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"Cada vida es un apocalipsis". Daniel Saldaña París entrevista a Kristian North

- Por: helagone

Por Daniel Saldaña París
Oriundo de la isla de Victoria, en la costa oeste canadiense, Kristian North se dio a conocer como líder del grupo de punk Babysitter antes de mudarse a Montreal, donde su sonido maduró hacia un estilo que mezcla el folk con el pop rock ochentero, el nu jazz y unas letras salpicadas de referencias literarias y angustia filosófica. Invitado frecuente de algunos garitos esenciales de la ciudad (como la Sala Rosa o el bar Le Ritz), North grabó un par de casetes de escasa circulación que luego quemó en una hoguera ritual. De las cenizas surgió su primer álbum como solista, The Last Rock and Roll Record (2018), que se presentará el próximo 9 de marzo, inaugurando una gira que llevará a North hacia el sur, a través de los Estados Unidos y hasta tierras mexicanas.
North trabajó cavando tumbas junto a la lápida de Leonard Cohen y ahora es DJ residente en un bar de dudosa reputación en el que a veces irrumpen grupos de motociclistas cocainómanos. Lo conocí en Montreal en una clase gratuita de francés: un entorno culturalmente árido y más bien aburrido. Nos llevamos bien desde el principio y pronto nos hicimos amigos, pues compartimos la afición por el ping-pong y la cerveza mala. Lector casi sibarita de novela negra y admirador del cine de Paul Verhoeven (RoboCop, Basic Instinct), North conversó conmigo por email a lo largo de un par de días, mientras yo fingía traducir un libro sobre la mafia rusa y él fabricaba bongs de cerámica. La plática continuó, cerveza mala de por medio, en una mesa del Nouveau Palais, bajo la mirada indiferente de un zorro disecado.

Daniel Saldaña París: Me gustaría comenzar con tus antecedentes. Eres de Victoria y te mudaste a Montreal hace algunos años. ¿Crees que este cambio afectó en algún sentido tu música? ¿Te sientes parte de una “escena” aquí en Montreal?
Kristian North: No ha habido ningún cambio, los años ha tenido más efecto en la música que la locación. Montreal es más barato, lo cual me ha permitido tener el tiempo y el espacio para concentrarme u obsesionarme con un disco como no había podido hacerlo hasta ahora. Nunca me he sentido parte de una escena en ningún lado.
DSP: Cuéntame un poco sobre cómo nació The Last Rock and Roll Record. Recuerdo que estabas trabajando en el cementerio, junto a un chingo de cabrones italianos fascistas de cuarenta y tantos años, en la época en que terminabas de escribir algunas de estas canciones. Pero algunas otras canciones estaban ya en New Sympathy.
KN: Básicamente lo veo así, Daniel: New Sympathy nunca existió. Agarré las copias que quedaban de ese casete y les prendí fuego. TLRRR es el álbum que estaba haciendo desde el principio. En cuanto a su concepción, lo veo como que empezó hace algunos años, cuando comencé a escribir y grabar lo que entonces se llamaba New Sympathy, y siguió con la creación y fugaz lanzamiento de otro casete, Sunsets to the West, que también eché a la hoguera. Más o menos la misma época en la que cavaba tumbas en el cementerio con los italianos, el verano pasado, TLRRR empezó a materializarse. Me di cuenta de que tenía como el 60 por ciento de un álbum y me pareció muy evidente lo que necesitaba para terminarlo. Es un trabajo mucho más complejo que los otros dos, que considero borrados de la historia. Éste no voy a quemarlo.
DSP: Tengo la impresión de que TLRRR trata algunos temas trascendentales (el amor, la decepción, el proceso creativo) con una cierta ambigüedad. Por momentos parece que parodia algunos de los géneros populares de fines del siglo XX, pero también podría pensarse como un sincero homenaje a esos mismos géneros. El diseño del álbum y el par de videos que has sacado hasta ahora parecen reforzar, en mi lectura, esa especie de sentido de humor sutil, casi secreto. ¿Era esa tu intención o mi interpretación está del carajo?
KN: En última instancia no considero que el disco sea una comedia, pero tiene sentido del humor del mismo modo en que un libro serio o una película seria contienen pasajes cómicos. Dicho esto, no creo que sea una parodia. Me tomé el álbum muy en serio y los ocasionales momentos de grandiosidad del disco pueden sonar humorísticos porque son emocionalmente desbordantes, de la misma manera en que la hiperviolencia de una película puede hacernos reír. En cuanto al diseño y los videos, el arte es un homenaje a los discos de fusión y nu jazz, y no le veo mucho caso a tomarse en serio los videos musicales.

The Pessimist from Maude Deslauriers on Vimeo.
DSP: Me gusta lo que dices de que el disco tiene pasajes cómicos como podrían tenerlos un libro o una película serios. Has mencionado las novelas de detectives como una fuente de inspiración, y también te he oído describir el disco como “verboso”. ¿Te propusiste desde un inicio explorar ese énfasis en el lenguaje?
KN: Bueno, más o menos dominaba la guitarra y una especie de estilo de interpretación libre de cuando tocaba con Babysitter; todos lo teníamos ya dominado, así que me pareció más interesante poner un mayor énfasis en la escritura al proponerme hacer este disco. No creo que sea tan evidente en todas las canciones del disco, y obviamente una parte es instrumental, pero el disco sí tiene una narrativa. Me gustan las novelas negras con mucho argot tipo Dashiell Hammett. Mientras escribía las canciones estaba leyendo muchas de esas cosas y algo de esa influencia se filtró, tomé algo de ese estilo.
DSP: ¿Y sigues tocando con Babysitter?
KN: No. Más o menos. Andy vive en Victoria. Aden de Babysitter está en un par de pistas de este disco, pero Babysitter éramos Andy y yo, y él vive en Victoria. No consideramos que la banda haya dejado de existir, pero hace mucho tiempo que no tocamos. Aunque podría suceder de nuevo. Me gustaría hacer otro disco con Babysitter. Esa era una banda de rock and roll de verdad.
DSP: Algunas de las canciones de TLRRR tienen un sonido muy distinto en vivo —más minimalista y ruidoso, podría decirse—. ¿Cuál era tu idea al comenzar el trabajo de estudio?
KN: Es un disco Hi-Fi. Entré al estudio con una visión muy específica que quería capturar. Esta visión muestra solamente un aspecto de mi música, por lo que a mí respecta. Cuando toco en vivo estoy más comprometido con hacer un performance en evolución, y me aburro rápidamente.

DSP: Hay dos canciones a las que vuelvo una y otra vez, “Boxed in Set” y “Artworks”. Ambas tratan, de distintas maneras, del proceso creativo y las ansiedades que provoca. ¿En qué estabas cuando las escribiste?
KN: “Boxed in Set” la escribí cuando sentía mucha ansiedad en torno al proceso de escritura, en mitad del invierno. Es una canción sobre la duda escrita en el purgatorio creativo. “Artworks” es la última canción que escribí para este disco. Es más positiva pero también habla del síndrome del impostor y del arte como escapatoria de la realidad. Ambas canciones van de la mano en este sentido, tienes razón.

DSP: O sea que estabas leyendo novela negra, viendo películas de terror y cavando tumbas en el cementerio de Mont-Royal mientras trabajabas en el disco (supongo que poco después de que enterraran ahí a Leonard Cohen, ¿cierto?) Pero a pesar de la naturaleza apocalíptica del álbum, éste tiene mucho contraste y, por momentos, un tono casi edificante. ¿Debemos asumir sin más la inminencia del fin del mundo?
KN: No sé si deberíamos asumirla con los brazos abiertos, no. Me sentía muy apocalíptico cuando estaba terminando el disco, pero no estaba hablando realmente de la situación de la humanidad, hablaba más bien de un apocalipsis personal. Cada vida es un apocalipsis. Pero en última instancia, quiero que el título del disco se lea como una pregunta.

DSP: En un principio pensé, por conversaciones previas que tuvimos, que tenías en mente un “fin del mundo” objetivo al hacer el disco.
KN: Sentí que estábamos ante un apocalipsis real en aquel momento [verano-otoño de 2017], eso es lo que me llevó a pensar en el apocalipsis, pero no creo que el disco hable del tema a ese nivel. No es un disco político, es más bien un disco personal. Aunque sí hice una equivalencia entre el apocalipsis mundial y un apocalipsis personal por el que estaba pasando. Para mí, se sentían relacionados. A menudo cuando creas algo hay una sensación de “final”, ¿sabes? Como que sientes “esto es el fin”. Y en ese momento el mundo se sentía de un modo parecido.
DSP: Sí, y supongo que a veces sientes ese “final” porque llegaste a un lugar al que estabas tratando de llegar desde hace mucho.
KN: Totalmente. Y es un buen sentimiento. Pero también tiene una parte deprimente, que es que probablemente nunca vas a hacer lo mismo de nuevo.
DSP: Eso es algo que me gusta de tus letras: reflexionas sobre el proceso creativo de un modo con el que me identifico: con mucha ansiedad.

KN
: En algún punto mientras hacía el disco me sentí muy ansioso, sí.

DSP: ¿Sientes a veces que el aspecto público de hacer arte juega en contra del aspecto personal?
KN: Sí, no coinciden. Se espera del artista que sea un empresario o algo así, y eso no tiene ningún sentido. Necesitas descender a un espacio muy personal y luego es imposible salir a “vender” eso a otras personas. No es una expectativa realista. Yo realmente no entiendo cómo un artista lleva esta otra vida de ser una celebridad online simultáneamente, por ejemplo. Es demasiado invasivo.
DSP: Tienes que bajarle el volumen a todo eso…

KN
: Tienes que hacer cosas que sean satisfactorias para ti mismo, al final. Y ese “satisfacerte a ti mismo” siempre ha sido, al menos para mí, opuesto a la idea de satisfacer a todos los demás. No son la misma cosa. Para terminar un disco prácticamente tienes que aislarte de todo durante un tiempo, pero cada vez es más difícil hacer eso… La búsqueda de la actualidad quita tanto tiempo como la búsqueda del conocimiento o de la individualidad. Si quieres estar siempre al día tienes que dedicarle seis horas diarias a eso.
DSP: ¿Cuáles fueron las dinámicas del trabajo en equipo durante la grabación? ¿Qué esperas de los músicos que trabajan contigo?
KN: Para mí, trabajar con los músicos según sus cualidades funciona mejor que ser el jefe y enseñarles a todos cada parte y todo eso. Soy más un escultor que un arquitecto.
DSP: Nu jazz, new age y música de camioneros: he notado que has estado haciendo una especie de investigación sobre estos improbables géneros últimamente, y en lo personal no sé nada sobre ellos. ¿Te importaría recomendar un disco de cada uno para los lectores de esta entrevista?
KN: Claro. El country de camioneros es un género bastante restringido y tendrías que echarle un ojo a Dave Dudley. No hay influencia camionera en mi disco, pero sí gusta mucho esa suerte de poesía pedestre, un poco como en la pulp fiction de la que tanto hablamos. Me influenció más, en este disco, el country romántico como Waylon Jennings, especialmente el Waylon “con barba”, como diría un amigo mío. El new age y los casetes de camioneros se parecen un poco en el sentido de que ambos iban dirigidos a un público muy específico fuera de la industria musical tradicional, lo cual me parece interesante. Escucho mucho new age como música de fondo y como que se queda ahí subliminalmente —creo que está pensado para escucharse así—. Hay un tipo al que he escuchado mucho, llamado Hennie Bekker, pero en el new age no importa realmente la personalidad. De nu jazz recomiendo a Marcus Miller.