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La sociedad civil “fifí”, tuiter y la democracia

- Por: helagone

por Sergio Pérez
@tobeperez
Durante el fin de semana, después de que Andrés Manuel López Obrador anunciara que no reformará el Artículo 102 de la Constitución para una #FiscalíaQueSirva, al calor de la coyuntura postelectoral, surgió una polémica en Twitter sobre el papel de sociedad civil en México.

Antonio Marvel tuiteó a modo de “chiste” lo que, luego explicó, fue una manera humorística de señalar el elitismo (lo “fifí”, podríamos añadir) que caracteriza a una parte de la sociedad civil, a la que Antonio también pidió hacer una autocrítica y le achacó hacer pasar sus intereses particulares como si fueran la Voluntad General.
El tuit generó polémica y fue sucedido por una discusión en el que sólo dos cosas quedaron claras: pocos saben qué demonios es la sociedad civil y muchos han terminado por abaratar su importantísima función en una sociedad democrática. A continuación me propongo poner a discusión qué es la sociedad civil, cuál es su naturaleza, su importancia en la democracia y sus problemas.


La sociedad civil es todo lo que no abarca el Estado
Definida negativamente, la sociedad civil comprende todo lo no-político de la vida social. Es la esfera de las relaciones entre individuos y grupos que se desarrollan fuera de las relaciones de poder que caracterizan a las instituciones estatales. En sentido positivo, podemos decir que la sociedad civil es el lugar donde surgen y se desarrollan los conflictos económicos, sociales, ideológicos y religiosos que las instituciones estatales tienen la misión de mediar, resolver, prevenir y, en su caso, reprimir.
Por otro lado, los actores sociales de las tensiones y procesos de la sociedad civil son las clases sociales, los grupos, las organizaciones, las asociaciones y los individuos que tienen diferentes fines privados e indirectamente políticos –por ejemplo, la defensa de los derechos civiles, movimientos juveniles, la defensa del territorio, o la Cuarta Transformación de un País. Es decir, estamos hablando de que la sociedad civil abarca a todos los trabajadores, feligreses, estudiantes, consumidores, sindicatos, cámaras empresariales, universidades, colectivos, opinión pública, así como la diversidad de sus causas, agendas e intereses.
No debe de sorprender a ningún observador serio de una sociedad democrática moderna, que la pluralidad que puja en su seno postre una diversidad de actores con intereses y agendas particulares, que por concepto son privadas, distintas de lo político, y en principio no tienen por qué caer bajo ojo del escrutinio público (aunque claro, siempre tienen que actuar dentro del marco de la ley y el Estado de derecho profundo).

La importancia de la sociedad civil en una democracia
La variedad de cualquier sociedad moderna, a saber, el pueblo dividido en grupos con intereses de la más diferente naturaleza y las más variadas ideologías, es menester en una democracia.
La pluralidad es un síntoma inequívoco de cualquier sociedad democrática, pues presupone la diversidad y ejerce un gran contrapeso al poder político. No en vano, en un Estado totalitario, la esfera de la sociedad civil está destinada a perder su función y finalmente desaparecer bajo la sombra del poder. Allí la prensa no existe, ni los sindicatos independientes, ni las asociaciones civiles, ni las empresas, ni los partidos políticos.
Ahora sí… el elitismo y la persistencia de las oligarquías
La cruda realidad es que la sociedad civil sí tiene una estructura elitista: la voz de los empresarios más ricos del país pesa más que la de los sectores marginados. Parafraseando a Norberto Bobbio, los grandes bloques de poder que existen a lo alto de las sociedades avanzadas, las empresas y la clase política, así como otros poderes fácticos, ocupan espacios en los que se ejerce un poder “invisible”, aunque preponderante, que influye ilegítimamente (cuando no ilegalmente) en la toma de decisiones para un completo grupo social.

Conclusiones
Si bien la resonancia y el poder de decidir que algunos sectores de la sociedad civil tienen sobre otros es evidente y condenable, no podemos dejar de ver que la preponderancia relativa que unos tienen no agota el fondo de las agendas, que en múltiples ocasiones han servido para investigar casos de corrupción y hacer activismo contra nombramientos ilegales, como también lo han hecho grupos con menor influencia.
Por lo anterior, TODA la sociedad civil, TODA, es de importancia suma para lograr el gobierno del poder político en público, en el que poder fáctico y gobernantes no violen las reglas que establecen quiénes son los individuos autorizados a tomar las decisiones y con qué procedimientos, pues si el pivote del poder se ejerce sin regulaciones y contrapesos como los que impone la sociedad civil (TODA), al final de cuentas corrompe a quien lo ejerce, como bien lo sabemos en México, aunque muchos no lo sepan o no se acuerden.