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Como cuando teníamos 17. Crónica #INMAMABLE de Bersuit Vergarabat en el Plaza Condesa

- Por: helagone

Por: Gabriel Gómez H.
@Chico_Calavera
Fotos: Alfredo Padilla B.
@padre_de_todo
De repente me encontré cantando y brincando con la misma furia de cuando tenía 17 años.
Lo sé, de eso ha pasado ya bastante tiempo. Sin embargo, para nadie es un secreto que la música hace que nos transportemos a otro tiempo (metafóricamente hablando). Que gracias a ella podemos recordar situaciones y momentos de nuestra vida. Tristes o felices, no importa. La música puede rejuvenecernos o avejentaremos a placer.
Justo eso me ocurrió este domingo 21 de junio al acudir al Plaza Condesa a ver el concierto de Bersuit Vergarabat.

La única y última vez que los vi fue hace 14 años en un Vive Latino. Las cosas han cambiado desde entonces. La banda ha sufrido de muchas transformaciones y yo también. Yo ya no soy el muchachito furioso de pantalones caídos, jersey de Argentina y pelos parados que solía ser. Es muy probable que si mi yo de 17 años me viera ahora, me escupiera. Con los años nos volvemos aburridos, nos mesuramos más a la hora de vestir, no escuchamos la música tan fuerte, intentamos llevar una vida más saludable y un sinfín de cosas que “los adultos” debemos o creemos que debemos hacer.
Lo que no cambia es la sensación que se tiene antes de que un concierto empiece. Sin importar la banda o el género, siempre se siente un cosquilleo en el estómago, siempre se siente curiosidad por saber qué va a pasar, qué van a hacer, cómo lo van a hacer y qué propuesta traen.
Los segregados” abrieron el concierto. Son una banda de ska formada en el reclusorio oriente; son ex reclusos que ahora tocan y se divierten. Ante la pregunta “¿qué es la libertad?”, creo que ellos tendrían una buena respuesta.
Mientras tocaban, yo tomaba una cerveza y me quedé pensando en qué será lo que sentirán, qué se sentirá “ser libre” por segunda ocasión.

La noche transcurría y realmente la estaba pasando bien. Mi yo joven pensaría que soy un ruco aburrido. Estaba en una mesa relativamente lejos del escenario revisando mi celular y tomando cervezas.
Los asistentes en su mayoría eran treintones, gente que busca revivir sus viejas glorias aunque sea una noche de domingo. Personas que cuando eran jóvenes también cantaron a todo pulmón “Yo tomo“, “El gordo motoneta” o la clásica “Sr. cobranza“.
La Bersuit es una banda de culto, no tienen tantos seguidores como otras bandas argentinas, sin embargo los que los siguen son fieles y no villamelones. Los de Buenos Aires no se despiden cada año como otras bandas sólo para hacer negocio. Tampoco venden las entradas a sus conciertos en más de 3 mil pesos. Ellos tienen claro lo que es un show, saben encender la flama de los mexicanos, canción tras canción transportaron a los niñores que asistimos al recital a nuestros años de juventud. Hasta el mas serio bailó con “La chaparrita culona“.
Bersuit es la clase de banda que te transmite buena vibra, la clase de banda que se entrega y agradece al público. La clase de banda que bien vale la pena ver, te guste o no. La clase de banda que va a hacer que te la pases bien solo o acompañado. La clase de banda que hace que los niñores desempolvemos nuestros viejos tenis y gritemos con furia: “¡tienen el poder y lo van a perder!”, justo como cuando teníamos 17.