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Construir otro mundo con otro orden social. Crónica desde Totolapan

- Por: helagone

Claudio García

‘Se derrumbó Nueva España’ fue lo primero que dijo un voluntario a la Brigada Mono Verde al llegar al ex-convento de San Guillermo del pueblo de Totolapan en el Estado de Morelos. El voluntario se refería a la destrucción que sufrieron los templos cristianos del siglo XVI que conforman la llamada la ‘ruta de los conventos’, declarada patrimonio mundial por la UNESCO, que se encuentra fuertemente dañada por el terremoto, y de la cual San Guillermo forma parte.
Parece ser que por todos los lugares por donde cruzaron los terremotos de los días, 7, 19 y 23 de septiembre el orden de las cosas y de los símbolos ‘normal’ ha sido suplantado, cuando menos momentáneamente, por uno nuevo que proviene directamente de la conciencia y el corazón de los pueblos. La manera en que este nuevo orden se ha establecido puede percibirse desde la re-significación de los espacios arquitectónicos de Totolapan. Tan pronto llegó la Brigada Mono Verde se encontró con el problema de a quién entregar la ayuda.
Una primera opción se encontraba en el Palacio Municipal, el edificio más grande del pueblo, que funcionarios y miembros de la sociedad civil han transformado en comedor y centro de acopio. Decenas de brigadistas entraban y salían del recinto, mientras mujeres de brazos y manos incansables continuaban preparando comida.

Sin embargo, la Brigada Mono Verde tenía buenos motivos para desconfiar de la aparente buena voluntad del Estado. Rumores de que el gobernador del estado de Morelos y los gobernadores de otros estados y municipios han estado aprovechándose de las muestras de solidaridad ya han sido confirmadas. Aunado a esto, y después del escándalo de Frida Sofía , todo parece indicar que el Estado está sistemáticamente tratando de cooptar a la organización masiva por parte de la sociedad civil. Una vez instaurada la desconfianza como una institución fantasmagórica, el problema estaba en saber en cuál de todos los grupos de la sociedad civil podía depositarse la ayuda.
Mirando hacia el ex convento de San Guillermo en ruinas, una carpa, resguardaba los objetos religiosos, y delimitaba el espacio dedicado a la veneración y súplica.
Más allá, al lado derecho de la entrada principal y a un costado del oratorio improvisado, un padre de extraordinaria estatura, lleva a cabo la tarea titánica de organizar a los víveres que llegan de un sin fin de regiones del centro de México. Bajo esta enorme carpa las manos de los ateos, de los pecadores, y de los moralistas todas se hermanaron bajo la simple consigna de ayudar al necesitado, a tal punto que se había llegado a un sobre-abasto de medicamentos y a tal punto que embolsar la ropa y otros productos se convirtió en una tarea casi imposible.
Sin embargo, cuando personas se acercaron a pedir directamente una colcha, ropa, papel higiénico, u otras cosas semejantes, con el ánimo de tener control, esta ayuda les fue negada, muchas veces bajo el pretexto de que no lo necesitaban. Entonces nos preguntamos: ¿quién es quién para decidir quién sí merece y quién no merece ayuda? ¿Acaso quienes pedían una colcha, aún si ya la tuvieran, no estaban diciendo que ya habían sido damnificados, no estaban advirtiendo que un terremoto más potente y destructivo que este los estaba asolando, el terremoto de la desigualdad social, del partidismo, de la explotación y el despojo?

Por eso, aunque la Brigada Mono Verde apoyó unas horas en la organización de los víveres, no dejó el apoyo material en la iglesia, sino que se decidió a ir a darlo de mano en mano en el Barrio de San Marcos, cuya capilla, más chica y modesta, que el ex-convento de San Guillermo se encuentra unas calles más abajo. Esto lo hizo el grupo de brigadistas, a pesar de que se les había advertido que gente que no ‘necesita’ las donaciones se aprovecharía.
El barrio de San Marcos es quizá el más afectado de todo Totolapan. Casi todas las casas se han dañado. Aunque ni aquí, ni en Totolapan se reportan muertos, son muchos quienes requieren ayuda médica y psicológica.
Pero la necesidad médica no es aquella que proviene directamente del terremoto. También en el pequeño consultorio del barrio de San Marcos hay un conmovedor exceso de medicamentos, al grado en que los doctores exhortan a que se distribuyan mejor los medicamentos en otras poblaciones. No, esta necesidad es de aquellos que ya tenían otro tipo de complicaciones médicas, en especial niños y gente de la tercera edad, y que en este momento no pueden pagar o que incluso no pueden conseguir medicamentos. Por otra parte, el partidismo agrava considerablemente esta situación, tal y como lo explica Lorena Luna Saldaña, cuya vivienda y la de sus familiares han sido severamente afectadas.
La Brigada Mono Verde puede decir que cada pala, cada pico, casco, carretilla, guantes de carnaza, tapabocas, ropa para adulto y para bebé, comida, que dimos era necesaria y se le dio a quien lo necesitaba.

Todo lo que la sociedad civil organizada ha aportado, poco o mucho, pequeño o grande, cuenta, todo cuenta como la expresión de solidaridad de un pueblo que tienen un corazón enorme, que pese a todos los embates que sufre sigue de pie. Sin embargo, ha sido la mujer trabajadora bajo un tapabocas cuya lucha ha sido sistemáticamente invisibilizada, la sonrisa y el coraje de lxs niñxs, capaces de curarlo casi todo, los brazos del albañil y del obrero, la intuición del electricista, las cocineras, los ‘ancianos’ que demuestran que son fuerza vital de esta sociedad, las enfermeras, los alumnos y los maestros, ha sido el pueblo organizado quien ha dejado claro que ésta es la manera de salir de la podredumbre en la que todxs nos encontramxs; y no el Estado y sus políticos, no los ricos y los bancos, ni tampoco las grandes empresas. Éstos, las más de las veces, obstaculizan y casi que podría decirse que todo progreso sucede a pesar de ellos.
La muestra de solidaridad por parte de la sociedad civil mexicana ha revelado lo descompuesta que se encuentra el tejido social. El terremoto ha sacudido a Totolapan en un contexto en el que por lo común las riñas partidistas, los intereses privados, el narco y la inseguridad, la pobreza y la migración imperan sobre la vida diaria.
La verdadera reconstrucción de Totolapan requerirá del trabajo constante por parte de la sociedad civil organizada y este será un proceso lento y diferente al que se ha vivido en los últimos días. Hasta ahora la solidaridad ha sido en esencia un paliativo para la desconfianza que sigue instalada como forma de vida. Y sin embargo ésta tiene que ser una consigna, un principio, una guía, una escuela permanente para poder comenzar a construir otro mundo con otro orden social en donde se parta de las habilidades de cada quién para las necesidades de cada quién, en donde nadie se quede atrás y todxs jalemos juntxs y parejo.