TODO MENOS MIEDO

EN VIVO

EN VIVO

“A la George Harrison”, disertaciones sobre melodías y guitarras

- Por: helagone

Por Christopher Nilton Arredondo
@niltopher
Aunque virtuosos de la guitarra siempre ha habido en la música popular anglosajona, la aparición de los Beatles y su George Harrison fue decisiva en cuanto a las exigencias técnicas del guitarrista de rock n´ roll y luego de rock-pop y sus derivados. No es que Chuck Berry o Carl Perkins no fueran grandes guitarristas, más bien el género en el que desplegaban su talento comenzó a mostrar limitaciones.
Pero es curioso que precisamente George haya impulsado la exigencia técnica del guitarrista de rock-pop, siendo un ejecutante no-virtuoso. Por lo que sabemos de sus anécdotas vitales, a George (diferente a Paul, Ringo y John) no se le daban las cosas fácilmente; más bien era luchón y practicaba hasta sangrar los dedos (quién sabe si esta expresión era puro sentido figurado o no).
Tocar en la guitarra una pieza compuesta por George Harrison implica muchas veces buscar un acorde desconocido, sin contar las figuras rítmicas o compases “raros” de influencia hindú que el beatle místico usaba. Pero una vez superado eso, la diversión continúa: en el repertorio de Harrison (Harri-songs) hay varias piezas en las que el acompañamiento de guitarra hace parcialmente la melodía principal. Con los Beatles, están la clásica “Here comes the sun” y también “If I needed someone”. Luego, como solista, hallaremos “Gone Troppo” o “Life Itself”.
En “Here comes the sun” el acompañamiento hecho por una guitarra acústica, sigue la melodía que hace George, (“Here comes te sun, do do do do”, cántenla, que sí se la saben). Es preferible tocar el acorde con los dedos en lugar de rasguear con plumilla. La melodía tiene este aspecto:
Figura0
Sin embargo, la introducción con la guitarra tiene este otro (pongamos atención a los valores rítmicos dejando de lado la cantidad de notas):
Figura1
La idea es rellenar los espacios de las notas largas de la voz con subdivisiones pequeñas en la guitarra, tocadas ágilmente y acentuando la melodía; una ejecución rica en matices que no se aprecian entre los oyentes menos apegados a la música, de esos que según Lester Bangs “piensa(n) en la música (si es que piensan en ello alguna vez) como un acompañamiento de las cosas realmente importantes de la vida”. No se está descubriendo el hilo negro en este artículo, el recurso descrito es muy usual en toda la música del planeta, pero en George tiene la característica distintiva de pulsar el acorde con todos los dedos, frente a otras estrategias como, por ejemplo, la de Bert Jansch, en la que el chiste es hacer ligados ascendentes o descendientes (hammer-on, pull-of o bend-up, para los guitarros angloparlantes) entre las notas largas.
En estas piezas de sencillez aparente, en las que el compositor se aleja de lo polifónico, George reta la destreza del ejecutante.
Recién tuve en mis manos una partitura para piano de “Your Love is Forever”, otra pieza en la que George imita la voz con el acompañamiento, aunque esta vez sí hay rasgueo sobre el acorde. Jugando con una guitarra, hice garabatos sonoros para ejemplificar mi teoría del punteo de George. En esta figura van los valores rítmicos de la melodía:
Figura2
[audio:http://nofm-radio.com/podcast/audiofigura2.mp3]
Luego, su respectivo “arreglo a la George”, con notas intermedias pulsadas sobre el acorde para rellenar silencios:
Figura3
[audio:http://nofm-radio.com/podcast/audiofigura3.mp3]
Insisto en que el recurso no es un invento espontáneo, existe desde antes de la beatlemanía, pero en la medida en que George Harrison cobra notoriedad, el recurso se extiende. Parientes de esa forma de componer canciones son, por ejemplo, “Iron Man” de Black Sabbath, en donde el riff y la melodía vocal son prácticamente lo mismo; otro ejemplo mucho más “georgie” y más reciente es el tema de 31 MinutosTangananica, Tanganana”, en el que incluso la guitarra hace vibratos y glissandos como con slide, otra técnica por la que es célebre nuestro beatle.
La idea, como dije antes, es rellenar huecos con notas intermedias, tocadas más suavemente para resaltar la melodía principal, un ejercicio divertido y con cierto grado de complejidad para quien aprende a tocar la guitarra o para el compositor que quiera crear una pieza de sencillez audible pero engañosa a la vez.
Hay mucho más por revisar en las técnicas de George Harrison pero, por ahora, bastarán estas líneas para aproximar al lector que no toca ningún instrumento a un aspecto de la ejecución de la guitarra que bien puede crear interés, sorpresa o incluso debate, lo que sea que arroje nueva luz a la obra de un músico tan interesante y subestimado.