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No puedes quedarte callado ante el estado de las cosas. Entrevista a Música Contra el Poder

- Por: helagone

México es uno con su cultura visual. El trayecto cultural del territorio se puede recorrer desde sus inicios por el camino de sus trazos, imágenes y colores. Historia en este país es mirada. Para comprender y situarnos en nuestro contexto, NoFM retoma y celebra la serie de entrevistas que se publicaron originariamente en el portal Nota Al Pie entre 2011 y 2014. A Fuego, columna a cargo de Santiago Robles Bonfil, es un fresco de algunas de las voces fundamentales del arte mexicano, buscando desde la raíz hasta alcanzar los brotes del futuro. Con mucho placer reproducimos este trabajo fundamental para volver a plantear que la discusión de lo mexicano debe alejarse de los nacionalismos para, si propicia, enfocarse en los verdaderos trinos de la cultura.

No puedes quedarte callado ante el estado de las cosas
Entrevista a Música Contra el Poder

por Santiago Robles

En las sociedades contemporáneas, la indiferencia es un problema que nos lleva a vivir en una especie de monotonía colectiva en la que distintos aspectos –publicidad, arquitectura, alimentación, sistema político– son recibidos sin ningún tipo de análisis o crítica. En este contexto es refrescante encontrar voces que se manifiestan para emitir una opinión, para decir que no están de acuerdo o que ciertos aspectos deben transformarse.
Gran parte del trabajo de Andrés Mario Ramírez Cuevas, quien firma sus carteles como “Música contra el poder,” está ligado, indudablemente, a la música y a la política, a los derechos humanos y a las luchas sociales, a la ideología del espacio cultural y autogestivo Multiforo Alicia, para el cual ha realizado una vasta labor de diseño gráfico durante sus 20 años de existencia. Andrés piensa que los carteles deben atrincherarse en las calles y dialogar con la gente. Aunque cree en el diseño como potenciador de cambios sociales, piensa que sólo las personas son responsables y capaces de llevarlos a cabo.

¿Música Contra el Poder (MCP) surge en el Foro Alicia o existía previamente?
Surgen a la par. MCP fue un ejercicio que, en términos prácticos, surgió por la costumbre de firmar los carteles. Nacho, el dueño del Alicia, me decía: “Fírmalos”. “Ya lleva el nombre del Alicia, de todos los grupos, ¿y aparte mi firma?”, contestaba, “¡Qué flojera!”. Ahí entre bromas me sugirió: “Firma como Música Contra el Poder”, y así fue. Me pareció lo más adecuado, para no poner “Andrés Mario Ramírez Cuevas”, realmente era una cuestión de no competir con el Foro Alicia.
En junio de 2010 se publicó el libro Alicia en el espejo, ¿qué nos puedes contar de él?
Es un recuento que hizo María Teresa López Maite sobre cómo se gestó el Multiforo Alicia, que es un proyecto cultural autogestivo que ha costado mucho trabajo mantener y que no sólo consiste en un espacio para la música. Es un espacio donde convergen ideas, modos de organización, conferencias, charlas, proyecciones de cine y reuniones de diversa índole. El Alicia ha servido como referencia, no sé si sea el modelo ideal, pero es un espacio de reflexión que se ha mantenido.
¿Cómo hacen los carteles normalmente, tú lo desarrollas y propones o se desarrollan en conjunto?
Yo distingo dos tipos de carteles: los de los conciertos, y los que tienen alguna opinión o son de apoyo o divulgan una idea en específico. Para los conciertos la mecánica es muy sencilla: Nacho me da una lista de grupos y yo veo cómo los acomodo en la página. En los inicios, él me decía: “Pon esta imagen”, porque él sabe mucho de música y trataba de que cada cartel tuviera una imagen relacionada con el tema. Realizábamos búsquedas. Hace como 14 años yo casi no usaba Internet, pero Nacho me regalaba libros y de ahí escaneábamos elementos. No pirateábamos, recreábamos o rendíamos homenajes, tomábamos prestadas imágenes y las colocábamos. Después platicábamos sobre qué elementos eran los más convenientes, cuando no había chance de usar una imagen, utilizábamos sólo tipografía.
En los otros, los que tienen una opinión o son por una causa solidaria, a veces Nacho pone el tema, la línea general, yo le propongo un texto, una imagen y lo resuelvo. A veces lo soluciono en cinco minutos. A veces él nada más dice el tema y yo lo hago, otras veces él llega con una idea en concreto, realizo la factura y listo. Otras veces opino: “Oye, está pasando esto actualmente, ¿por qué no hacemos algo?”, lo presento y ya. No hay más que hacerlo así de fácil, cada uno tiene diferentes iniciativas según las circunstancias.

¿De qué manera concibes el poder de transformación social que puede tener el diseño gráfico?
Yo no sé si por sí mismo el diseño transforme las cosas, quienes transforman las cosas son las personas. Uno lanza un comunicado, una idea, y hay quien la retoma y la hace suya, ahí en algo influye el diseño y transforma alguna conducta. Pero los agentes responsables del cambio y la transformación somos las personas, con o sin diseño. Aunque este país requiere de un diseño nuevo, por cierto.
¿De dónde proviene la intención o el sentido de hacer carteles que emiten un mensaje social?
En realidad -puedo decirlo sin ser presuntuoso-, la intención es histórica. Entiendo lo que hago, supongo, desde mi abuelo, que anduvo con Zapata, luego mis papás anduvieron de mitoteros en el 68, particularmente mi papá. Yo creo que muchos padres de nuestra generación anduvieron involucrados en eso, y en los setentas mi mamá estuvo involucrada en los movimientos sindicales y estudiantiles. Supongo que aprendí lo importante, que es decir lo que piensas, participar en transformar las cosas. Evidentemente yo no tengo las habilidades necesarias para trabajar en formación política o en dar discursos o en chutarme un libro súper denso de teoría política, pero parte de mi compromiso para transformar las cosas es haciendo carteles. Llegar al Alicia fue como mi regalo de Reyes Magos, la cartita de Santa Clós que nunca escribí por maldito ateo. A partir de ahí fui desarrollando mi experiencia para hacer carteles. Es una necesidad que yo tengo, no me ubico de otra manera.
¿Nos puedes ampliar tu postura respecto de los carteles que decían que los espacios no ocupados en la ciudad se destinaran a la comunidad cultural?
Dentro de este espacio de las ideas y de las cosas que podemos decir y reflexionar -porque hay que pensar que el radio de acción del Alicia es pequeño, en comparación con medios como la televisión, el cine, el internet-,  una de las ideas para cambiar al país es a través de la cultura. En esta Ciudad de México, específicamente, hay muchos inmuebles abandonados que están ociosos, que no tienen dueño, que están ahí arrumbados. Recientemente están viendo que sí tienen un valor, sobre todo las inmobiliarias. Hay mucha gente que tiene proyectos de toda índole que requieren de un espacio. No hay una política cultural en el país o en la ciudad muy clara en torno a los proyectos culturales, todos son ayudas, becas, pero éstas no alcanzan. Los espacios ociosos deberían ser aprovechados para diferentes proyectos que permitan beneficiar a la comunidad. Hace falta que esos espacios lleguen a la sociedad civil.
 

¿Nos puedes contar alguna anécdota de los carteles del Alicia?, por ejemplo, el de Pedro Infante y Jorge Negrete.
Sí. Hay varias. ¿Cuándo se aprobó en la Ciudad de México lo de la ley sobre el derecho a decidir?
2007
Creo que el cartel es como del 2000. Tiene siete años de antigüedad respecto al 2007. Cuando lo sacamos, Nacho me enseñó la foto de Pedro Infante, le pregunté: “¿Y qué?, “pues nada, vamos a hablar del aborto”. Lo preparamos, lo pegamos y nadie le hizo caso. Pero siete años después, cuando empezó la gestión para aprobar esta ley en la Ciudad de México, un excompañero de la escuela me habló y me preguntó: “Oye, ¿tú conoces a quien hizo ese cartel? Le contesté: “Ah, sí, es un poco sangrón pero puedo hablar con él”. “Oye, es que nos interesa usar el cartel para apoyar la ley que va a aprobarse sobre la libre decisión,”. Y así se volvió un emblema. Un día lo traían cargando diputados en plena sesión. Ese es el efecto interesante de un cartel: se volvió el medio para decir algo. El protagonista no fue el cartel, los protagonistas son las personas que tomaron ese cartel, lo utilizaron y les sirvió en ese momento. Salió hasta publicado en La Prensa, qué honor. Después a ese diseño le borraron el crédito de MCP y le pusieron el crédito de una ONG. No me importó realmente. Eso quiere decir que lo hicieron suyo. Eso es lo interesante de cuando un cartel, a pesar de su limitación, sirve como medio para transmitir una idea. En mi caso lo veo como un panfleto, en el mejor de los sentidos. Sin duda, cuando pienso en hacer panfletos, tienen que ser bien hechos, si no, es pura demagogia. No quiere decir que no haya hecho carteles malos, sí los he hecho, pero el compromiso de transformar el orden de las cosas a través del diseño también te compromete a que el modelo de comunicación sea muy bueno, sin repetir las fórmulas desgastadas, tenemos que esforzarnos en no repetir las mismas fórmulas que le gustan al poder. En ese sentido, los diseñadores tenemos que ser agentes de cambio, y estar súper comprometidos a hacerlo lo mejor posible.Ése es un buen ejercicio de cartel, en términos de medio de comunicación. Si lo analizas compositivamente y esas cosas de academia o de concurso, probablemente no entra ni a una bienal de pastelería.
¿Cuántos ejemplares tiran de cada cartel?
Tiramos 1000 o 1500, algunos han tenido re-ediciones. Es un medio pequeñito pero tiene su efectividad en determinados espacios: en la lucha social, en la protesta, en ciertos movimientos, en determinados momentos históricos tiene una función porque la mayoría de la gente no estamos con la oportunidad de tener acceso a los medios. Internet nos ha dado una opción, pero el espacio sigue siendo limitado, mucha de la vida sigue sucediendo afuera. El cartel no sólo se está muriendo, los diseñadores hemos contribuido a darle un lugar de pieza de museo, en vez de que sea la pieza que está en la calle diciendo, combatiendo, gritando. Hay que decir también que en México hay muy buenos cartelistas pero son cartelistas de clóset.
Es decir, no está mal participar en los concursos y que te digan que eres una maravilla. Eso sirve para confrontar, pero para que el cartel como producto de comunicación tenga impacto, las calles son el mejor espacio. Muchos diseñadores las tienen abandonadas, los premios sirven para estar en sus vitrinas pero no están cumpliendo con comunicar. He visto catálogos de bienales con carteles impresionantemente buenos, pero son carteles de una pieza que no me interesan. Yo he hecho carteles de una pieza pero en cosas muy específicas diseñadas para exposiciones temporales.
En este sentido, ¿cuál es tu postura respecto a los carteles que se hacen para Internet?
Bueno, es otro medio. El cartel se modifica, se vuelve un vehículo poderosísimo, y finalmente ya estamos en el inicio de su nueva transformación. Ahora la ventaja es que el cartel puede tener un tamaño de 70 x 95 o un metro, pero también puede ser del tamaño de tu teléfono celular, esa es la nueva ventaja de las comunicaciones que uno tiene que aprovechar, que el cartel puede ser un medio multisoportes. Pero si pensamos que el cartel tiene que sobrevivir o estar presente, tiene que pasar por todas las posibilidades que los medios brindan.
El asunto con la comunidad del diseño es que la mayoría tienen red, están conectados, son muy adictos a las redes sociales pero su espacio de acción se reduce. Muchas veces su participación se limita a las redes sociales pensando que es el espacio de todos. Es necesario actuar en la vida cotidiana, estamos en la dimensión de actuar como la totalidad del espacio de los mexicanos. En las calles todavía hay mucho que hacer, por lo menos en este país. Nuestra realidad no es la de Estados Unidos ni la de Alemania, nos confundimos como diseñadores porque vemos ventanas de otros países. Pero aquí todavía hay mucha vida análoga.

¿En qué espacios logra colocar sus carteles el Foro Alicia?
Hay varios puntos en la ciudad donde se colocan carteles, paredes ya muy identificadas en la colonia Doctores, en la Guerrero, en Coyoacán y, por supuesto, las universidades. El éxito de los carteles del Alicia no solamente corresponde a tener buenas puntadas o buenas ideas, no sólo consiste en imprimirlos, que eso ya es una tarea titánica. Algo que también es fundamental para el ejercicio de la comunicación es que se distribuyan, si esas ideas no se distribuyen, no están. El papel de los chicos y chicas que pegan los carteles del Alicia es muy importante, sin esa labor no habría carteles del Alicia, estarían guardados o embodegados. El “éxito” que tiene el Alicia no existiría si no estuvieran estas personas que durante años han pegado carteles.
¿Lo hacen de manera voluntaria?
No, el Alicia es un colectivo. Yo soy el único alicio que no va al Alicia. Creo que yo soy el que menos conocen de todos. La mayoría de los chavos y chavas son estudiantes, muchos pasan un rato allí y se van a hacer su licenciatura. El trabajo es temporal. Nacho se encarga de pagarles un sueldo, hacen diferentes labores: recoger las botellas, recibir a los de las cervezas, ir por la propaganda, cobrar, estar en la cabina. Es mucho trabajo el que se hace.
Además del ejemplo que ya nos mencionaste, ¿qué tipo de retroalimentación has recibido con los carteles? ¿O se distribuyen y ya no sabes qué pasa con los mensajes?
Pues más o menos. En principio, los hago, se distribuyen y punto. A veces oyes comentarios o los ves en paredes que nunca imaginaste verlos, pero no estoy muy concentrado en cómo van a responder las personas. A veces Nacho me dice: “Este cartel sí les gustó” o “éste no”. En la UNAM me ha tocado ver cómo pegan los carteles los alicios y aparece alguien atrás de ellos que arranca el cartel y se lo lleva. Eso está bien, me parece que algo les comunica. Pero no ando viendo las consecuencias de mis actos, soy irresponsable.
En las paredes de las calles cercanas al Chopo ya hay estratos profundos. Capas geológicas de carteles.
Al Chopo nunca he ido desde que empecé con lo del Alicia. Llevo un registro muy malo de lo que he hecho. Un día me mandaron una foto muy padre de un cartel que hice de los zapatistas, lo reeditaron en Alemania, le pusieron un marco de palabras en alemán. Me gusta que pasen esas cosas. Era un café de Alemania. Les escribí y les dije: “Qué bonito nos quedó nuestro cartel”, a lo que me contestaron: “Compañero, te mandamos uno”. Les dije: “Pero estoy en México”, “bueno, ahí te lo guardamos”. Así a veces me entero de que alguna repercusión tienen los carteles.
 

¿El ideal de MCP y del Foro Alicia es que nuestra sociedad llegue en algún momento al anarquismo?
Yo creo que se trata de, como foro, como espacio, como ejercicio de comunicación, presentar una reflexión. Si le queremos dar el nombre de anarquismo para que cambien las cosas y para que no haya ni dios ni amo, está bien, ponle el nombre que quieras. Lo importante, lo interesante es que tengamos esa posibilidad de que circulen libremente nuestras ideas, que tengamos qué comer y trabajo, que no tengamos un policía encima de nosotros cuando queremos que las cosas se transformen. Ya después de tantos ismos y de haber visto tanta cosa en el siglo XX, la idea es mover a la reflexión. No puedes quedarte callado ante el estado de las cosas.
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Edición de Karina Ojeda, Santiago Robles y Gabriela Astorga