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#NationalGeograffiti 30: Orquesta Basura, el humor le va bien a la música

- Por: helagone

Por Christopher Nilton Arredondo
@niltopher
Ya se lo preguntaba Frank Zappa, y conozco a un brillante columnista de NoFM que se lo pregunta seguido y que, cada vez que puede, construye diálogos en torno a esa pregunta (de ese constante rumiar las ideas salió su #PecesSueltos sobre Leo Maslíah, por ejemplo): “Does humor belong in music?”, ¿el humor le va bien a la música?
La evidencia apabullante indica que sí y podríamos enlistar muchos ejemplos de ello (pretendemos hacerlo algún día, me cae), pero por hoy habrá que conformarse con uno.
Hace algunos ayeres, varios diarios importantes de nuestro país pusieron el reflector sobre una curiosidad de la música popular en México: la Orquesta Basura, destacada por la fabricación de instrumentos musicales con objetos en desuso, es decir basura. Desde luego que la fabricación de instrumentos informales es algo para remarcar, sobre todo en estos tiempos en los que la Madre Tierra nos está cobrando factura por nuestro consumismo desmedido, pero hagamos esto a un lado brevemente o, más bien, pongámoslo en contexto (la agrupación menciona en la biografía de su sitio web que no tienen fines ecologistas).
Hay algo de “equívoco” en el sonido de ciertos instrumentos, como los membranófonos soplados, que los hace tradicionalmente adecuados para tocar música burlesca. Digo entre comillas equívoco porque la convención así lo marca; tal vez si hubiera más piezas con fuertes cargas dramáticas para kazoo, estaríamos más acostumbrados a su sonido en distintos contextos. El caso es que buena parte de los instrumentos informales de la Orquesta Basura, en su sonoridad inusual, se nos presentan como colores equívocos, inadecuados para buena parte de las piezas que ejecutan en cualquiera de sus dos discos (Primeros Fracasos, de 2009 y Desecho en México, de 2012).

El equívoco, la inadecuación, es el elemento que emparenta a prácticamente todos los nombres del humor (desde la comicidad hasta el humorismo, pasando por el humor negro, el chiste, la ironía, etc.); nos reímos de lo que se presenta como un error; nos dispara el buen ánimo ver cómo las coerciones de nuestra cabecita neurótica son vencidas por alternativas tan ingenuas como impulsos infantiles.
Escuchar entonces un swing, un gypsy jazz, hasta un danzón, con los instrumentos de la Orquesta Basura, te pone de buen humor, de ganas de sonreír. Más aún cuando el sonido llano de los tamborazos (los boterazos) nos evoca una banda de tambores y cornetas, como las que acompañan las procesiones religiosas en verbena, en fiesta de pueblo, a la hora de que los de Desechécuaro (que en realidad vienen de la G.A.M.) interpretan “La Llorona”.
En esta humorada se esconde uno de los impactos más serios del primer disco: “La Llorona”, esa canción que a fuerza de versiones que apelan al refinamiento aristocratizante del público (como en la versión de Lila Downs) ha perdido todo su revestimiento tradicional, en los instrumentos de la Orquesta Basura gana mucho sabor popular.

Pero si de impacto se trata, quizá sea mejor saltar directo al segundo disco; Desecho en México es un disco conceptual en el que la elección de las canciones va precedida de una narración chistosa en tono serio sobre el pueblo de Desechécuaro: sus pobladores los desechécacas, su fundador Cuicacacatzin, compositor de influencias prehispánicas, etcétera.
De nueva cuenta lo serio del humor: cada pieza sigue las convenciones del género en el que se inscribe, como una estrategia casi didáctica, a la vez que encaja en la narrativa chistosa general. Así aparecen los juegos de palabras “Vals al baño” y “Tarada-ntela”; esta última sólo necesita cambiar de nombre para ser abordada con toda solemnidad en un ambiente académico como pieza de folclor.

El juego de títulos que responden a una programática chistosa es, sobra decirlo, un elemento que emparenta a la Orquesta con una de sus principales inspiraciones: Les Luthiers. Y así como el grupo de cómicos/músicos argentinos, los desechécacas son duchos en una buena cantidad de géneros bailables, al grado que habrá que buscar una reivindicación del nombre “grupo versátil”.
La Orquesta Basura no hace cosas extrañas con la música; cada pieza suya puede imaginarse interpretada por instrumentos formales sin ninguna dificultad y así, escapar a un contexto de mayor gravedad. Sin embargo, perderían su calidad de “equívoco”, de “inadecuación”. Es el sonido novedoso de los desechos lo que le permite a la Orquesta ser todo un sistema de signos, toda una obra de humor en sí misma. A estas alturas el público ya debería saber que el humor le va bien a la música, pero no estará de más arrimarse a esta agrupación sólo para cerciorarse.