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Postal 78. Huele a mar

- Por: helagone

por Erika Arroyo
@WooWooRancher

Esto que acabamos de escuchar lleva por nombre Splish Splash, un remojón sonoro a cargo de Bobby Darin que nos salpica esta noche para invitarnos esta noche a leer la postal que da lugar a esta emisión.

Con un poco de doo-wop tomamos vuelo para seguir en este pasaje playero a Ema, que en este preciso instante verifica si las rayas o los puntos le van mejor a su pálida piel.


Los rizadores han renunciado a su labor con tanto cambio de atuendos. Se escurren silenciosamente por las sienes liberando algunos mechones de cabello que parecen espaguetis mal cocidos.


La radio local transmite en vivo un programa especial de agrupaciones juveniles. Los gritos de los fanáticos acompañan a la bella Ema, quien ahora elige sombreros de una enorme pila que se desparrama.


La melodía del camión de los helados llega como ruiseñor hasta la ventana de Ema y se cuela por sus papilas gustativas como un encantador de serpientes. Babea. Babea y sufre porque aún no encuentra las sandalias que utiliza para ir a la playa. El blues del sabor tiene lugar en su habitación.


Un auto para en la esquina, justo debajo del edificio. Sus pasajeros ríen a carcajadas mientras escuchan guitarras distorsionadas.


El elevador tarda mucho. Si tan solo Ema hubiese elegido calzado cómodo este momento no sería tan eterno. Ema aprovecha el ligero reflejo de la superficie metálica para revisar si sus dientes están a salvo de restos de comida. El desayuno fue generoso y cargado de vegetales verdes. Se iluminan los números de los pisos recorridos. Oh, no, se ha detenido en el cuarto sin señal de avance.

El camino a la playa está lleno de gente. Los niños cargan pelotas gigantes y perfectamente redondas, de plástico brillante. Las madres, bolsas enormes con mudas de ropa y comida.


Con sus lentes oscuros que le cubren los pómulos, un sombrero que parece paraguas, unas sandalias con detalles en charol, brillo labial y una pequeña maleta con una toalla, bronceador, un refresco de cola y una sonrisa enorme, Ema se va sumergiendo en la arena.

Arena en la entrepierna, enrojecimiento en la piel y agua en los oídos… Huele a mar y eso, sí, eso le gusta a Ema.

postal78v