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#NoVotarOVotar: En ustedes no creo

- Por: helagone

El 7 de junio se acerca peligrosamente. Para algunos es la fecha en que el sistema político recibirá nuestra merecida indiferencia, para otros es de nuevo la oportunidad de ejercer un derecho que no podemos darnos el lujo de perder. No Votar o Votar, cada ciudadano tiene una postura, o debiera tenerla. Frente a la gesta electoral y todos sus vicios, NoFM mantiene una postura crítica y asume su responsabilidad como medio de comunicación para mostrar parte del sentir de la sociedad que se cuestiona el funcionamiento de nuestro sistema partidista. Por ello, del 20 de abril al 5 de junio, publicaremos una columna diaria con la postura de distintos ciudadanos. No Votar O Votar, lo invitamos a participar en este debate.

En ustedes no creo

Por Joaquín Diez-Canedo
@joaquindcn
Lo confieso: me encantaría argumentar en favor del voto. Me encantaría poder decir, con toda convicción, que apoyo una plataforma política porque me siento representado y confío en las propuestas de tal candidato o tal partido. Me encantaría despertar temprano el 7 de junio y asistir a las urnas a ejercer el que tal vez sea el deber ciudadano más noble: aquel de emitir un voto. Qué bueno sería saber que mi boleta, sumada a la de los demás, ayudaría a construir un país más plural, una sociedad más equitativa, un gobierno en donde estuvieran representadas las voluntades no sólo de las mayorías sino también de los grupos más marginales. Pero sé que no es así.
Por desgracia hemos construido un sistema político que es un negocio: sabemos que las multimillonarias campañas, pagadas con dinero público, no sirven para presentar una plataforma sino para descalificar al contrincante —tal vez porque no existen las primeras y sobran los segundos. Sabemos que la “voluntad popular”, aquella a la que presuntamente apelan los partidos, es más asunto de clientelas políticas que el deseo genuino de individuos informados. Sabemos, también, que el aceite que hace funcionar los engranes del sistema político y económico es la corrupción y los intereses personales, y que aquel que accede a un puesto público ya chingó porque tendrá a su disposición un presupuesto asignado de forma dudosa. Lo sabemos nosotros y lo saben ellos también. Y se aprovechan.
Y no, no hay nada peor que sentirse engañado de manera tan flagrante; nada peor que saber que los impuestos que uno paga puntualmente se van a las arcas de un grupo de gente cuyo único interés es sacar pa’l gasto. No hay nada más desagradable que sentirse robado y estafado por una minoría que parecería que no entiende la realidad nacional pero que es todo lo contrario: la entiende tan bien que pasa por encima de ella, pitorreándose de todos nosotros, cagándose en todo lo que alguna vez pretendió ser un camino institucional y justo. Nada más denigrante que saber que ellos pasan por encima de todo, cuando hay tantos que no tienen nada. Nada peor que nosotros esperando algo de ellos.
No, señores: yo no confío en su cinismo, en sus sonrisas, en sus fotos impecables de gomina laqueada. No confío en sus eslóganes, ni creo en sus actos de campaña, ni me compro su discurso verde ni su aparente empatía con “las mujeres”. No creo en su buena voluntad, ni en su oído pulcro, ni en sus manos vacías, como no creo en la transparencia, ni en la libertad de expresión, ni en la eficiencia. Intento, pero no puedo.
Por más que me encantaría defender el voto como pieza clave en la democracia, mi problema es que el voto es para ustedes, y en ustedes no creo.
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Joaquín Diez Canedo N. (Ciudad de México, 1989) es arquitecto pero sobre todo neurótico. Le encantaría escribir ficción pero lo único que se le ocurre son mentadas de madre.