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#PecesSueltos presenta: Jason Molina

- Por: helagone

“A Loose-Fish is fair game for anybody who can soonest catch it.” Herman Melville, Moby Dick

Si la música se parece al mar, y lo habitamos todos, hay especies raras, que se ven poco y extraña vez son capturadas. Aquí surcamos las olas para hacerlos más evidentes.

Jason Molina

por Anabel Aguirre
@_anabelaguirre

Alguna vez me sentí traicionada cuando el sonido que inicialmente me cautivó de un músico cambió. Jason Molina no me traicionó. Nunca dejó atrás su sonido inicial, no realmente. Creo que lo que ocurrió es que poco a poco fue acompañando su sonido con el de otros músicos. Subió de volumen, añadió orgánicamente partes que completaban lo que él inició en solitario como Songs: Ohia, cuyo primer demo salió en 1995. Estuvo activo con este nombre durante varios años.

Para 2003, publica un disco titulado Magnolia Electric Co., a partir del cual se formó una suerte de banda homónima que tomó el sonido de esa producción como base. En ese álbum participó Scout Niblett y la canción que con ella hizo, Peoria Lunch Box Blues, es enorme y el sonido en general de ese disco es bellísimo. Sin embargo, aunque exploró a fondo el sonido más saturado que Magnolia Electric Co. trajo consigo, Molina no dejó de hacer música que no distaba mucho de su fantasmagórico y etéreo, aunque sencillo, sonido ‘original’. Decidió no elegir entre tener una banda y tocar como solista, y eso me alegra enormemente.

Hay una inmensa soledad en la música de Molina. Creo que es una soledad devastadora. Me atrevería a decir que juega con el tiempo y logra alterar la experiencia de éste. Me atrevería a decir que cuando uno escucha su música el tiempo pasa diferente, más lentamente. Diría también que de cierta forma interviene el espacio alrededor, llenándolo, expandiéndolo. Hay como un eco en sus canciones, pausas, una manera de alargar las palabras y las notas que hace que no quieras ni puedas salirte de la atmósfera que crea. Estos elementos, entre otros, hacen que se sienta tan cercano como lejano. A mí me confunde la cercanía extrema que experimento al dejarme llevar por Molina porque siempre lo siento inalcanzable.

Afirmo sin titubear que es uno de mis músicos favoritos, pero he de confesar que hay veces en que no me siento lista para escucharlo porque su melancolía lo envuelve todo: adentro y afuera. No hay escapatoria. Insistiré acá en que escuchar su música es una experiencia espacial también: te hace consciente tanto del lugar donde grabó, como del lugar desde donde se escucha. Me pregunto si todo esto tiene algo que ver con lo vasto de su región de origen: el «Midwest» estadounidense, con sus inmensas y planas extensiones de territorio. De allá también era Elliott Smith y su música, aunque de otra forma, era igual de fantasmagórica, atmosférica y devastadora. Will Oldham también es de allá. Quizá no tenga nada qué ver.

Jason Molina murió en el 2003 a los 39 años por fallo multiorgánico derivado del alcoholismo crónico. Dejó muchísimo material musical que no deben perderse.

#PecesSueltos presenta: The Cleftones