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Sleigh Bells o cómo uno termina escribiendo de lo que se le da la gana

- Por: helagone

Por Natalia Szendro @natszendro
Se apagan las luces. La gente grita. El acto reflejo de nuestra generación es levantar el dispositivo móvil en mano, con cámara incluida, para captar el momento en que la agrupación sale al escenario. No me malentiendan, eso no está mal, la memoria es un recurso ya olvidado.
Soy una persona observadora. En ocasiones anteriores cuando he tenido que escribir sobre un concierto, lo menos que menciono es la música. Abucheos. ¿Y por qué lo hago? Bueno, para empezar se requiere de una habilidad narrativa monumental para que yo pueda explicarles con lujo de detalles lo que pasó ahí, cosa que no tengo. Esa tarea es de decenas de blogs que presumen su gran capacidad de adornar una reseña con adjetivos calificativos y opiniones que a todo mundo nos deberían de importar. O no.
No es que no quiera reconocer el trabajo musical de Sleigh Bells, es que parece que es prescindible hablar de ello a la hora de hacer una reseña, tomando en cuenta que sus discos están disponibles para todos a través del bendito internet. Si yo les dijera: la mezcla de sonidos del dúo neoyorkino es el encuentro perfecto entre pop y death metal no les estaría diciendo nada. Es decir, ésta también es una invitación a que le entren al grupo en cuestión y que saquen sus propias conclusiones; sin intermediarios, obviamente.
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Y aquí es dónde quisiera hacer un breve paréntesis y una última reflexión. Cuando hablamos de la música de una agrupación es muy importante plantear si el mensaje, al menos durante una presentación en vivo, ha cumplido con su propósito o meta. ¿Cuál será dicho propósito? Puede ser desde comunicar un argumento profundo hasta hacerte bailar. Pero, ¿qué pasa cuando existen distractores tan evidentes como la mala calidad del audio en el recinto? ¿Se habrá perdido entre ese mar de distorsión y mala ecualización lo que la banda nos trataba de decir? Es posible que para un conocedor exigente esto sea imperdonable, también puede ser que para una persona no tan experta, y que disfruta de la música sin mucha exigencia, no sea tan grave. Pero si eres un completo neófito del tema y vas a que te sorprendan, y resulta que la fidelidad del audio no está a la altura de las expectativas, pues lo más fácil es que no te enganches y que ese mensaje se haya perdido entre los millones de pesos en ingenieros en acústica, que suponemos en el Plaza Condesa contrataron para echar a andar el venue.
En fin, habiendo dicho esto, les dejo las siguientes recomendaciones:
1. No vean el concierto a través del celular. Para ello mejor se hubieran quedado en casa a ver alguna presentación en Youtube. Además, los chaparritos, como yo, corremos el peligro de no ver, tanto.
2. Escuchen la música, digan no a las reseñas. Hay que aceptarlo, las reseñas eran un recurso increíble cuando no existía internet. Podíamos leer al menos 20 por semana, esperábamos a que llegara el disco los siguientes 6 meses, y después de 4 años podíamos disfrutar del concierto de dicha banda tan añorada. Ahora el concierto está al alcance de la mano, no necesitamos ni siquiera comprar boletos. Y mucho menos necesitamos que un montón de gente “conocedora” nos diga por qué el sonido etéreo de la banda es la resurrección de los cantos de los delfines masacrados por los japoneses. Es broma.
3. Y asegúrense de estar a la altura de la consola a la hora de ir a un concierto. Traten de decidir si son capaces de sacrificar buen audio por buen show, al menos en el Plaza Condesa. Yo sí lo pensaría dos veces antes de ir a un concierto ahí.
Les dejo a continuación el setlist de Sleigh Bells. Échenle una oreja y luego me platican a qué les sonó.
SETLIST:
1. Minnie
2. Comeback Kid
3. Tiger Kit
4. Crown on the Ground
5. Bitter Rivals
6. Love Sick
7. Kids
8. Demons
9. Born to Lose
10. You Don’t Get Me Twice
11. Riot Rhythm
12. Infinity Guitars
ENCORE:
13. Young Legends
14. Sing Like a Wire
15. A/B Machines