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Cinema lisérgico: Night Beats en el Foro Indie Rocks

- Por: helagone

Por Vikingo Morales y Diego Vidal-Cruzprieto
Como toda noche psicodélica, estaba destinada a ser camaleónica. Un momento extraño pero familiar, como en aquella escena de Fear and Loathing In Las Vegas en la que Hunter y su abogado arriban al hotel: el piso empieza a moverse y los rostros de los extraños se deforman, de repente lo único que alcanzamos a ver son reptiles paleolíticos desfilando en una suerte orgía musical.
Al ingresar al Foro Indie Rocks fuimos interceptados por un viejo conocido, quien muy amablemente nos condujo al piso de arriba donde se estaban confabulando los visuales típicos de la estética psicodélica: cuatro platos transparentes rotando, en cuya superficie se disponía aceite el cual se dopaba con colorante para hacer un mural óptico proyectado en el escenario con un tono afín al éter musical de la noche.
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Algo quedó muy claro durante todo el evento: el stoner no es un elemento optativo y de hecho tiene un rol integral estableciendo así que no se puede tildar de anacrónicos a ninguno de los actos que presenciamos esa noche ya que se reapropian de la psicodelia, algo que jamás se había visto en nuestro país. OCEΔNSS y The Bunyans son dos bandas de otro tiempo y espacio, aterrizaron en la CDMX para alterar sentidos y guiarnos por el sendero que ellos ya recorrieron.
¿A qué suena el mar cuando se encuentra en su estado más violento? Capas y capas de guitarras, un bajo incesante que no deja de vibrar y una batería que no conoce la misericordia, algo muy parecido a un meteoro que viene a azotar las costas para que su huella se consolide en la faz de la tierra. OCEΔNSS es una banda oriunda de la capital del país, cuatro integrantes forman a esta agrupación de shoegaze que no resulta nada familiar a otros como My Bloody Valentine. Estos capitalinos son densos, muy densos; su sonido es un engrudo proveniente de condensar reverberaciones, es una estafeta, es una declaración, es una página de guerra. Provocan que las sombras huyan de sí mismas ya que como en cualquier hoyo negro, ni siquiera la luz puede escapar. Así es el sonido de OCEΔNSS, una acumulación brutal de masa en el cosmos, son una supernova quemándose a fuego lento. Mientras presenciamos su acto, una escena de Tarkovski se viene a la mente; Hari contempla una pieza de Bruegel: Los cazadores en la nieve, una pintura que se escucha, cada elemento emite su propio sonido y como por arte de magia en ese momento la gravedad pierde sentido, se encuentra obliterada.

The Bunyans suben al escenario y algo nos pone los pelos de punta, es como escuchar a Screaming Jay Hawkins gritando, o en su caso, al propio Mefistófeles. Los cuatro jinetes invocan al aquelarre en el recinto, una estridencia proviene de la penumbra, licks de guitarra que nos transportan a épocas de ensueño, cerramos los ojos y nos encontramos frente a uno de los profetas del rock: Hendrix. El revival del psicodélico es apropiado de manera magistral por estos eclécticos personajes, un recorrido por bandas como Cream, Jefferson Airplane, Strawberry Alarm Clock o The Crazy World of Arthur Brown. Seremos reiterativos en este punto, la voz y la guitarra tienen el papel estelar, el Anticristo nos susurra al oído lo que sus vástagos gritan: somos ángeles caídos y por ello, nada humano nos es ajeno.
Estamos en un mundo post-apocalíptico e Immortan Joe desde las alturas profesa palabras que nos llevarán a un lugar añorado, queda claro que él es el redentor, será por su mano que emergeremos de las cenizas de este mundo. Así es como The Bunyans se presentan frente a nosotros, un faro que ilumina nuestra travesía en un mar de arena que desafía al tiempo.

Los quasares son condensaciones del legado cósmico, Night Beats establece una agricultura con ellos; el campo se nutre con maná mientras la atmósfera vibra con una impronta vigorosa. Este power trio originario de Seattle que en realidad ya es un dúo, nos sorprendió con una noticia que no nos esperábamos: Robert Levon Been de Black Rebel Motorcycle Club tomó el estandarte que hacía falta y lo levantó como Gandalf en su heroica aparición en el Abismo de Helm. Ahora sí, la agrupación se encontraba consumada: Lee en la guitarra, James en la batería y Robert en el bajo, permitiéndose así perforar la bóveda celestial a través de acordes que descienden de la luna mediante caballos argentos; el centro galáctico se proyecta en el escenario gracias a los testamentos visuales de The Mad Alchemy Liquid Light Show.

Lee es el centinela cauteloso de la noche, James está en trance en una marcha incesante y Robert blinda el alma de las canciones a través de sus irrestrictas cuerdas. Es equivalente a si los Black Lips consumieran ácidos como si fueran caramelos. El tiempo deja de ser un elemento de la naturaleza para resurgir como una convención que toda la audiencia se permitirá ignorar por la próxima hora. La ejecución es precisa, la intención es demoledora, un miasma de colores, olores y sonidos inunda al Foro Indie Rocks, sin duda es nuestro mejor jueves en mucho tiempo.

Recordemos a Jeff Lebowsky en aquél paraje onírico en el que seduce a La Valkiria, todo en un ambiente muy noventero y repleto de referencias cannábicas. Es ineludible, la psicodelia inunda el ambiente; empieza siendo una dama etérea que nos guía a través del Mito de Sísifo y termina siendo un modus operandi indispensable para sobrevivir al terremoto musical que está cicatrizando nuestras almas. Indudablemente Night Beats podría ser el soundtrack de cualquier película de los hermanos Coen. Escenas que nos sugieren que la realidad no siempre es como se presenta ante nuestros ojos, hay veces en que se transforma y adquiere distintas texturas o colores.
La noche del pasado jueves 4 de agosto presenciamos el acto de tres camaleones que se camuflageaban para acercarnos a lo único que es tangible en la oscuridad: la música. Sólo nos queda agradecer a Mirador y al Foro Indie Rocks por una velada espectacular.


Piedad para aquéllos que exploramos la frontera de lo irreal.