El mundo entra por el ojo, lo atraviesa. Es el ojo el túnel que lo conduce al interior nuestro y a la vez, el espejo que lo refleja.
En un juego refractario conocemos y contemplamos, el ojo es nuestro primer espejo, nuestro amplificador de mundos, el lugar donde se abrazan el afuera y el adentro, el sombrero de un mago que convierte a ambos en sus opuestos.
Capaz de reflejar de forma simétrica aquello que se encuentra en dirección contraria, el espejo desvela algo que está más allá de nuestro alcance. Como Narciso, quien “atraído por la imagen de la belleza contemplada, ama una esperanza sin cuerpo.”
Una alcantarilla parece desdoblarse ante el espectador mediante el artilugio especular. Un personaje se encuentra con otro personaje, el gesto de uno será el gesto del otro. El puñetazo de otro personaje se impacta en su aparente reflejo. Caminar entre los cuadros de Jonathan Miralda es moverse entre oblicuidades. Su obra es un salón de espejos, el espacio de múltiples espacios en reverberación.
Entre portones, espectaculares, antenas, tinacos, carpas de circo, el artista maniobra con esa doble cualidad: la superficie reflectante se esconde a simple vista y, simultáneamente, hace patente una profundidad ilusoria e intangible. Resulta sencillo zambullirse en las líneas permanentemente contorsionadas, pero bastará un momento para notar que el conjunto se escapa a la clara identificación.
Miralda ha creado algunos reflejos que ponen de manifiesto el enigma, otros que lo resquebrajan dando visibilidad a la materialidad de aquello que funge como cristal, algunos más que hacen patente la imposibilidad de engañar por completo. Quien observa es atravesado, como el ojo, por la ciudad y sus ecos.
Galería de Arte Mexicano
Hasta el 24 de abril
Gobernador Rafael Rebollar 43 col San Miguel Chapultepec
Entrada libre
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Erika Arroyo – @_earroyo
http://nofm-radio.com/noticias/bauhaus-cumple-100-anos-y-vives-ahi/