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#BallenasBlancas. María de Zayas: las armas son las letras

¿Quién fue María de Zayas? ¿Por qué leer sus novelas ahora, cuatro siglos después de haber sido escritas? ¿Qué nos dicen a las mujeres de estos tiempos sobre nuestro lugar en el mundo?

En 1637, María de Zayas, o la “dezima musa” como la llamaba su amigo Juan Pérez de Montalbán, publica sus primeras Novelas amorosas y ejemplares en Zaragoza. Se desarrollan a partir de un sarao de entretenimiento, en el que se reunen personajes a contar historias. En esta primera colección incluye diez relatos en los que el amor es el resorte de la acción y en los que busca prevenir a las mujeres de los engaños de los hombres.

Sin embargo, este rasgo se manifiesta con mucha mayor fuerza en los Desengaños amorosos de 1647, la segunda colección de novelas cortas, en la que los personajes femeninos son las únicas que pueden narrar las historias y en la que parece casi una obsesión hacer ver a la mujer las crueldades del hombre. Se presentan múltiples casos de violencia: castigos injustos, humillaciones, violaciones, abusos. También se presentan finales en los que las protagonistas o huyen al convento –renunciando al mundo–, o son asesinadas por el padre o el marido. Exacerbado es el desencanto y el menosprecio hacia el hombre en esta obra para

Pues, señoras, desengañémonos; volvamos por nuestra opinión; mueran los hombres en nuestras memorias, pues más obligadas que a ellas estamos a nosotras mismas.

Desengaños amorosos, p. 222.

El cuerpo femenino

Zayas muestra la voz femenina desde otra óptica. Cuestiona el dominio masculino en la sociedad del siglo XVII y la violencia sobre el cuerpo de la mujer, prácticas que todavía nos dicen mucho sobre este siglo XXI. La visión del amor en la narrativa zayesca es trágica. Allí vemos que atribuye el impedimento y el fracaso amorosos a la crueldad del hombre, cuya violencia recae en el cuerpo femenino.

La representación del cuerpo de la mujer en sus novelas es a partir de la concepción de cuerpos dóciles y sometibles –en términos foucaultianos–, sobre los que se puede demostrar el poder y dominio masculinos. El cuerpo femenino se convierte en el depositario de los abusos de los personajes masculinos, que encuentran justificación a sus actos al visualizar a la mujer como propiedad, y no como ser humano. Efectos del sistema patriarcal.

Ente ajeno

Sin embargo, Zayas genera fisuras en estas concepciones, pues no sólo afirma que existe una equidad entre el hombre y la mujer, sino que ésta debe tener el mismo derecho a la educación que el hombre, utilizando como argumento que la sangre y el alma son las mismas para ambos sexos, y que por esta razón no puede establecerse ninguna superioridad:

Porque si esta materia de que nos componemos los hombres y las mujeres, ya sea una trabazón de fuego y barro, o ya una masa de espíritus y terrones, no tiene más nobleza en ellos que en nosotras; si es una misma la sangre; los sentidos, las potencias y los órganos por donde se obran sus efectos, son unos mismos; la misma alma que ellos, porque las almas ni son hombres ni mujeres: ¿qué razón hay para que ellos sean sabios y presuman que nosotras no podemos serlo?

Novelas amorosas y ejemplares , p. 159.

En su poética, Zayas afirma que el hombre tiene miedo conocer al otro, ese ente ajeno e incomprensible que es mejor subyugar antes que comprender, y sobre todo, tiene miedo a perder el dominio:  

¿Por qué, vanos legisladores del mundo, atáis nuestras manos para las venganzas, imposibilitando nuestras fuerzas con vuestras falsas opiniones, pues nos negáis letras y armas? ¿El alma no es la misma que la de los hombres? Pues si ella es la que da valor al cuerpo, ¿quién obliga a los nuestros a tanta cobardía? Yo aseguro que si entendiérades que también había en nosotras valor y fortaleza, no os burlárais como os burláis. Y así, por tenernos sujetas desde que nacemos, vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con los temores de la honra, y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas, y por libros almohadillas. ¡Más triste de mí! ¿De qué me sirven estos pensamientos, pues ya no sirven para remediar cosas tan sin remedio?

Desengaños amorosos , p. 364.

Las armas son las letras

Estas enunciaciones son el epítome de las ideas de Zayas sobre la mujer en la sociedad de su tiempo. Si la mujer tuviera desde pequeña los mismos derechos en la educación, podría tener los mismos cargos que el hombre, así como la misma movilidad social. Pero como su función la reduce el hombre sólo a la procreación y a los quehaceres del hogar, en el ideal cultural y cristiano de la figura de mujer virtuosa, se mantiene ignorante, y no puede ni defenderse ni ser libre para decidir la vida que desea.

Para Zayas las armas son las letras. Sólo así se conseguirá una sociedad más justa para las mujeres. Sólo así se podrá crear esa “ciudad de las damas” soñada por Cristina de Pizán (1405) en las querellas de mujeres. Únicamente el movimiento de la conciencia provocado por la literatura hará que la mujer se libere del dominio y los abusos masculinos.

La lectura femenina, explica Stephan Bollman, es un momento íntimo en el que no sólo se entabla una relación significativa entre el libro y la que lee, sino la posibilidad de entrar en un espacio de libertad, así como forjar un sentimiento de autonomía. En el momento de la lectura, suspenden el dominio que la sociedad tiene sobre ellas, y después esa lectura hace calas en la manera en que se relacionan con el mundo:

En las sociedades europeas, apenas ha habido lugar para la vida íntima antes del siglo XVI. Por ello, la práctica y los hábitos de lectura desempeñaron un papel importante en la formación progresiva de una esfera íntima y privada. La mujer que lee en silencio establece con el libro un vínculo que se sustrae al control de la sociedad y de su entorno inmediato. Conquista un espacio de libertad al que sólo ella tiene acceso y gana, al mismo tiempo, un sentimiento de independencia y de autoestima. También comienza a forjarse su propia imagen del mundo, que no coincide necesariamente con la tradición ni con las concepciones masculinas dominantes.[4]   

Las mujeres que leen son peligrosas, p. 49.

Derecho a la palabra

María de Zayas consigue un cambio de pensamiento en sus lectoras, sabiendo que la literatura será el arma de lucha. Al forjar personajes femeninos que se colocan en otro lugar –debido a que poseen voces activas, a que son factores de su propio destino o que plantean posiciones no esperadas para su tiempo–, plantea otros horizontes para las lectoras de las novelas en el siglo XVII, incluso para nosotras en pleno siglo XXI, que las contagian a nuevos pensamientos. La mujer, en este sentido, ya no es la víctima de los abusos masculinos, sino que tiene acción y derecho a la palabra para transformarse y reclamar su libertad.

La llave de acceso a ese estado idílico, pero real –en que la mujer tiene libre voluntad–, es la literatura. Esa es la respuesta que da María de Zayas en cada una de sus novelas: personajes femeninos libres que nos inspiran a ser mujeres libres. Las novelas crean conocimiento y esa es su única moral. La voz femenina inscrita en las novelas de Zayas pone al descubierto una parte de la existencia desconocida o silenciada que canta nuestro derecho a ser libres. Y nos hace cantar junto con ella:

Volvamos por nosotras, unas con el entendimiento, y otras, con las armas.


María de Zayas, Desengaños amorosos, ed. de Alicia Yllera,Madrid, Cátedra, 2006.

_______. Novelas amorosas y ejemplares, ed. de Julián Olivares, Madrid, Cátedra, 2007.

Stephan Bollmann, Las mujeres que leen son peligrosas, Madrid, Maeva, 2006, p. 49.

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Libertad Paredes – @libertadparedes

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