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Manifiesto: en contra de los trailers

- Por: helagone

por Alan Heiblum
@AlanHeiblum
En la antigüedad, el mensajero que daba buenas nuevas era recompensado, pero el que traía malas noticias o daba mal las noticias era ejecutado. Eso prevenía el abuso del mensaje y elevaba al mensajero a estadios divinos. Hoy en día nada de esto tiene sentido. En la actualidad, incluso los dioses mensajeros como Iris o Hermes, estarían condenados a simples repartidores o alguna desventura semejante. Más aún, en la declive del estatus de mensajero hay un estadio en el que aún no se ha reparado lo suficiente. Sin mucha conciencia de su problemático impacto, el cine trajo consigo una nueva criatura, miniaturas caprichosas y deformes, mejor conocidas como trailers.
Resulta agotador toparse con trailers que cuentan la película. Además, como no podía ser de otro modo, la cuentan mal. Mientras que las películas son secuencias articuladas, los trailers en su prisa por vender, descuartizan las articulaciones y niegan la realidad de las secuencias, dando lugar al horror lógico de finales en medio, medios al comienzo e inicios finales. Los trailers son recortes de selecciones previas, integrados con una lógica que excluye todo aquello que no sea de fácil consumo o permita cadencias explosivas y, por ello, no saben de sutilezas. Así, casi por definición que los trailers deben traicionar a sus películas, pero este es el menor de sus males. El problema no radica en que los trailers no se parezcan a sus películas, sino que las películas se parecen cada vez más a sus trailers.
Los trailers son el producto de una estrategia comercial pero no sólo eso. La perversa idea detrás de ellos es la idea general de que un sustituto pueda pasar por el original sin que ello ocasione mayores consecuencias. En un mundo de producción y consumo, los sustitutos por inocuos que luzcan, a menos que se tengan los debidos cuidados, eventualmente terminan por reemplazar a los originales. Así, la lógica trailer impera en todas partes. De la misma manera que la comida y los viajes pierden terreno frente a la comida rápida y el turismo, la vida ya ni siquiera es hoy día su película. Lo que hoy estamos viviendo son los retazos de nuestras propias vidas, apenas un trailer.
Se suele pasar por alto que todo cambio de dimensiones conlleva un cambio de énfasis. Los trailers podrían, justamente por ello, ser el espacio para proclamar aquello que la película tuvo que callar por su propia naturaleza. ¿Por qué no, entonces, tomarse el trabajo de realizar, en lugar de un mero trailer, una carta de presentación digna, genuina y fresca? Finalmente, toda producción arroja más material que el que de hecho se usa, he ahí el material para las cartas de presentación. ¡Cineastas del mundo: uníos! Los trailers son una respuesta fácil, una laguna en la capacidad de asombro. Las cartas de presentación son, en cambio, un contrapunto necesario. No podemos seguir permitiendo películas que se quedan a un paso suspendido de entrar en la filosofía y, al mismo tiempo, trailers amodorrados en el deseo antifilosófico de preservar el statu quo.