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#MirreynatoDelRock. 8 cuartos de hotel arrasados en nombre de la diversión

- Por: helagone

Sabemos que es ya un lugar común hablar de celebridades destruyendo cuartos de hotel. Y ahora que las demandas, los rockeros políticamente correctos, las divas “píntenme todo el piso de blanco” y la clausulas de confidencialidad son cosas de todos los días, hablar de cuartos de hotel arrasados por el poder y la belleza de la diversión y el ocio resulta un tanto inútil. Pero de eso se trata esto en realidad: de celebrar lo que una inmaculada pared color huevo puede inspirar en una mente creativa, llena de tiempo (y unas cuantas drogas), y con enormes ganas de ser una leyenda.
Conocemos también un cúmulo de anécdotas de bandas de redujeron casi a escombros las habitaciones que los albergaban, pero el Mirreynato no se trata de conocer, sino de admirar la nata de la crema. Les dejamos, entonces, las 8 historias de destrucción de cuartos de hotel que los rockeros se esforzaron en elevar a niveles del arte.
1. Los retos de la física
Indudablemente el gran vanguardista en el arte de la destrucción de los hoteles es Keith Moon. El baterista no sólo deshizo el Holyday Inn de Michingan en su cumpleaños 20, fiesta que incluyó guerra de comida y de extinguidores en los pasillo, y un intento de huida de la policía en un auto ajeno que acabó en la alberca del hotel. Moon era conocido por amarrar y clavar (o al menos intentarlo) el mobiliario de las habitaciones al techo, todo en una noche y con la pequeña ayuda de sus amigos. Sus divertimentos provocaron que The Who fuera vetado de varias cadenas de hoteles. Afortunadamente Keith murió joven y aventurero, no como su compañero de banda Roger Daltrey quien, años después, fue uno de los primeros huéspedes en quejarse por el ruido de la acalorada discusión que Johnny Depp y su novia tenían por las dimensiones del pene del actor.
Keith
2. La destrucción de la caja idiota
Todo buen rockero debe estar contra el sistema, y qué mejor símbolo del sistema que la televisión. Seguramente eso tenía en mente el gran Keith Richards cuando dejó caer un televisor desde su balcón. Richards es de los pocos rockeros que se aseguraron de documentar su performance. Más tarde, en 1974, Neil Smith, baterista de Alice Cooper, emularía la bella acción política al lanzar una máquina expendedora de Coca Cola desde el séptimo piso de un hotel en Nueva York.

3. Lindo pescadito
Otros artistas con una serie de performances en hoteles fueron los miembros de Led Zeppellin. Sus obras durante las giras han pasado a la categoría de mitos. Sobre todo la historia del Edgewater Inn, un hotel que permitía pescar desde las instalaciones. John Bonham y el representante Richard Cole dedicaron gran parte de su estancia a pescar pequeños tiburones, que después escondieron en varios rincones del hotel: bajo las camas, en los pasillos, las tuberías, elevadores. Reservaron un pescado para una aventura sexual con una groupie, a la que penetraron con la naricita del animal. Esta última escena no está comprobada y, como mucho del arte, quedará para siempre oculta.
4. Born to be wild
El que es elegido es elegido. Y el que es elegido debe demostrarlo. John Bonham, otra vez, recorrió los pasillo del hotel Hyatt en su motocicleta, sólo para demostrar que él no acabaría en la alberca, como Keith Moon.
Bonham
5. La sangre de los héroes
Uno creería que, nomás porque lo dijo Maná, eso de “Amar es combatir” es una mamada. Pero lo que no sabemos es que si se escucha con el soundtrack correcto de fondo tiene todo el sentido del mundo. Para muestra, las historias que Amy Winehouse y Scott Weiland protagonizaron con sus respectivas parejas durante sus estancias en hoteles. Ambos matrimonios tuvieron que pagar miles dólares después de que durante acaloradas peleas las paredes quedaran salpicadas de sangre. Nadie sabe de quién o cómo llegó ahí, pero de que había pasión, había.
Amy
6. Tan sólo ver el mundo arder
Y tener a un testigo de la historia. En 1993, Dave Grohl y Kirst Novoselic no tenían más que hacer a las 4 de la mañana que detsrozar lo que hubiera a su paso. El vacío de la noche fue llenado con cuadros rotos y televisiones destruidas, todo frente a los incrédulos ojos del periodista de MTV Kurt Loder, que no hacía más que intentar detenerlos. Una cuenta de $19,000 dólares y la satisfacción de un trabajo bien cumplido, recibió a Nirvana junto con la luz del nuevo día. En 2006, el peso de aquel recuerdo arrastraría a Courtney Love a hacer un homenaje a la banda, al  dejar el cuarto de una pequeña y exclusiva posada neoyorquina inundado y decorado con agujas y toallas sanitarias usadas.

7. No me toquen, ando chido
Nada más cercano a una obra de arte que sobrevivir a a tres semanas de sexo y drogas en Tailandia. Billy Idol no sólo lo logró, sino que tuvo que ser sedado y arrastrado en camilla fuera del cuarto de hotel que albergaba tan bella decadencia. Tras pagar una cuenta de $20,000 dólares en daños y $250,000 en servicios, su obra estaba completa y pudo tranquilamente desvanecerse a bailar consigo mismo.

8. Como la flor
A veces lo bello es lo más simple: Florence Welch bebió, bebió y bebió, rompió su vestidito de diseñador, perdió su celular, y ya casi en estado natural, rindió homenaje a sus ancestros: dejó una vela de canela encendida que derritió su libreta favorita sobre el buró. Alguien, un desconocido pragmático, usó un cubetazo de agua para apagar el fuego y, de paso, regresarla a la realidad haciéndole ver que, al igual que sucede con su música, ella busca acercarse a los grandes, pero le faltan huevos.

Estas las historias, muchachos, de una época en que el ocio era la madre de todos los vicios, incluso el de la belleza. Seguramente les harán recordar otras tantas o, esperemos, los inspiren a crear nuevas formas de nutrir la historia de la destrucción.