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¿De dónde surge la Libertad de Expresión?

- Por: helagone

Después del terror de los monarcas absolutos, el esquema de una versión única se desgastó tan rápido como las coronas y los títulos nobiliarios.
La Revolución Industrial y la democracia, dependientes una de la otra, encontraron en las libertades del individuo el sustento ideológico adecuado para imponer un nuevo orden: ahora el ciudadano podría poner cara al poder y mostrar, utilizando herramientas legales y legítimas, su forma de pensar.
Nacieron así los derechos básicos del ciudadano que tanto costó conseguir. La libertad no se otorga, se consigue, no se tiene, se practica.
La libertad de expresión es un gesto indispensable de las sociedades democráticas y horizontales. Es quizá la sustancia de las sociedades democráticas.
La libertad de expresión es la facultad que tenemos los ciudadanos para llevar discutir sobre el Asunto Público y por la que se genera un contrapeso al poder -político, económico-, es decir, es nuestra herramienta para decir “no, eso está mal”
Al comienzo de la vida independiente de Estados Unidos, los ciudadanos entendieron que el pacto social se mantendría de mejor manera al amparo de la transparencia y la Libertad. Por ello, la Primera Enmienda a la constitución estadounidense protege al individuo en sus derechos de expresión y credo, para garantizar la libre y absoluta participación de todos en el la melodía coral de la sociedad.
Louis Brandeis (1856-141), juez de la Corte Suprema, lo apuntó con eso reflexión que otorga el tiempo:
“Los que conquistaron nuestra independencia creían que la meta final del Estado era hacer hombres libres para desarrollar sus facultades, y que las fuerzas de la deliberación prevalecerían sobre la arbitrariedad de su gobierno”
Justo eso, la Libertad de Expresión consagra los derechos de libertad de información, de prensa, de credo, es una libertad que junta a otras; además es sustancia inalienable de nuestra esencia.
John Emerson, auna en el tema y añade las libertades de reunión y asociación como coronarios indispensables de la libertad de expresión.
Los estados totalitarios o en los que el poder económico ejerce una mordaza contra su prensa y ciudadanos, atentan contra los derechos más básicos del individuo. El derecho a decir, gritar, quejarse, discernir, develar, señalar, disentir, es materia fundamental del mundo democrático, de una sociedad más justa y libre. Hacer lo contrario es limitar el desarrollo básico de las personas.
A pesar de los terribles deslices como el Macartismo en los años cincuenta del siglo pasado, la constitución estadunidense sirvió como ejemplo para otros países. Cierra el juez Brandeis sobres los redactores de la primera enmienda: valoraron la libertad como fin y medio. Creyeron que la libertad era el secreto de la felicidad, y el valor, el secreto de la libertad.