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#NoVotarOVotar. Nos vemos en las calles

- Por: helagone

El 7 de junio se acerca peligrosamente. Para algunos es la fecha en que el sistema político recibirá nuestra merecida indiferencia, para otros es de nuevo la oportunidad de ejercer un derecho que no podemos darnos el lujo de perder. No Votar o Votar, cada ciudadano tiene una postura, o debiera tenerla. Frente a la gesta electoral y todos sus vicios, NoFM mantiene una postura crítica y asume su responsabilidad como medio de comunicación para mostrar parte del sentir de la sociedad que se cuestiona el funcionamiento de nuestro sistema partidista. Por ello, del 20 de abril al 5 de junio, publicaremos una columna diaria con la postura de distintos ciudadanos. No Votar O Votar, lo invitamos a participar en este debate.

Nos vemos en las calles

  Por Berenice Rodríguez
@berenice_rj
Están a la vuelta de la esquina otras elecciones. Si, esto pareciera que en vez de ser un ejercicio democrático, con el pasar de los años se ha vuelto un mero rito ceremonial que ha de cumplirse siempre. Por algo el IFE, bueno, ahora el “INE”, es reconocido como experto en la cuestión electoral. No, no por el resultado sino por toda la dinámica de montar el teatro que eventualmente –dicen ellos-, “expresa la voz colectiva de millones”, y habrá entonces, de decidir” el rumbo de nuestro país.
Este año, las elecciones son más difíciles. El país es una olla exprés, la cual está a punto de reventar. Hay un descontento y malestar generalizados en toda la población, bueno, no, no en toda, ya que siempre existen esas cúpulas de poder que viven a costa de los abajo que no padecen carencias y que en general no viven molestia alguna, pero… esa cúpula constituye mucho menos del 10% de la población total de México. Entonces, el otro más de 90% estamos inmersos en una crisis económica,  que dicen ellos que “la estamos superando”, yo no lo siento así. Basta salir a la calle e ir al mercado de tu barrio para saber que la crisis sigue ahí, que el precio del huevo aumento casi al triple y nunca volvió a bajar, que la tortilla y demás alimentos de la “canasta básica” dejaron hace mucho tiempo de ser básicos, no porque no se necesiten, sino porque ya no muchos los pueden pagar. Entonces, la gente se da cuenta que ésta crisis no es algo pasajero como nos lo quieren hacer creer, entonces la gente se da cuenta que por más que ejerza su “divino derecho electoral como buen ciudadano”, los problemas reales, siguen ahí, en las calles, en sus casas, en los barrios, y entonces, la gente real con problemas reales,  se pregunta: ¿para qué chingados sirve votar? ¿Para decidir quién me robe?
Falta mencionar la creciente ola de violencia que desde el sexenio anterior ha venido a inundar  todo el país. Nos dicen que “tiene que haber más ejército, policía y vigilancia en las calles porque es por nuestra seguridad”. Yo ya no creo tampoco. Ya no creo después de ver como policías extorsionan a la juventud en las calles solo por ser jóvenes, yo ya no creo ese cuento de la “seguridad” después de ver como el gobierno encarcela injustamente a las personas que luchan por una vida mejor –Nestora Salgado, te queremos viva, luchando y libre-, yo ya no me trago ese cuento después de saber que el Estado está coludido con el narcotráfico que tanto dice combatir, yo ya no me creo esa historia porque simplemente tengo memoria: Aguas Blancas, Acteal, 1968, 1971, 1994, 1988, 1999, Atenco, ABC, y ahora, Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato. Yo ya no me trago ese cuento porque veo que a diario hay más de 6 mujeres asesinadas y la mayoría de los casos siguen sin “justicia”, yo ya no creo porque de pronto me entero que un chico fue asesinado de un tiro en la nuca por un policía en Puebla, solo porque su delito era intentar llenar las calles con colores…. Y entonces llega ese momento en el que la gente real con desaparecidos, heridos y muertos reales se vuelve a preguntar: ¿para qué chingados sirve votar? ¿Para decidir quién me mate? ¿Quién me viole? ¿Quién me desaparezca?
Este año, para muchos, las elecciones están llenas de indignación, dolor y rabia. Hemos decidido hace mucho o hace poco, el dejar de participar en este rito electoral. Al principio como protesta al sistema, ahora lo hacemos como una convicción porque sabemos que nuestros problemas no caben en sus urnas, que por más que nos prometan y prometan, para ellos, las palabras valen madres y se las lleva el viento. Claro, el abstencionismo siempre ha existido, y dirán muchos que “no sirve de nada”, pero no es así. Yo reivindico la abstención ante el voto nulo, porque este segundo pareciera que es la voz de los que se quejan y quejan siempre de las reglas del juego y sus más pero tampoco quieren o se animan o se atreven a dejar de jugar. Algunos más, preferimos salirnos del juego y crear el propio. La abstención electoral no significa que nos valga madres el país, al contrario, significa que hemos decidido buscar otras formas de construir lo que por ejemplo ellos llaman “democracia” y lo cual en sus cabezas solo se traduce automáticamente en el voto, y no, nosotros no creemos eso. Dejamos de participar en su juego porque sabemos que la solución no la podemos encontrar en las urnas porque simplemente no hay opciones de por quién votar, porque nos hemos convencido de que ningún partido político nos representa, ni siquiera esos que “se dicen de izquierda”. ¿Existe la verdadera izquierda partidaria en México? Yo diría que no porque no creo que la democracia se construya comprando votos y lucrando con las carencias y necesidades de la población, yo no creo que la democracia y la izquierda se construyan regalando despensas ni tablets. La verdad es que la “izquierda” partidaria ha perdido legitimidad y fuerza porque ha dejado de lado a la sociedad civil, marcando así la línea entre ambas. La izquierda partidaria, nos ha conducido a muchas desilusiones en este país, ya sea por derrotas frente a la derecha y al sistema que tanto dice enfrentar, o por fracasos –más comunes- porque deja de lado sus objetivos y principios éticos, o bien, se le olvidan o los cambia. Como sea, ya no le creemos tampoco a esos de la” izquierda” de arriba.
Este año, creo que más que el voto nulo, deberíamos de motivar el abstencionismo, no como una estrategia permanente, pero aún en el supuesto caso de haber candidatos o partidos por los cuales votar, el sistema tiene sus reglas y es difícil intentar mover algo desde adentro. Yo no entiendo a la gente que conoce y ve las masacres y tragedias que el mismo Estado comete y aún dice que irá a votar. Yo no votaré, y no, tampoco me creo ese cuento de que la democracia se ejerce a través de mi ciudadanía y votando, no. Para muchos puede ser real, para mí desde donde veo y vivo la vida, no es más que una mentira. Porque para construir democracia, democracia de verdad, no debemos estar atados a un rito electoral como este, hay muchas maneras de construir democracia auténtica y es lo que venimos proponiendo y ejecutando.
Cada quién es libre para decidir ir a votar o no. En lo personal, yo no votaré porque creo que necesitamos cortar de tajo y comenzar a buscar y construir por otras vías, ya que este sistema está por demás podrido. Yo no votaré porque veo día a día sufrir a la gente que amo solo porque quieren un mundo nuevo y eso me llena de amor y de rabia. Y porque creo que el momento que vivimos vuelve más que necesario el no consentir el optimismo ciego ni el pesimismo resignado como una opción política fuerte y eficiente, que sea capaz de proponer y construir otras vías y modos. Este 7 de junio, no nos veremos en las casillas; nos vemos en las calles.
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Berenice Rodríguez, chilanga nacida en los noventas, amante de los tacos y estudiante de Sociología en la UNAM. Interesada en temas de la izquierda latinoamericana, violencia, protesta, resistencia y decolonización.