por Camila Martínez Gutiérrez
@CamMttz
Si las mujeres en realidad eligen la prostitución,
¿por qué éstas son en su gran mayoría mujeres marginadas y en desventaja?
Janice G. Raymond, activista y escritora feminista.
¿De qué hablamos cuando debatimos sobre prostitución? Pocas actividades escinden tanto la opinión pública como sucede con el tema de la prostitución. Las preguntas que se plantea nuestra sociedad al respecto suelen ser variadas y en sus respuestas se destacan gran número de matices dependiendo de a qué factores inmersos se les da más peso. Personalmente me interesa plasmar en este texto los argumentos que me parecen más importantes de la teoría abolicionista, enfocada específicamente a la venta física de lo cuerpos.
En la actualidad el debate sobre prostitución gira en torno a cómo debe establecerse legalmente la prostitución. Con respecto a esto se puede dividir la discusión entre tres grandes posturas: la primera de ellas, la postura prohibicionista, tiene como convicción la persecución de las prostitutas y su relegación a espacios cerrados como lo son los burdeles, esto con el fin de salvaguardar el pudor social y preservar la moral generalmente religiosa. Por otra parte, la postura reguladora propone reconocer legalmente la prostitución como un trabajo más, esto con el fin de defender y auxiliar en términos formales a las prostitutas que lo requieran. Finalmente, frente a estas dos posturas se erige la abolicionista, que contempla la erradicación de la prostitución a través del escarmiento de proxenetas y clientes, sin suprimir el apoyo legal a las prostitutas. Contempla también su readaptación y resocialización ratificando siempre que el estado les brinde oportunidades de trabajo alternativas.
Uno de los principales argumentos que sostiene la teoría regulatoria es la denominada ‘autodeterminación’. Es decir, esta teoría afirma que las prostitutas han optado consciente e informadamente a vender su cuerpo y, por lo tanto, están en derecho a ejercer esta actividad como cualquier otro trabajo. En este lógica liberal no existe transacción alguna que sea injusta, pues hay un acuerdo entre consumidor y vendedor de intercambiar bienes con el fin de obtener una ventaja mayor. Por lo tanto el cliente también está en su derecho de consumir. Comúnmente este discurso pregona defender un uso social y sexual del cuerpo al margen las restricciones monogámicas, los edictos patriarcales y de las formas convencionales de exploración de la sexualidad, pero, en la práctica, le es imposible escapar de ellos.
El principal problema que revela la lógica regulatoria es su gran discapacidad para reflexionar cómo está influenciada la prostitución por una estructura mayor, imperante a nivel económico y político. Pues, aunque se trata de un acto entre dos individuos, no puede ser entendido de forma aislada, ya que responde a un paradigma de hegemonía, el paradigma patriarcal. Por otro lado, tampoco contempla cuáles son las relaciones de poder entre géneros, plantea una ‘liberación sexual’ cuando su propuesta de legalizar la prostitución en realidad legitima y perpetua la dominación masculina.
En cambio, para la visión abolicionista, la prostituta es asimiliada como un ser doblemente oprimido, en primer lugar porque su condición de prostituta la convierte en víctima lasciva de los hombres de forma estructural y, en segundo lugar, porque estas mujeres son también víctimas de un sistema político y económico en el que los hombres llevan la mano.
Resulta imposible no cuestionarnos los roles que ejercen los distintos grupos en estas dinámicas y compararlos con la configuración actual en la que nos relacionamos. ¿Quiénes se prostituyen? ¿Quiénes son los clientes? ¿Quiénes son los ‘mediadores’ entre el intercambio? ¿Cuál es la relación económica y política entre ellos?
De acuerdo a CIMAC, en México hay 500 mil personas que ejercen la prostitución, de las cuales 90% son mujeres y niñas. Por lo tanto, quienes venden sus cuerpos en nuestro país son, de lejos, las mujeres. Resulta curioso que la brecha entre hombres y mujeres esté tan marcada, por supuesto, también existe prostitución masculina, pero hay que ser conscientes de que se da en mucho menor medida. Por otra parte, gran número de libros sobre prostitución coinciden en una cosa: tanto en los mercados de cuerpos masculinos como en el de femeninos y menores, los principales clientes son hombres. ¿Por qué sucede esto? Está estrechamente vinculado con la desventaja económica que sufren las mujeres frente a los hombres.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, reconoce que la feminización de la pobreza está generalizada en nuestro país, según sus datos, ninguna entidad federal y ningún municipio presentan índices de desarrollo equitativos entre mujeres y hombre. La feminización de la pobreza implica tanto causa como efecto en el sistema de sumisión femenil. La miseria camina de la mano con la discriminación y la injusticia, es el resultado de factores como la brecha salarial entre hombres y mujeres, y es la causa principal de actividades como la prostitución.
El hecho de que un género se sienta con la libertad de comprar al otro, acentúa y reproduce el sistema patriarcal. El Journal of Interpersonal Violence dio a conocer en septiembre un estudio que comprobaba el hecho de que los hombres que pagan por sexo sienten menos empatía por las mujeres que se dedican a la prostitución, este estudio además arrojó que estos clientes tienden a cometer violaciones y otros abusos sexuales. ¿Realmente el dinero está siendo pagado por el hombre que busca placer o que busca poder? ¿No es la prostitución una forma de afirmar la capacidad monetaria y demás privilegios que contiene el hombre? A nivel internacional la prostitución convierte a la mujeres en objetos y da al hombre la facultad de comprarlos.
Aunado a esto está el papel de los proxenetas –o sea, “los padrotes” o “los chulos”- según datos publicados por la CIMAC, el 99% de las mujeres prostitutas en México son explotadas por proxenetas o alguno de los múltiples actores de la industria del sexo. Aquí cabe resaltar dos aspectos, en primer lugar, que es de nuevo un hombre quien comúnmente está aventajándose del abuso femenino -esta vez a través de enamoramientos y engaños- y que la prostitución en nuestro país no puede ser entendida como “justa”, pues quienes venden su cuerpo no son dueñas ni de su tiempo, ni de sus ganancias y muchas veces no poseen la libertad de decir “no” cuando el acuerdo les parece injusto.
Entonces, ¿qué libertad de ejercicio de la sexualidad puede haber para la mujer? ¿Realmente está ejerciendo el sexo que ella quiere o es el sexo que le contrata quien va a darle el dinero? Como en el caso del esclavo, la prostituta somete su voluntad a la de quien le paga. Así también se ve obligada a recibir clientes no deseados.
Efectivamente México es un país donde impera la corrupción, pero revisemos el caso de Holanda que suele ser el modelo a seguir de la prostitución liberal o regulatoria. El periódico El País publicó un artículo sobre las fallas que acontecieron en la legalización de la prostitución . La nota abre con la frase “La nueva ley las obliga a darse de alta como trabajadoras y a pagar impuestos, pero sólo 921 de las cerca de 30.000 mujeres que venden sexo han legalizado su actividad, y en la esfera ilegal se mantiene la trata de mujeres y la explotación de menores”. La periodista Isabel Ferrer denuncia aquí los altos niveles de corrupción, la incapacidad que tiene el estado de administrar los burdeles, solo una de cada treinta prostitutas está declarada ante el fiscal y es muy común que se presenten a decir que ‘trabajan por sí solas’ cuando en realidad lo hacen para un proxeneta. La estigmatización de su trabajo sigue siendo un obstáculo para que lleven una vida ‘normal’, sufren de discriminación diariamente, por ejemplo, en los bancos que se niegan a darles préstamos.
Hace unos meses se volvió viral la campaña #HolaPutero iniciada por activistas españolas en pro de la abolición para manifestarse frente a los hombres que pagan por sexo. Quizá una de las frases más controvertidas y que causó más escándalo fue la que decía “Tú pagas por violar”. En pocos segundos se dejaron escuchar a través de las redes sociales las voces de hombres y mujeres indignados por esta afirmación: “No es violación”, dijeron “porque hay consentimiento de ambas partes”.
Debemos plantearnos una y otra vez qué entendemos por consentimiento y si cabe considerar como tal cualquier aceptación resignada a la única opción restante para las mujeres. También vale la pena hacer hincapié en que las prostitutas se encuentran esclavizadas, no solamente por sus padrotes, sino por la propia sociedad que las ha orillado a esa, su última opción.
Cecilia Hofman, en un artículo para Manila, cita una anécdota interesante al respecto: el caso de cientos de muchachas nepalíes que después de ser vendidas en la India pasan dos o tres años encerradas en los burdeles para que no se escapen; no obstante, una vez pasado este lapso tienen permiso para recorrer los alrededores e inclusive ausentarse un tiempo, los tratantes saben que van a volver. ¿Cómo analizar esto? En los Países Bajos se ha gestado un nuevo concepto el del “consentimiento de pleno grado a su propia explotación”. La actitud de estas jóvenes nepalíes puede suponer un gran porcentaje de mujeres en nuestro país, por lo tanto, resulta irresponsable hablar de una autodeterminación sin tener en cuenta las condiciones de vida, sociales, económicas y políticas en las que se desenvuelven las mujeres.
Legalizar la prostitución, lejos de suponer una herramienta para terminar con el estigma de las relaciones sexuales o la brecha entre géneros, es un fundamento y perpetua la dominación de un sexo sobre otro. Por lo tanto, abolir la prostitución como se abolió en su momento la esclavitud es vital para el consciliamiento entre géneros. Necesitamos reorganizar nuestros vínculos para que las relaciones sexuales deriven en un acto íntimo de placer, y no una labor que responde a la lógica de mercado y de poder patriarcal.
______________
Fuentes:
• Ana Grimaldo. (2017). Los hombres que compran sexo sienten menos empatía por las mujeres. 7 de marzo , de The huffington post.
• Carolina Velázquez. (2010). Son explotadas en la prostitución alrededor de 450 mil mujeres . 5 de marzo 2018, de CIMAC.
• Cecilia Hofman. (1997). SEXO: DE LA I NTIMIDAD AL “ TRABAJO SEXUAL”, O ¿ES LA PROS TITUCION UN DERECHO HUMANO? . 7 de marzo 2018, de Universidad de Vigo.
• Erika Schulze Sandra Isabel Novo Canto , Research Assistant Peter Mason, Research Assistant Maria Skalin, Research Assistant . (2014). Los derechos de los ciudadanos y la constitución . 7 de marzo 2018, de Parlamento Europeo.
• Fernando Vidal Fernandez. (2006). Informe de políticas sociales . España : Icaria.
• Isabel Ferrer. (2002). La legalización de la prostitución en Holanda no logra sus objetivos. 7 de marzo 2018, de EL PAÍS.
• Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. (2014). 23 Índices de desarrollo social, 2000. 7 de marzo 2018.
• Roger Matthews. (2016). What it is to be done about crime and punishment. London: Mcmillan.
• Teela Sanders. (2008). Paying for pleasure. Men who buy sex. Nueva York : Willan .
• Teresa Lozano y Zúa Méndez. (2017). HolaPutero. 7 de marzo 2018.