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#Monorriel. The Simpsons 6 x11. "El chiste desdoblado de Guy Incognito"

- Por: helagone

Por Christopher Nilton Arredondo
@niltopher
La columna se llama Monorriel por una causa muy evidente. Así como la novela cervantina inaugura la modernidad en la narrativa occidental, Los Simpson ponen en marcha una novedosa concepción del entretenimiento familiar. Por esa razón, la columna habrá de dedicar muchas líneas en repetidas ocasiones a este longevo dibujo animado.
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Un chiste, entendido como una narración breve, tiene poco espacio para más de un efecto chistoso que, generalmente, llega al final. El cine y la televisión de comedia han desafiado esta convención con chistes situacionales en los que se concatenan momentos de risa: una situación genera reacciones graciosas, como chistes separados, que vemos uno después de otro; por ejemplo, la caída de un personaje (un chiste) que causa que otros tropiecen, donde cada caída sería un chiste nuevo.
Pero ¿puede haber más de un momento de risa al interior de un solo chiste?, ¿puede haber más de un efecto chistoso al interior de su anatomía compacta? Si el chiste, para alcanzar su efecto, rompe un contexto lógico con la intervención de un acto torpe e ingenioso a la vez, entonces es posible alcanzar más de un efecto chistoso dentro de un chiste. El truco está en “desdoblar” o “desplegar” el chiste, cortar no sólo las expectativas comunicativas serias de un chiste sino también sus posibles efectos graciosos. Dos chistes en uno, en el que el segundo se vincula al primero por el efecto chistoso sorpresa, que aguarda al final del primer momento de carcajada. Es un procedimiento arriesgado: mal ejecutado, las risas del primer chiste terminarían pronto tras un fallido intento del segundo.
Esta estrategia se ve frecuentemente en las aventuras de Los Simpson desde hace muchos años; seguro el público recuerda muchos de estos “chistes desdoblados”, que en otra caricatura se quedaría en un chiste simple. Pero no está de más un ejemplo, no el mejor pero sí uno bueno, que llamó mi atención por hallarlo, tal cual, en otra caricatura de gran popularidad entre el público infantil.
Homero ha sido desterrado del Bar de Moe por una mala broma. Luego de ver un montaje gracioso de su búsqueda de otro bar, creemos ver a Homero entrar a Moe’s con un bigote falso, ropa elegante y el alias Guy Incognito (Cosme Fulanito en Latinoamérica). Al igual que nosotros, los de la taberna también creen reconocer a Simpson y lo echan a golpes; hasta ahí el chiste marcha bien, pero fuera del bar, con Guy Incongnito noqueado en la banqueta, vemos a Homero pasar cabizbajo al lado de su gemelo idéntico.

Después vendrá otro chiste, típico de la personalidad de Simpson, en el que resta importancia al hallazgo del doble por un asunto más trivial, pero el momento de verdadera sorpresa vino antes, cuando el público que estaba risueñamente convencido de que Homero había fracasado una vez más en su plan de embriagarse, ve brotar de ese chiste otro que rompe con lo que sabemos de comedia en televisión.
La prueba de que la serie, creación de Matt Groening, representa un momento de vanguardia en televisión será la pronta asimilación del recurso por parte de otros, como Bob Esponja que, en el episodio “No Weenies Allowed” (Temp. 3, Cap. 8) reproduce casi por completo el chiste de Guy Incognito al intentar entrar a un bar, famoso por la rudeza de sus comensales.
Los Simpson podrán dejar de ser la caricatura favorita de muchos luego de sus últimas temporadas y frente a otros dibujos más recientes habrán perdido algo de su vigor original, pero espero que estas líneas den cuenta de su carácter de indispensables.