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#PecesSueltos presenta: Dweezil Zappa

- Por: helagone

“A Loose-Fish is fair game for anybody who can soonest catch it.” Moby Dick

Si la música se parece al mar, y lo habitamos todos, hay especies raras, que se ven poco y extraña vez son capturadas. Aquí surcamos las olas para hacerlos más evidentes.

Dweezil Zappa

Por Víctor Hugo Benítez
@VictorH_Benitez
Afirmar que la música de Frank Zappa es tan mainstream como la de Pink Floyd, Led Zeppelin o The Beatles sería un disparate; sin embargo, pocos admitirán abiertamente que no tienen la más mínima idea de la música de Frank. Pruébelo usted mismo: suelte el nombre de Frank Zappa en una charla entre puro connoisseur del rock y vea cómo sus interlocutores levantarán la ceja, asentirán con gesto mamalón y le recetarán algo parecido a: “¡Claro, Frank Zappa! Todo un chingón”. Después le hablarán del solo de guitarra de “Stairway to heaven” para entrar en terreno seguro. Lastimosamente para alguien que disfruta de la música de Frank como la ginebra o el sexo, se cae pronto en la cuenta de que uno vive demasiado solitario en ese goce. Son pocos quienes la escuchan, y son los menos quienes la han escuchado con atención. Tal vez la música de Frank sea un enormísimo pez suelto, y a veintidós años de su muerte, está muy en riesgo de caer presa de esas pequeñas legiones de fanáticos, refractarias y reaccionarias. Aquellos que no toleran la intromisión o la alteración de la obra por parte de escuchas advenedizos y músicos improvisados. Corre el riesgo de entrar en esa horrible categoría donde el gran público mete al Jazz o la música clásica: expresiones reservadas a iniciados, freaks e intelectuales de aromas varios.
Hace diez años, uno de los hijos de Frank, Dweezil Zappa, decide atacar el problema como se debe: reunir a un grupo de músicos con las habilidades y la personalidad necesarias para entrarle con seriedad al repertorio y girar por el mundo recreando el vasto repertorio zapiano a un público que creció y envejeció con esta música; y más importante aún, exponerlo a un público mucho más joven.
Dweezil Zappa nace el 5 de septiembre de 1969 en Los Ángeles, California. Dweezil (pronúnciese algo así como dúi-sol) era el apodo que Frank inventó para el pequeño dedo deforme en uno de los pies de su esposa. Las historias sobre el nombre del chico son innumerables, pero lo que realmente atrapa la atención es el inicio de la carrera del segundo hijo de los Zappas. Y aquí viene la historia de un verdadero júnior del rock. En 1982 Frank pide al mismísimo Steve Vai que dé las primeras lecciones de guitarra a Dweezil. Al poco tiempo Frank decide invitar al crío a tocar el solo de guitarra en la canción “Steve’s spanking” en una actuación en el Hammersmith Odeon de Londres. Dweezil narra el evento: “Estaba muy emocionado por haber sido invitado a tocar, pero estaba muy nervioso. En tanto sólo podía tocar la guitarra principal en la clave de la, Frank inventó un ademán para que la banda modulara la canción desde su clave original, si, a clave de la. Después de terminar mi solo, dio la señal al grupo para regresar a clave de si… aquello fue como un truco de magia para mí.”
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Ese mismo año, Frank consigue que Eddie Van Halen produzca, arregle y musicalice el primer sencillo de Dweezil, “My mother is a space cadet“, para ser lanzado por la disquera Barking Pumpking.

En 1984, Frank pide al afortunado Dweezil aportar solos de guitarra en las canciones “Sharleena” y “Steve’s spanking” para el álbum Them or Us. Dos años más tarde, el joven inicia participaciones esporádicas en la tele gringa y un par de películas en Hollywood. Aún bajo el cobijo del padre, graba y lanza su primer LP: Havin’ a bad day (1986) y continúa actuando en los conciertos de Frank. Aquí otro notable documento del nepotismo de Frank: un larguísimo solo de guitarra a cargo de Dweezil, faramallero e insustancial, en la canción “Chunga’s Revenge“, grabado durante la última gira que diera Frank en 1988; track inicial del álbum Trance Fusion (2006):

Los siguientes años vieron el trabajo solista de Dweezil sin el auspicio ni la supervisión de su padre. En 1988 firma un contrato con Chrysalis Records y lanza ese mismo año My guitar wants to kill your mama, de nuevo un cover de un sencillo de Frank Zappa; seguido de Confessions (1991); Music for Pets (1996), éste en colaboración con su hermano menor, Ahmet Zappa, y Automatic (2000); de nuevo como solista. Bastante errático en su estilo, el joven Dweezil navega torpemente aquellos años entre su obsesión con el Heavy Metal y los guiños a los estilos de composición su padre. Sus esfuerzos en solitario, a pesar de la colaboración de varios músicos asociados a Frank, parecen no tener rumbo alguno; no sorprendió a nadie que esos discos pasaran inadvertidos. Visto a la distancia, esas canciones dan incluso un poco de tristeza; hasta lo hacen a uno encogerse de hombros de tan mal logrados que son, y de cuán horribles fueron los noventas.

La carrera de Dweezil parecía tener el mismo destino que el de otros tantos músicos hijos de roqueros exitosos. Siempre a la sombra de los padres, con limitado talento y dando tumbos entre estudios y escenarios. A mitad de los dos miles, Dweezil se aparta de toda actividad durante dos años para aprender el estilo guitarrístico de Frank y para estudiar a fondo su extensa discografía. Aún se toma el tiempo para editar el álbum Go With What You Know (2006). Es por mucho su mejor trabajo hasta entonces; sin embargo, adolece del mismo problema que sus discos anteriores: por momentos las canciones son un desfile de escalas y pasajes frenéticos nada memorables. Cuando mejor funciona el disco es cuando re interpreta sin pudores la música de Frank. Para algunos es allí donde reside el único mérito de Dweezil; y tal vez su mayor defecto como artista: está anclado definitivamente a la música de su padre.
Si nos vamos por la primera ruta, es en Zappa Plays Zappa donde cobra relevancia su trabajo. En la primavera de 2006 inicia una gira por Norteamérica y Europa. Los conciertos alcanzaron cierta notoriedad por incluir en buena parte de la gira a músicos que colaboraron con Frank: Steve Vai, Terry Bozzio y Napoleon Murphy Brock, como vocalista permanente. Como resultado de la gira, se editan el álbum y DVD dobles Zappa Plays Zappa (2008). Quizá por la ausencia de Frank, siempre crítico árido del establishment gringo, y por la inocuidad del discurso de Dweezil, la industria gringa reconoció en 2009 con un grammy a Dweezil por la interpretación de “Peaches en regalia”, un clásico del repertorio.

La crítica también fue favorable aunque no faltaron voces que redujeron el proyecto a la categoría de banda tributo o banda de covers. Y hay mucho de cierto en eso. Desde los ojos y oídos de un fan, de esos que tienen el sentido crítico más inflado que el ego, yo entre ellos, la primera reacción al escuchar el disco era de desconfianza y al final de cierta pesadumbre. Aquilatado a casi diez años de su aparición, uno lo puede entender mejor: pretender ser Frank habría sido absurdo y penoso. Hay muchísimas canciones que jamás podrán ser interpretadas como él lo hacía. Y en este mundo tan higiénico, tan políticamente correcto, el humor de Frank tendría muy poco espacio para respirar. Dweezil afirmó por aquellas fechas que Zappa Plays Zappa surge como una reacción al maltrato injustificado que la música y la personalidad Frank recibían en los medios: la música más avanzada de Frank se asociaba al consumo de drogas y el resto del repertorio sólo valía la pena como ejercicios cómicos; o peor aún: ¡la obra no se escuchaba en lo absoluto!
El proyecto de Dweezil no da un áurea de sacralidad a las canciones de Frank; sin embargo, respeta los textos y las grabaciones originales para recrear los discos tal y como los concibiera el autor. Las piezas más oscuras y abstrusas del repertorio se tratan sin la pretensión y pedantería con que a veces se toca el jazz de avanzada, el rock progresivo o la música clásica contemporánea. Al bajar un poco la guardia, se cae entonces en la cuenta de la importancia de la esta nueva banda: la música de Frank necesita a músicos que estén a la altura de las dificultades interpretativas del repertorio. Y sobretodo necesita a una audiencia; una que no se esté muriendo.
Las giras continúan a lo largo de 2007 y 2009. Se reducen cada vez más las participaciones de músicos veteranos asociados a Frank. Poco a poco la banda se gana el respeto de los fanáticos de vieja cepa que requiere cada vez menos de pruebas de autenticidad. Prueba de ello es el disco doble Return of The Son Of (2009). Ahora sí, una joya en sí misma. Se escucha ya a una banda muy sólida; los arreglos y la producción son impecables. Y por fin, Dweezil consigue solos de guitarra que hacen babear a los iniciados y sacudir a los recién llegados. Este disco funciona como una excelente ruta de entrada a la música de Frank. Es sin duda el documento más valioso que ha grabado Zappa Plays Zappa.

Ya con el formato bien aprendido, Dweezil relanza el proyecto en 2010 para festejar el aniversario 70 the Frank. Con nueva formación, la más joven desde que inicia el proyecto, Zappa Palys Zappa, reinterpreta íntegramente el álbum Apostrophe (1974) como primer set de los conciertos y expande el repertorio aún más; incluye por primera vez interpretaciones de los primeros álbumes de The Mothers of Invention para hacer las delicias de los fanáticos que eran adolescentes cuando salieron aquellos primeros discos. Aquí una participación de un enorme veterano zapiano, George Duke dándole a “Uncle Remus“:

Dweezil Zappa celebra entre 2013 y 2014 el 40 aniversario del Roxy & Elsewhere (1974), disco fundamental en la discografía de Frank. Retoma en esta gira la práctica de interpretar líneas melódicas que no fueron escritas originalmente para guitarra. En eso que pudiera parecer un gesto arriesgado y hasta petulante, Dweezil consigue añadir nuevas texturas y matices a los arreglos de las viejas canciones. Frank describía esa atención tan sutil a los detalles como “pintarle las cejas a las canciones”. Otro gran logro de la banda ha sido entrarle al repertorio que Frank compuso para orquesta de cámara y que fue registrado magistralmente en el último disco que lanzara Frank en vida, The Yellow Shark (1993).
En 2015 Dweezil reduce a la banda a seis músicos y decide excluir definitivamente a los veteranos músicos de Frank. Con la alineación más joven desde que empezara el proyecto, Zappa Plays Zappa celebra otro álbum pilar en la extensa obra de Frank: One Size Fits All (1975). Las reseñas de los conciertos en Norteamérica siguen restringiendo a Zappa Plays Zappa al mercado de la nostalgia. Las audiencias tienden a ser reducidas y geriátricas. Curiosamente, la banda encontró en Latinoamérica a los públicos más jóvenes y entusiastas de esta gira. Hubo tres conciertos abarrotados en Buenos Aires y dos conciertos en Santiago de Chile. Hubo uno más, cosa curiosa, en el Festival Internacional de Jazz de Playa del Carmen. Para descrédito de este fanático en sus treintas, aquellos que de verdad iban a escuchar la música de Zappa eran desmadrosísimos veinteañeros. Y para sorpresa aún mayor: encontré a muchísimos escuchas incautos completamente enganchados con esa música rara pero encabronadamente divertida y hermosa. Aquí un concierto completo de esta última gira:

Via Zammata (2015), el último disco con música original de Dweezil, cuyo título hace homenaje al nombre de la calle en el pueblito Siciliano desde donde emigraron los familiares de Frank, incluye la única pieza que co escribieron Dweezil y su padre, “Dragon master”. El disco, de muy reciente aparición en los servicios de streaming en México, confirma a Dweezil como un excelente instrumentista, y al mismo tiempo, lo define como un creador muy limitado. La música orignal de Dweezil rara vez pasa la prueba del ácido y regresa siempre al punto de partida. Es sólo cuando se trata de recrear la música de Frank cuando Dweezil puede ser excepcional. En últimas fechas, él mismo acepta que su trabajo está más cercano a la vieja tradición siciliana, donde el cuidado casi reverencial al legado del patriarca se toma como la cosa más seria de este mundo. Zappa Plays Zappa no dejará de ser una banda de covers, de eso no cabe la menor duda, pero se trata tal vez de la mejor que uno pueda escuchar.