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Popurrí de Noticias Falsas. Breve Historia de la manipulación mediática estadounidense (Parte 4)

- Por: helagone

por Christian Nader
@ExoSapiens
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Meses antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, los medios, organizaciones y las figuras públicas vinculadas al Partido Demócrata se alinearon para impedir el triunfo del candidato republicano, el magnate neoyorquino Donald Trump. Periodistas, ONG’s, actores, músicos, deportistas y demás celebridades encabezaron un frente común ante un individuo que se perfilaba como el representante de los sectores más conservadores, tradicionalistas y reaccionarios de la llamada Deep America, el sector ultraconservador cristiano anglosajón que se niega a desaparecer en pleno siglo XXI. La homofobia, misoginia, el supremacismo blanco, clasismo, negacionismo del cambio climático, el fanatismo religioso (rayando incluso en el creacionismo bíblico) y acusaciones por traición (al señalar al millonario como un agente del gobierno ruso) fueron algunas de las acusaciones contra el tycoon por parte de los grandes conglomerados mediáticos y las figuras más emblemáticas de la industria del entretenimiento, habitualmente ligadas al sector liberal y al Partido Demócrata. No cabe duda que los incendiarios discursos de campaña de Trump repletos de xenofobia, nacionalismo, excepcionalismo y retórica mesiánica fueron fundamentales para ganarse el apoyo incondicional de la clase “blanca” trabajadora en los estados del interior que lo llevaron a triunfar en las urnas en los comicios electorales del 8 de noviembre pasado, así como alentar a una contraofensiva de sus críticos que han temido que el “progresismo” de las últimas décadas se esfume.
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Desde que se confirmó el triunfo de Trump en la madrugada del 9 de noviembre, la élite liberal (tanto económica como cultural) anunció que un periodo funesto y fatídico había comenzado y que desde ese momento la lucha se encaminaría a impedir el “reinado” del 45 presidente de los Estados Unidos y así conservar las libertades individuales estadounidenses amenazadas por este personaje. Mientras la “coronación” se llevaba a cabo, de costa a costa e incluso en la misma capital se realizaban marchas y protestas colosales donde se clamaba por derrocar al nuevo presidente, sin importar los medios para lograrlo. Los demócratas, sus medios e intelectuales domesticados han augurado que los siguientes cuatro años serán un período oscuro para su país y para el mundo, por ende han organizado una estratagema de golpizas mediáticas continuas, procesos judiciales inusuales, revueltas “civiles” e incluso sutilmente han llamado al magnicidio con el propósito de salvar el estilo de vida y el “sueño estadounidense”. Por primera vez en casi dos siglos y medio de historia estadounidense, la guerra mediática es en contra de la facción del bipartidismo burgués alojada en la Casa Blanca. El discurso segregacionista del trumpismo no es el principal temor de sus rivales. La mayor contradicción entre Trump y el bando derrotado de la élite bipartidista, y sus mecenas en la cima del corporativismo multinacional, ha sido su propuesta para abandonar la neoliberalización global y comenzar con un proceso de reindustrialización del territorio estadounidense, además de detener y sancionar el éxodo y alentar por el regreso de inversionistas e industrias que en décadas anteriores se había establecido en países donde la mano de obra calificada era mucho más barata (al borde la esclavitud), entre ellos México. A pesar de su importancia para la sociedad civil, las batallas por los derechos de los indocumentados, las comunidades LGBT y la libertad religiosa (concretamente el Islam) son simples pretextos para frenar a un grupo que busca darle un giro de 180 grados al modo de producción capitalista que intenta recuperar el control del poder financiero, industrial y energético, cuyo núcleo se ha desplazado en los últimos años a la inmensidad euroasiática, donde naciones como la India, Kazajstán e Irán se han aliado con una Rusia totalmente recuperada después del caos postsoviético y lideradas por la República Popular de China, la actual superpotencia económica global por encima de Estados Unidos.

La reconfiguración del sistema económico capitalista (y la consecuente guerra económica) no es la única diferencia entre Trump y la administración previa, ya que la estrategia militar e injerencista comenzó a modificarse tan pronto el republicano se sentó en la silla presidencial del Despacho Oval. La retórica oficial del candidato se ha mostrado cautelosa e incluso amistosa en cuanto a su relación con Rusia, de ahí las incesantes críticas por parte del Partido Demócrata y los medios liberales que han fraguado una leyenda negra en torno al papel de Rusia y de Vladimir Putin en las elecciones. Sin embargo, los hechos son más sencillos de dilucidar. El nuevo gobierno estadounidense busca movilizar toda su fuerza propagandística y bélica contra la República Popular de China, al mismo tiempo que busca romper los vínculos entre Pekín y Moscú forjando una nueva “amistad” con el Kremlin. También debemos mencionar la nueva ofensiva contra Irán después de una breve normalización en la recta final del gobierno de Obama. Simultáneamente el trumpismo ha comenzado a normalizar el discurso favorable al sionismo más radical al mostrarse dispuesto a patrocinar totalmente el colonialismo israelí.
A pesar de todo lo anterior, los medios de comunicación contrarios a Trump no han bajado la guardia y continúan atacando al nuevo gobierno antineoliberal que poco a poco ha comenzado a aminorar su retórica rusófila. El ascenso de Trump también ha desviado la atención de los crímenes de la administración Obama que, incluso terminado su periodo, sigue siendo catalogada como una de las más pacíficas en la historia estadounidense. Esto no debe traducirse como un rompimiento dentro  del militarismo imperialista estadounidense, todo lo contrario, el nuevo gobierno estadounidense busca modernizar sus tácticas al igual que su armamento. Con un sujeto como Trump lo políticamente correcto ha quedado en el olvido. Tanto sus colaboradores como detractores han evidenciado la auténtica naturaleza del imperialismo bicéfalo estadounidense. Sin lugar a dudas esto beneficiará las políticas injerencistas, ya que la milicia seguirá con agrado las órdenes del nuevo comandante en jefe por más desquiciadas y cínicas que sean. Esa es la labor de Trump: desquiciar al mundo y sumirlo, al igual que sus predecesores, en una inestabilidad perpetua.
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BIBLIOGRAFÍA BÁSICA RECOMENDADA

Hobsbawm, Eric. The Age of Extremes: 1914 – 1991. Random House, Gran Bretaña, 1991.

Blum, William. America’s Deadliest Export: Democracy – The Truth About US Foreign Policy and Everything Else. Zed Books, Londres, 2013.

Blum, William. Killing Hope: U.S. Military and C.I.A. interventions Since World War II. Zed Books, Londres, 2014.

Klein, Naomi. The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism. Picador, Estados Unidos, 2007.

Ganser, Daniele. Los Ejércitos Secretos de la OTAN. La Operación Gladio y el Terrorismo en Europa Occidental. Distribución Libre por Red Voltaire. 2007: http://www.archivochile.com/carril_c/cc2012/cc2012-065.pdf

Herman, Edward S. Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media. Pantheon Books, Estados Unidos. 2002.