Por Paulina Moreno
@wabisabe
“Horror films don’t create fear, they release it.”
Wes Craven
Hace unas semanas falleció Wes Craven víctima de un tumor cerebral a la edad de 76 años, escribo este #CasoClínico como un pequeño homenaje, dedicado a uno de sus personajes, quizá el más amado y temido. Craven creció en una familia ultra religiosa que mediante su estricta educación intentó suprimir todo lo relacionado a la cultura pop, la sexualidad y cualquier cosa que se pudiera pensar como pecaminosa, el cine estaba prohibido por supuesto. Comenzó su carrera en el cine en la industria del porno pero rápidamente descubrió que su camino fílmico correría hacia el horror.
El universo en el que existe Freddy Krueger es el de lo onírico, vive en los sueños de un grupo de adolescentes en un suburbio estadounidense. En este campo de oscuridad, calderas encendidas y escenarios subterraneos, Freddy es capaz de modificar su cuerpo para seducir a sus víctimas y finalmente tomar sus vidas entre las cuchillas del guante que lleva en la mano izquierda.
Cuenta la leyenda que Freddy Krueger era hijo de una monja que fue dado en adopción a un padre alcohólico y abusivo (que fue personificado por Alice Cooper en la sexta película de la saga de Pesadilla en la calle del infierno). Freddy al parecer tuvo una infancia terrible en la que aprendió mediante la tortura que provocar dolor era una forma de control sobre los otros y sobre su mismo dolor. Al crecer se convierte en un asesino serial de niños, la comunidad donde vivía ante el homicidio de sus hijos decide quemarlo vivo, es entonces donde empieza la historia porque de alguna forma Freddy se convierte en un fantasma obsesionado con el deseo de venganza y desde la fuerza de ese deseo irrumpe en los inconscientes soñadores.
Si para Freud el sueño es la vía regia al inconsciente, para Craven será la vía hacia el infierno de las más bajas pasiones humanas. Sueños o más bien pesadillas fuertemente cargadas de componentes sexuales, violencia, mutilación y un sentido del humor bien retorcido.
En el universo donde el #CasoClínico y el DSM-IV (ambas entidades de absoluta seriedad) se encuentran, el diagnóstico multiaxial que daremos para el caso de Freddy Krueger es el siguiente:
Eje I Transtornos clínicos y otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica:
Pedofília, dentro de los desórdenes sexuales
Eje II Trastornos de la personalidad:
Trastorno antisocial de la personalidad
Eje III Enfermedades médicas:
Quemaduras severas en la totalidad del cuerpo
Eje IV Problemas psicosociales y ambientales
Problemas relativos al grupo primario de apoyo, problemas relativos al ambiente social y exposición a tortura en la infancia.
Eje V Escala de evaluación de la actividad global (EEAG)
Puntaje 1-10 Peligro persistente de lesionar gravemente a otros o a sí mismo, violencia recurrente
Freddy Krueger es un personaje complejo, al parecer Wes Craven se había negado a que fuera caracterizado como un pedófilo, ya que no quería que se pensara que estaba tratando de explotar una serie de casos de abusos a todo tipo a niños que ocurrieron en los 80 en California, justo cuando se encontraba en producción la primera película. Wes decidió que Krueger fuera más bien un asesino en serie de niños; sin embargo, a mi me parece que continúa latente en la obra esa primera idea y que incluso podemos suponerla al observar las formas abiertamente sexuales en que Freddy seduce a sus víctimas hacia la muerte.
El trastorno de personalidad antisocial ya lo hemos abordado en otros #CasosClínicos, Freddy Krueger sin duda cumple con todos los criterios diagnósticos desafiando las “normas sociales” aún en el mundo de los sueños en el que se pensaría en el que todo está permitido. La etiqueta diagnóstica en este caso, como todos, queda corta al señalar únicamente un conjunto de conductas típicas de este personaje de ficción. También podríamos hablar de Freddy como un psicópata, una categoría más de la jerga psi que se ha difundido mucho, pero de la cual no se tiene una definición concreta: según algunos textos, el ‘psicópata’ tendría un marcado comportamiento antisocial, una empatía y remordimientos reducidos, y un carácter desinhibido.
También podríamos dejarnos ir en las interpretaciones sobre esta obra del cine de horror, algunas lecturas que se me ocurren serían:
A) Lo que observamos en las películas son las pesadillas de un hombre con síndrome de estrés postraumático que quizás sí cometió abusos en contra de niños, que fue linchado y quemado por sus padres, y que ahora se encuentra recluido en el pabellón 4 del Fray Bernardino o algún lugar para los “criminally insane”.
B) La joven adolescente que es retratada como presa de Freddy en realidad es víctima de abuso sexual por parte de su padre. Ante tal trauma su psique se ha escindido, creando una realidad alterna en la que la figura de su padre abusador es sustituida por una creación siniestra que aglomera sus miedos y vivencias.
C) Un director de cine de horror lee un par de notas sobre un incidente en algún lugar lejano de Asia en el que se habla de personas que habían reportado tener pesadillas recurrentes y finalmente mueren mientras dormían, escucha una canción junta un par más de referencias y crea una ficción siniestra en la que sublima algunas vivencias de su propia infancia.
Lo cierto es que discutir sobre el diagnóstico de Freddy quizás sería más nutrido en términos de definir si se trata de un fantasma, de un zombie o ya más aventuradamente una especie de súcubo (?) Aunque también sería interesante pensar que Freddy Krueger más allá de ser el otro violento, brutal y en busca de venganza, es más bien una entidad que podría vivir en el interior de cualquier psique, incluso la suya querido lector.
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El #CasoClínico es una lectura personal a la locura, el rock y los personajes de la cultura pop que me gustan, con el fin de ofrecer un remix con elementos de la psicología y el psicoanálisis.
Paulina Moreno
Psicóloga clínica
Contacto: paulinamoreno.g@gmail.com