pisto, tatuajes, jam de dibujos y área para niños… un agasajo gratuito que implica mucho esfuerzo, sudor y lágrimas para sus organizadoras.
Tenemos en casa el gusto de recibir por un par de días a la DJ que está abriendo los shows de Sylford Walker, estrella jamaiquina del reggae que está haciendo una gira por Brasil.
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Es curioso como las situaciones que se te presentan en la vida, a veces, parecen corresponder al estado mental y emocional que presentas. Mucha tensión acarrea acontecimientos desafortunados y la gota que derramó el vaso, no fue tanto una gota sino un chorro de cerveza sobre la compu de nuestra amiga DJ. Caralho! El aparato se apagó automáticamente así como nuestras sonrisas. Lo que era risa y diversión pasó a ser un angustiante momento. Rápidamente (y después de preguntar en las redes sociales) usamos todos los remedios que el Internet nos dio (que si voltearla de cabeza, que si meterla en arroz y esas cosas), en lo que buscamos algún sitio de asistencia en donde pudieran echarla a andar de nuevo. La cosa era grave, porque además de contener la tesis (para variar, de nuevo esa triste historia) casi terminada de la amiga, el computador contaba con todas las pistas que ella lanzaba para Sylford en su show, así que no nada más su vida académica peligraba con joderse sino también su chamba (que pa’ acabarla de amolar era dura pues había sido traída al Brasil con engaños por un promotor de la verga, sin moral, sin corazón, culero).
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Así terminamos en el treintavo piso de un edificio del centro de São Paulo. Un laboratorio informático atendido por jóvenes cyber-punk trans. Especie de deshuesadero que me recordaba a MadMax o La Guerra de las Galaxias donde las paredes eran decoradas con gráfica alternativa que hacía alusión al software libre, el alcoholismo de nuestro señor Jesucristo, actitudes emo de la juventud y manuales con diferentes técnicas para desactivar drones. Una locura que venía directamente del mundo virtual del Internet y la era de la hyper información, a más de 30 metros del piso con una de las vistas más lindas que he asistido desde que llegué a esta ciudad.
Abrieron la máquina, quitaron algunos componentes, pasaron líquido, perdieron dos tornillos y cobraron una lanota pero la compu volvió a prender y el alma nos regresó al cuerpo.
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Tras pasadas tantas peripecias, nos metimos a la cocina para calmar las emociones con un buen guacamole hecho con aguacates brasileños de esos que son bien grandes y bien dulces, así que no salió como esperaba pero a final de cuentas resultó sabroso. Sigo pues en esta aventura sudamericana con la barriga llena y ánimo en el espíritu para lo que viene en días siguientes. El mezcal aún no se termina y hay mole en la heladera. Vamos escribiendo este diario paulistano, en estos días de claroscuros.
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