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Festival Aural: el sello ha sido roto

- Por: helagone

por Alan Heiblum
@AlanHeiblum
Foto de Ray Marmolejo
Ni meter más saña ni regresar las señas; reseñar viene de resignar. ¿Cómo, entonces, llegó reseñar a significar la transcripción de información y resignar la renuncia a pelear contra la adversidad? Desconozco la respuesta pero no por ello dejaré de escribir lo siguiente. Sin falta, las cartas latinas iban selladas y el verbo resignare se utilizaba para denotar la ruptura del mismo. Está acción tan minúscula como grave da lugar a dos escenarios principales: una vez que el sello ha sido roto, la garantía queda anulada y no queda más que resignarse al contenido de la carta; una vez que el sello ha sido roto, la carta puede (y tal vez debe) ser copiada o reseñada. He ahí los dos caminos que siguieron nuestras palabras y he aquí un brevísimo uso de las ellas.
El cine en 3D se ha hecho de un nicho obligado en la producción cinematográfica. Desde las insufribles producciones de Hollywood, hasta la Pina de Wenders, el adiós al lenguaje de Godard o el amor de Gaspar Noe, pareciera que seguir pensando en términos de una panatalla bidimensional es un error. Así lo consideraron los particulares productores de Arsfutura el pasado 1 de noviembre cuando decidieron llevar todo esto al paso siguiente. A diferencia del típico formato que necesita de lentes para lograr el efecto, Arsfutura logró la proyección tridimensional de un escenario de concierto en plena sala al aire libre de la Cineteca, y todo ello sin mayores intermediarios. Esta singular “proyección”, con una duración sorprendente de seis horas, nos envolvió en un concierto único y totalmente gratuito, donde la luna amarilla de un cielo morado hizo de transición a la voz de Iraida Noriega y la primera gota de lluvia se contuvo a que sonara la última nota del piano preparado de Haushcka. Gracias.
A un mes de distancia, el cine-concierto se volvió real incluso afuera de las reseñas de los periodistas que, a ojo de buen cubero, debieron llenar un tercio de la audiencia del festival Aural. Pero no es este el espacio para desarrollar la trama de un mundo –que aunque futurístico cada vez luce más cercano– donde todos son prensa, sino el espacio para dedicar unas cuantas palabras, por ejemplo, al virtuosismo del tecladista Jon Medeski. Mientras que el sábado 3 de diciembre en el Lunario nos ofreció con Simulacrum lo que pudiera describirse como un simulacro progresivo de la pieza Volumina de Ligeti, el domingo 4 en el auditorio Blackberry y en conjunción con Lee Renaldo, Kenny Grohowski y Mike Rivard, sonorizó sin mayores matices pero con bastante tino esos calzadores con los que siglo XX se probó sus primeros zapatos: las películas de Méliès.