TODO MENOS MIEDO

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Somos muchas y nos faltan más. A propósito de la marcha interna en CU en contra de la violencia de género en la UNAM y repudiando el feminicidio de Lesvy Berlín

- Por: helagone

por Karla Amozurrutia
@Karliuxamoz

“El problema de género es que prescribe cómo tenemos que ser, en vez de reconocer cómo somos realmente. Imagínense lo felices que seríamos, lo libres que seríamos siendo quienes somos en realidad, sin sufrir la carga de las expectativas de género.”

Chimamanda Ngozi

 
Arrebatarle la vida a cualquier ser humano no sólo es un delito sino un acto de cobardía, pero quitársela a una mujer, ayer como hoy, seguirá siendo muy grave; tal vez lo que digo sea una obviedad, pero pareciera que hay que recordar cada vez que hay un feminicidio la historia de las mujeres, de sus muertes, de la sangre derramada, de toda la lucha que han y hemos generado para que se entienda que a lo largo de los años quienes han sido excluidas y denigradas en la sociedad hemos sido nosotras las mujeres. El feminicidio no es una muerte más, es arrebatarle la vida a una mujer por el sólo hecho de ser mujer, la violencia ejercida en ella en vida como en la muerte es lo que contextualiza este concepto descriptivo y terrorífico.
La reacción de las mujeres frente a estos asesinatos cada vez es más contundente, más rápida y más conciente, ¿qué representa para nosotras que aparezca el cuerpo de una mujer colgada con el cable de un teléfono público en la Universidad más importante del país y una de las más reconocidas internacionalmente? ¿qué nos viene a la cabeza cuando recordamos que pasamos por esos lugares millones de veces y que pudo ser cualquiera de nosotras la que apareciera sin vida ahí? ¿qué sentimos cuando escuchamos que las autoridades más que preocuparse por buscar al culpable y que pague por el delito expone públicamente la “supuesta” forma de vida de Lesvy que pudo haber provocado su muerte? ¿qué pensamos cuando ni en nuestra Universidad nos sentimos seguras y libres?
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Las respuestas a todas esas preguntas y a muchas más se pueden encontrar en la manifestación del enojo, la indignación y la rabia que provocan en muchas de nosotras el feminicidio de Lesvy Berlín, por ello, salir a marchar se convierte en la respuesta inmediata y con mayor resonancia que tenemos para gritar nuestro hartazgo, expresar nuestro miedo y concentrar la indignación en un acto de sororidad como el del viernes.
La marcha que inició en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales avanzó pausadamente para que las voces de nosotras resonaran en cada rincón de Ciudad Universitaria y las escucharan ellos, los que nos acosan, nos vigilan, nos violan, nos cosifican, nos matan; la pluralidad de rostros de mujeres de todas las edades, pero sobre todo jóvenes, se notaban tristes, desconcertadas, enojadas, aterrorizadas, indignadas; pero sobre todo empoderadas con la fuerza en el ceño para señalar que estamos aquí, juntas y que la unidad de género es la única que puede hacer frente a este problema sintomático del país; queremos vivir, ser libres y no morir en el intento.
Pasar por la Facultad de Ciencias y llegar a Ingeniería fue seguramente, para muchas, recorrer el camino de todos los días, pero ahora recorrían el camino que puede llevarte a la muerte si no vives con miedo y paranoia, si no volteas a ver quién viene detrás de ti o en frente, si no caminas rápido y por la luz. Llegar a las inmediaciones del IMAS fue el momento clímax, se podía sentir la rabia y la empatía, la sororidad en su máxima expresión gritando junto con Araceli, la madre  de Lesvy y su familia: “¡no fue suicidio, fue feminicidio!” y el aire se volvió más ligero. Escuchando las palabras de ellas, las que están aquí, las que tienen aliento aún para decir “un día seremos tantas que no habrán bolsas suficientes para callarnos a todas”, en respuesta de las presentes un aullido apache sonoro.
Llegamos a Rectoría y las palabras de la madre de Lesvy fueron contundentes en dejar claro que su hija no era ni una alcohólica ni drogadicta, ella sí quería estudiar; puntualizó el error de los medios de comunicación en contribuir a la revictimización de Lesvy usando información del “novio” como verdad irrefutable para justificar la causa de la muerte en vez de enfocarse en buscar al culpable y que pague por su crimen; enfatizó que en la UNAM ni en el país, ni una asesinada más; agradecida por tanta solidaridad con su hija, prometió dar a conocer, en su momento, su palabra, para que se escuche la verdad.
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Todas nos dimos cuenta que somos muchas y faltan más, tejer de nuevo el tejido social que se ha fracturado con esta violencia de Estado, porque el feminicidio es un crimen de Estado también, es la tarea principal; que no se pierda en el manto de la impunidad, que se castigue al culpable, eliminar de esta interacción social las estructuras machistas que nos permean, a nosotras y a ellos, que la lucha sea cada vez más solidaria y pasemos a la organización para contrarrestar la cultura patriarcal.
Nos estamos muriendo, nos están matando, ello debe sensibilizar, enojar e indignar a nuestros compañeros varones, no desde lejos, y debe entenderse que el tiempo de hoy nos pertenece, es la hora de una resistencia feminista plural que haga frente a la violencia que extermina a 7 mujeres cada día en este país, acabar con la interacción machista que acosa y termina por invadir la mirada social de violencia de género, esa que agrede, que somete, que violenta. Por ello, la palabra feminicidio no solo es un término de tipificación legal, sino que también es un concepto ontológico e ideológico para identificar prácticas sociales que violentan al género femenino, es un crimen de odio que se comete por razones de género y es una realidad de facto en México.
Comúnmente los homicidios que se cometen contra las mujeres no son investigados tomando en consideración que podrían tratarse de feminicidios por esta razón, el “Modelo de protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por razones de género” de Naciones Unidas recomienda que todas las muertes violentas de mujeres que en principio parecieran haber sido causadas por motivos criminales, suicidio y accidentes, deben analizarse con perspectiva de género, así que efectivamente el caso de Lesvy Berlín Rivera Osorio se trata de un caso de FEMINICIDIO, por todo lo anterior discutir sobre la pertinencia del término es una discusión estéril, tenemos que avanzar en la discusión necesaria sobre la problemática estructural de descomposición social que representa y que nos carcome como sociedad.
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