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Lng/SHT en el Lunario: un digno funeral

- Por: helagone

por Benjamín E. Morales
@tuministro

para mi amigo Chicomoñó

 
La culpa es nuestra, siempre nuestra. Pero no nos adelantemos, frases como ésta son para los finales, no para los principios. Ya llegaremos a eso.
Hace una semana que no había agua en mi casa. Apenas hace unas horas pude bañarme. Fue gratificante, casi salvador. Y mientras lo hacía, no dejaba de pensar en lng/SHT, más bien en Gastón. Él también se bañó, me imagino, después de su tocada en el Lunario el 17 de noviembre del 2017. Pero yo no pensaba en Gastón bañándose tal cual, sino en ese instante de soledad y de peso, escuchando el agua correr, que todos hemos vivido después de un momento importante, después de ESE MOMENTO, el que marca que ya nada será igual. Y me dio tristeza Gastón por su soledad y su futuro, y me sentí aliviado de no ser él.
Todo comenzó con la piratería. Por fin vi camisetas y gorras producidas por la otra industria poderosa del país. Y no eran mercha de Yuri, era de lng/SHT. El golpe es duro, desconcertante, alguien en la generación lo ha logrado, y lo ha logrado bien, o por lo menos lo que yo considero BIEN. Y no deja de ser un alegre instante, pero ya desde ahí, aunque no lo supiera, había un anuncio, uno que me acompañaría toda la noche. Entonces entré al Lunario, y el yo cambió por el nosotros, y estábamos en el Lunario del Auditorio Nacional.
Comenzaron los Hipogrifos, una trinchera de discurso y velocidad. Nos movíamos, los golpes estaban a la orden del día. Energía y pulsos directos como si la banda pudiera replicar a una máquina rotativa de tatuajes, pero con el aire, con la respiración. Rolas sobre la vida, rolas sobre la muerte, rolas y más rolas sobre los dientes del Estado, rolas sobre nosotros. “El próximo año tenemos una misión, ir a las urnas a votar, y después defender el voto, esta rola se llama Calles Del Enojo, el estado nos va a escuchar“. Y sudábamos. Los 5 de esta orquesta de Punk Rock Ska Macizo no dejaban de patear granaderos invisibles que trataban de sacarlos del escenario. “No tenemos rostro, somos la memoria“, para celebrar 10 años de tocadas y putazos, como debe ser. Todos aplaudimos.
Y se apagaron las luces y apareció. Un lng/SHT de hace unos años nos invitaba a una tocada de hace unos años. Un primer lng/SHT para recibir a un último lng/SHT, el que hace un año y cacho vimos en Caradura junto a otros 40 despistados y ahora convoca a 1,200 megáfonos que saben todas sus palabras. Somos lo que ha inventado, nos ha dado una línea y la guía para seguirla, y ahora lo vamos a ver durante casi dos horas y sabemos que va a ser lo que siempre sabíamos que podía ser: memoria.

Era oficial. Había comenzado. Lo que vendría después fueron el ritmo y la palabra. Sin miramientos lng/SHT llegó a resolver la gran pregunta que sin duda se planteó desde el inicio de su carrera: ¿podemos hacer un show a la altura de nuestros ídolos? La respuesta fue una y otra vez sí. Sí al éxito desde la independencia, sí al humor, sí al talento para acercarce al público, para encontrar el propio, sí a la solidaridad entre los proyectos, sí al respeto para los fans, sí al cálculo preciso para balancear la personalidad, sí y sí y sí. Una respuesta afirmativa a todas esas preguntas. Las nuestras y las de él. Todos convertidos en un mismo aullido, respondiendo los versos con versos y el aplauso con el aplauso. “¡Pregúntenme de dónde soy!” y baja la voz, nos mira y dice “del mismo lugar que tú Güey“. Eso ha pasado con lng/SHT, pensamos que somos amigos, que fuimos juntos a la escuela y nos emborrachamos algunas noches memorables. Así nos sentimos y eso hemos vivido al escucharlo tantas veces y perseguir sus eventos por toda la ciudad, tal vez demasiados, tal vez muy pocos, pero ha sido esa constante que nos ha hermanado, como una cepa de herpes que comparten todos en una comuna swinger.


¿Qué queríamos escuchar? Más o menos todo, y justo eso. En la medida en que progresaba el show, todas las peticiones se fueron cumpliendo. De repente ya estábamos en el más loco de los bares de Sanborns. Una rola tras otra rola; que si su ROMCOM, que si Los Caballeros, que si Haciendo Dagas, que si la Muchacha, que si Fresa, Yo Soy Mi Propio Lunes, que si El Punk Rock Arruinó Mi Vida, que si etc. ¿Y a quiénes queríamos ver? Pues al Dromedarios Mágicos, o “la tía lesbiana” del lng/SHT, al Max Chinasky o “el hombre que me enseñó todo” según lng/SHT, o al Alberto de los Okills y al Karma Dhiluz y su boca relampagueante, y también a ese error en la matrix llamado Pepe Problemas (que no dudamos que sea gran cuate pero nos pudimos evitar con mucha elegancia), para ver a los Ultra P justamente celebrados o a los Chingadazo de KungFu que pudieron lucir más pero se entiende su participación incomprensible, y bueno, para terminar con el ídolo de las tornas de grandes y chicos: AZTEK 732. Todo resuelto en una sinfonía laudatoria a un artista, y más que a eso, a un proyecto que ha funcionado entre muchos y ha colocado nuevos tiempos y nuevas metas para todos los que quieran replicar el esfuerzo sin garantizar el mismo resultado. Como diría el gran Israel Pompa-Alcalá, fue “el pasar del sí se puede al así se hace“. Y con los ojos arrasados de lágrimas, Gastón, dejando en pausa a lng/SHT, escupe un “no se me ocurre qué decir más que gracias“, y sabemos que lo está sintiendo porque nosotros lo sentimos con él y no se va a repetir: la noche más importante de nuestro amor se ha dado. Nos vemos, nos respondemos, nos vamos despidiendo, estamos tristes y cariñosos. Se terminaba el nosotros, regresaban las personalidades. ¿Por qué?


¿Para qué quieres una luna llena si puedes tener un Lunario lleno?“. ¿Qué pasó esa noche?, me pregunto saliendo de la regadera, ¿por qué, sin ningún motivo, salvo los homoeróticos evidentes, me he puesto a pensar en Gastón y su soledad? ¿Por qué, de una u otra manera, ignorando la fiesta del todos, yo, en el fondo, estaba triste? Y me pega de repente. Es que todo ha terminado. El show más importante hasta el momento en la carrera de uno de nuestros músicos más queridos de los últimos años, también es el funeral de nuestro diálogo íntimo.
Pienso en esto y recuerdo cuando lng/SHT dijo “queremos que esto se sienta como un Caradura de 1,200 personas“, y sé que estaba mintiendo y nos estaba mintiendo, amorosamente. Nada regresará a como era. Dijimos mil veces que todos seguiríamos siendo amigos, pero la vida no es delicada ni cuidadosa. Tenemos que aceptarlo. Lo que inventamos junto a Gastón, eso que ahora se llama lng/SHT, ya no nos pertenece, pronto será de miles más, y nos sentiremos heridos y traicionados pues nos lo arrebatarán. ¿Quién? No importa, otros, los más odiosos, los que no llegaron primero. Y pensaremos así porque así es el despecho, porque llegará el punto en que no nos necesitará más, y a la par se irá quedando más solo, y eso también nos dolerá.
Para ese proyecto de Hip Hop llamado lng/SHT vienen los peores momentos, justo esos que imnaginaba en la regadera. Llega el momento de crecer, de separarse de amigos que ya no están al nivel que el mismo proyecto demanda, de recibir todo el reclamo que nuestro injusto corazón le escupirá. El reclamo por el cambio, por la nueva ruta, por no seguir siendo lo que siempre ha sido, por sonar diferente, por volverse serio, por volverse laxo, por volverse otra cosa. Lo que hemos visto mil veces, replicado una vez más, pero ahora de cerca, bien cerca. ¿Y para Gastón? Va a sobrevivir porque tiene la ambición y la megalomanía para tomar las decisiones necesarias y porque le gusta sufrir francamente, porque eso que empezó como una broma ya es una marca que vale mucho, y muchos ya lo saben, y muchos lo van a buscar y muchos querrán abusar. Los peores momentos he dicho. Esta fiesta fue el funeral del verano y los que estuvimos ahí lo entendimos de una u otra manera, desde el escenario o entre las gradas, fuimos a despedir a nuestro lng/SHT y a saludar a un nuevo lng/SHT que ya no va a tocar lo que queremos escuchar simplemente porque no se le va a dar la gana y porque ya no va a necesitar el permiso de nadie más que de él y su equipo, y aunque nos recuerde con cariño, tendremos que que aceptarlo y dejarlo ir.
La culpa es nuestra, siempre nuestra. Destruiremos lo que hemos amado. Es la ley de la vida. Se llama evolución y tragedia. Se llama humanidad. Y ojalá podamos perdonarnos los unos a los otros. Tengo claro que sólo estoy hablando de una tocada más de Hip Hop. Pero me estoy adelantando también, estoy hablando del futuro. Y del día en que, extraños y distantes, recordemos la noche en que aullamos como niños lobos cuando el último de los hombres lobo nos pidió que aulláramos a la luna en el Lunario, esa noche tras la cual nunca lo volvimos a ver.
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