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#BallenasBlancas. Mercedes Peón: cartografías sonoras desde y a través de la periferia

Concierto de mercedes peón en el Festival Intercéltico de Lorient

Decía el filósofo transterrado José Gaos que en la mano es posible encontrar a la humanidad entera. Con las manos asimos, tocamos, transformamos; somos manos y somos lo que pasa por nuestras manos.

En nuestro hacer hay relaciones y contradicciones, hay intentos. ¿Qué humanidad se nos devela frente a la leña ardiente en un horno de barro, a bordo de un automóvil que avanza sobre una carretera o al escuchar un chorro de agua cayendo al interior de un vaso de cristal? ¿Qué humanidad brota entre los pasos de una muiñeira o entre saetas?

Somos el choque entre el martillo y el clavo, el golpeteo de un tacón en un tablón, los gritos que lanzamos. Nos escuchamos en el momento en que somos emitidos, como sonidos, como ruidos, como silencios, somos construcciones y nadamos entre construcciones, las nuestras, las de otros.

A propósito del lanzamiento de Deixaas, su más reciente disco, la polifacética etnomusicóloga, multiinstrumentista y artista gallega Mercedes Peón compartía su fascinación por los sonidos de un astillero en Oza dos Ríos. Ese lugar donde radica actualmente y que forma parte de La Coruña, cuenta con un paisaje sonoro que ha atravesado, como lo haría un río con montes y montañas, su música: “me impactó mucho el sonido de los metales, cómo se creaban espacios, polifonías. Y la humanidad que hay allí.”

Basta asomarse a ese trabajo editado el año pasado o cualquiera de los que conforman su discografía, en cualquier orden, para leer las manos de Peón. Durante décadas se encargó de recopilar y recuperar la música tradicional de Galicia, conocedora de la geografía del noroeste de la península ibérica, grabó en miles de cassettes los cantos, las danzas, las conversaciones, el viento, el campo y la ciudad, las interpretaciones locales de composiciones y los sonidos emitidos por diversos instrumentos de múltiples épocas para dibujar un mapa audible y propio, una raíz propia, como ella misma dice, hecha de muchas raíces, que sostiene una de las sensibilidades más geniales

Crear desde la tensión

Pionera en la formación de grupos de pandereteiras, ha formado parte de escuelas y asociaciones orientadas a la enseñanza musical. Sus cinco álbumes como solista son paisajes y postales sonoras, exploraciones musicales, lingüísticas e identitarias; cual cuerpo bajo la luz de la vivisección, su obra conduce al escucha por un fluir imparable de ritmos, instrumentos, voces que se funden y transitan de un lugar a otro.

Desde su perspectiva, la tensión es un motor, relacionarse con el mundo a través de ella ofrece un acercamiento crítico a uno mismo y por ende, determina nuestra visión del mundo: “puedes ir a investigar otra cultura, pero lo fundamental es que hables su idioma. Y tienes que saber que al conocer esa cultura lo que haces es juzgar la tuya”.

Para ella, el idioma constituye un poder único, el poder de los deseos primigenios y por ende, resulta fundamental en su música la integración de lenguas y lenguajes a experiencias encarnadas -como denominará a los entendimientos más allá de los idiomas-, entre comunidades de la geografía que sean.

Tambores, bajos eléctricos, gaitas, marimbas, baterías, saxofones, clarinetes, panderetas, sintetizadores, la dualidad vanguardia/folclore que permea su obra es el resultado de esa oposición de fuerzas que es constituyente de su propia identidad.

Entre lo local y lo global, las costumbres y la experimentación, la duda y la certeza, los cantos de las aves y la poesía en voz alta, los aturuxo y los susurros, la electrónica y la música acústica; Mercedes Peón pide “distinguir entre tradición y tradicionalismo: la tradición es libre, no estática. Evoluciona hacia un mismo sentido con cambios insensibles, todo el mundo aporta. En Galicia está la tradición viva, está el folclore, con los grupos que están representando nuestra tierra basándose, o no, en la música y en la danza tradicional. Y después está la música folk, donde parece que entra todo el mundo. Hay que tener mucho cuidado. Alguien que imite lo que escucha en las aldeas y suba a un escenario y diga que es música tradicional… Eso es una performance de música tradicional.”

El cuerpo en el sonido y el sonido en el cuerpo para Mercedes Peón

En su mar de sonidos, Mercedes crea oleajes de sensaciones, de polirritmos. Cercana al ritmo del flujo sanguíneo, su música es capaz de inducir al trance, de suspender por un momento el tiempo. Su método de canto, su forma de respirar, la coloca ahí, es un lugar desde el cual parte y al cual se dirige de forma cíclica: “en el momento en que subo a escena estoy instalada en el trance. Salgo con esa intención, tener el trance yo. Para expandirlo. Salgo con esa actitud.”

Su capacidad de crear y evocar encantó al coreógrafo Roberto Oliván, quien la invitó en 2008, a tan solo un año de haber lanzado su tercer disco Sihá, a diseñar, junto al acordeonista José Luis Romero, un espacio sonoro para Kiosco das Almas Perdidas, pieza dancística con un enfoque multidisciplinar e inspirada en la atmósfera del barrio de Vigo, habitado por pescadores, prostitutas, intelectuales y gente muy pobre.

Construcciones, sin más

El compositor es un organizador de sonidos que, al enfrentarse no sólo al campo sonoro, sino también al campo entero del tiempo, ningún ritmo se le escapa.  El principio de organización que rige su quehacer da cuenta de su pensamiento.

Articula, desarticula, construye y destruye sentidos. Peón organiza, pero también es ella misma y su pensamiento una fuente sonora inagotable. Escucharla cantar, tocar una incontable variedad de instrumentos o hablar nos pone ante un mosaico compuesto de múltiples colores y formas. De nuevo, la mano humana muestra su palma abierta, ofreciendo sus líneas, accidentes, pliegues y adherencias.

Retirar las ideas adheridas como tapiz mental, alejarse del centro para mirar desde otros lugares, “soy una cría, ‘pequeña mamífera’, porque es lo que somos todos. Ellos, ellas, lo que sea, somos crías. Utilizo el femenino para volver a las periferias, otra subjetividad.”

Finis Terrae le decían al punto más alejado del mundo conocido. El lugar desde y a través del cual canta y toca Mercedes Peón se ubica en los confínes de la tierra con el agua, ahí donde la sonoridad de una palabra local baña de parecido a las palabras que se dicen en otras localidades tan alejadas como Galicia, donde unas y otras son capaces de construir puentes y de ser puentes en sí mismas: “nací en los Castros, en Coruña; vivo en Oza dos Ríos, también Coruña; Coruña está en Galicia. Pero Galicia es una construcción: podría ser hasta parte del Bierzo, parte de Portugal o Portugal toda. España también podría ser Portugal, o solo parte del País Vasco… Al final estamos hablando siempre de construcciones.

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por Erika Arroyo – @_earroyo

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