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#Drakkar XII: El Clan

- Por: helagone

Por Vikingo Morales @vikingomorales y Diego Vidal-Cruzprieto @vidaleando

Drakkar: una embarcación de casco trincado que data del período comprendido entre los años 700 y 1000. Fue utilizada por los escandinavos, sajones y vikingos.
En NoFM el Drakkar se transforma en un navío sónico que semanalmente zarpará para contar una historia a través de música seleccionada a manera de relieve y la tripulación trazará la cartografía del mar.
Tal vez algunos de nosotros debemos ir a través de oscuros y tortuosos caminos antes de que podamos encontrar el río de la paz. Yo Ragnar Lodbrok, hijo de Sigurd Ring, heredero de Randver, rey de Dinamarca y conquistador de París les contaré una historia: mi historia

Desde el día de mi nacimiento supe lo que significaba ser un rey, lo supe desde que la sangre de mi padre empezó a correr por mis venas. La moneda de cambio por el trono de mi padre fué la vida de su tío en la batalla de Brávellir, su victoria lo coronó como soberano de Dinamarca y Suecia. A pesar del terrible camino al trono de mi padre, mi nacimiento fue un momento feliz y nunca me molestó la idea de que algún día yo también sería un rey.

No puedo decir que haya sido fácil, el camino al poder nunca lo es. O que no me haya sentido confundido o solitario después de todo, soy un vikingo. Para mi fortuna el sonido de los remos golpeando el agua se convirtió en el remedio que liberaría mi corazón de cualquier duda, de cualquier angustia. El haber sido un conde fue el eslabón fundamental en la ruta a la gloria que por nacimiento me pertenece, el suelo de Kattegat me invoca por medio de las perseverantes aguas del Báltico. Éste vacío custodiado por inclementes felinos es el temor de todo marinero que pretenda atravesarlo para llegar al Nordsee, sin embargo en mi designio voy a llenarlo. Tener esta responsabilidad sobre mis hombros jamás impidió cuidar de mi clan, mi pueblo, este estrecho que es el hogar de muchos vikingos y valkirias fue mi primer familia y a ésta se le debe un respeto y cuidado peculiar. Una lección otorgada por la gracia del padre de mi gente y particularmente el mío: Odín.

Los vikingos sabemos muy bien lo que es pertenecer a una familia, para bien o para mal, lastre y bendición. Padres, hijos, hermanos, amigos, criados, hermanos jurados, parientes adoptivos y esclavos. Todos bajo un mismo techo, compartiendo el mismo pan. El amor que siempre nos tuvimos los unos con los otros nunca nos permitió olvidar, que antes que una corte o una casa real, éramos una familia. Será en esta posición de poder en la que seré recordado por la historia como el monarca que llevó a su pueblo a la gloria. Mi saga será escrita y cantada en el salón dorado. Los einherjar me reconocerán no como un rey sino como el hombre que remó por el mar Báltico y conquistó tierras extranjeras. Por lo tanto estoy seguro de que ésta, mi coronación, no es el símbolo de un poder y un esplendor que se han ido, sino una declaración de nuestras esperanzas por el futuro, y por lo años en los que, si la gracia de los Aesir me lo permite, tendré para reinar y ser su dirigente.

Las noticias viajan rápido y más cuando son heroicas. La espada que Odín  puso en manos de Sigmund por fin había dado muerte al dragón Fafner, empuñada por Sigfried, hijo de Sigmund, y a su vez padre de la mujer que me presentaría a: Bjorn, Sigurd, Guthrod, Hvitsärk, Rognvald y a Ivar el deshuesado; todos hijos míos nacidos de ese amor que, durante tanto tiempo me embrujó. No hay rey sin reina, es así que mi deber como jefe de este imperio es gobernar al lado de mi bella esposa Aslaug, una princesa que inspirará al linaje vikingo para llevarnos al gran premio después de la vida: Valhalla. Mi corte se volverá un tablero de ajedrez, pensamientos meticulosos, egoístas y oportunistas viciarán el entorno. Mi reina estará a mi lado pero como mi contrincante, ella pretende ser mi fin moviéndose por doquier, pero de un movimiento brindaré una resolución certera a este conflicto.

El amor tiene muchos disfraces, a veces pasa junto a nosotros sin que nos demos cuenta, hacieńdonos sentir muy infelices cuando nos enteramos que así fue. Mucho peor es cuando sucumbimos a las exigencias de nuestro propio ego, especialmente cuando viene disfrazado del amor. Tyr el valeroso y Thor el poderoso pesan en mi conciencia; quiero que Muninn y Huginn los cuervos mensajeros le digan a mi padre -el de todos los dioses- que me he encargado de limpiar el Midgard de la inmundicia proveniente de los Jotuns. Maté al Lindworm que representaba un obstáculo para lograr mi falso cometido. Casarme por segunda vez no fue un error, el error fue casarme sin sentir ese fuego en mi pecho que me apasionó en tiempos anteriores. Thora fue probablemente aún más bella que mi anterior cónyuge y eso resultó ser un cristal que me cegó sin misericordia.

Mi nombre –Ragnar– proviene de la batalla que acontencerá con el último canto del gallo, el sol se eclipsará en un torbellino de fuego y toda la vida habrá de cesar. Sin embargo, mi legado dista de ser algo funesto. He conquistado el Báltico, desde las Semigalias, hasta las Sambias. Toda mi vida he estado luchando, a veces por causas justas y guerras necesarias, en otras ocasiones mis peleas han resultado ser un tremendo fracaso pero en Francia mi voluntad azotará sus costas sin piedad alguna y en Inglaterra encontraré mi fin, pero nunca mi derrota. Felicidad, no me abandones. Te conozco caprichosa monarca, posándose en las afortunadas flores que encuentras. Escúchame: estoy demasiado atado a toda esta realeza ahora ¿Puedo convencerte de venir a mi lado? Te ofreceré el néctar de cada botón en flor y la miel de cada fruto de la cosecha. Convertiré la tierra en un jardín y el universo entero en un bosque, pero por favor, te ruego, no me abandones.

Nosotros los vikingos veneramos a la mujer, ellas representan no sólo la fertilidad, también el esplendor de Midgard. Somos tan trascendentes que los dioses han hecho sacrificios importantes por mantener nuestra existencia y nosotros los hombres debemos realizar las debidas ofrendas para que ellas nos sigan guiando por el camino correcto. Sin duda Ladgerda es la figura de poder que necesitamos para alcanzar las gloria eterna. No hay amor como el primero, me complace pensar que es así. Que no puede ocurrir dos veces, la fiebre del primer amor. Porque es una fiebre, una carga, una droga que enferma a los que se han vuelto sus prisioneros. Esos que comparten besos, que reciben y dan, mientras cada sonido y color se vuelven profundos y brillantes a su alrededor. Mi reina, mi vida, mi amor. Dicen que la voluntad de un rey es inquebrantable, pero el conocerte y amarte fue escrito por las Nornas cuando tendieron el telar de los destinos. Nuestro vínculo hierve pasión; nació de un cuenco ahogado en la sangre de Frodo y se sostiene por medio de nuestros corazones y el compromiso que tenemos con nuestra gente. Ahora que el amor de mi vida vuelve, estoy seguro de que el clan se inscribirá en la eterna memoria de la historia. ¡Salve Ladgerda, reina de los nueve mundos!

Los vikingos sabemos que el amor es como la guerra: fácil de comenzar y difícil de terminar. Vivimos en un mundo en conflicto, fuimos creados para la aventura, y si no la tenemos, comenzamos a sacar las cosas de toda proporción para que parezca que tenemos una. Todo es válido en la guerra y en el amor. Coraje, coraje por los nuestros.
¡Levántense guerreros, las lanzas se clavarán, los escudos se astillarán, es el día de la espada, el día de todo lo rojo que ha de parir el sol en las catacumbas de nuestros enemigos! ¡Zarpen conmigo hacia el fin del mundo y hacia la eterna gloria, cúbranse de los elevados bálsamos de Idun mientras reclaman su aliento por medio de su valor!
Recito esas palabras con la mayor furia que mi garganta puede producir, mi rugido es escuchado entre mis guerreros que, ahora inspirados, derrotarán a los galos. Mi rostro muestra un gesto de ira y confianza pero mis ojos saben que la masacre que sucederá a continuación será un golpe muy fuerte hacia los números de mi ejército, un golpe devastador para mi reputación, un golpe que nos encamina, a mí y a mi clan, hacia el fin.

Cabalgaré a través del arcoiris y pasaré las puertas de Heimdall. En la casa de Odín yo estaré de pie esperando junto con todos los Einherjars ansiosos por la batalla final. Cuando el sello se rompa en el cielo invernal todos los muertos me seguirán y brindaremos justicia a través de las garras de la tormenta. No lo olviden nunca, los dioses y yo descenderemos cuando los valientes perezcan. Sé que he venido a morir. Aelle me ha capturado y mi ejecución será perpetrada por serpientes hambrientas.
¡Pónganse serenas y claven bien sus colmillos! ¡Van a matar a un hombre! ¡A un rey! ¡A una leyenda! Viví una buena vida, larga y abundante. Amé a bellas mujeres y conocí a todos mis hijos. En tierra tuve a un clan, a una familia. En el mar a mis hermanos.
Todo y nada terminan aquí, voy de paso, a otro viaje, al Valhalla; atrás quedan mis días de mercenario, de atracador, de comerciante; mi espada de guerrero y mi timón de navegante.