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De Billie Holiday elegías elegías

- Por: helagone

por Alain Derbez
@Alain_Derbez
Frank O´Hara, poeta (no confundir con Franco Jara, futbolista), nació en Baltimore, Maryland, el 27 de junio de 1926. El 25 de julio de 1966 murió atropellado en la isla del Fuego por un boogie playero.
Billy Holiday nació en Baltimore también. Eso fue el 7 de abril de 1915, la fecha que décadas más tarde iría a recordar como la de la muerte de mi madre. La última aparición de Eleonaora Fagan Gough– ése era su nombre- tuvo que ser en el teatro Phoenix de Nueva York, vetada como estaba en los centros nocturnos por culpa de la policía y las drogas. Eso fue en mayo de 1959. Semanas después, en julio 17, moría en un hospital.
Un club nocturno en Nueva York, nombrado en honor al saxofonista Charlie Parker, era el Birdland. Frank O´Hara lo menciona en su “Personal Poem” cuando escribe:

Y LeRoi viene y me dice que Miles Davis fue apaleado doce veces anoche fuera del Birdland por un tira.

LeRoi, el apellido es Jones, ya no se llama así. Este poeta, dramaturgo, crítico e historiador del jazz, cambió su nombre al de Amiri Baraka cuando, en 1965, Malcolm X fue asesinado. En 1996 la editorial neoyorquina Marsilio Publishers sacó la luz su libro Eulogies (Panegíricos), en donde una de las oraciones fúnebres hechas por Baraka se dedica al trompetista Davis, muerto en 1991.
O´Hara, poeta de la calle neoyorquina, viandante urbano, retratista de la cotidianeidad, contemporáneo y conocedor respetuoso del trabajo de la llamada generación beat, pero no perteneciente a ella, publica en 1952 A City Winter and other Poems. En 1953, Oranges; Meditations is an Emergency, en 1957; Second Avenues y Odes, en 1960; Lunch Poems, en 1964 y Love Poems en 1965.
Es en Lunch Poems, libro que salió en la editorial City Lights de Lawrence Ferlingetti, donde vienen el “Personal Poem” y el poema “The Day Lady Died”, elegía a la muerte de Billie.
En castellano Julio Cortázar escribe sobre la cantante autora de God Bless the Child en “Siestas”, texto incluido en el segundo tomo de Último Round. El año es 1969 y la editorial Siglo XXI:

Pero escuchar a Billie Holiday era una tristeza hermosa que daba ganas de acostarse y llorar de felicidad.

El narrador Héctor Manjarrez menciona a Billie junto a las blueseras Ma Rainey y Bessie Smith en su libro No todos los hombres son románticos. La poeta peruana Blanca Varela escribe “Oyendo a Billie Holiday”, el colombiano Darío Jaramillo Agudelo plasma en Lady Sings the Blues: “Gorrión triste que anida entre el piano y el humo esta garganta inventa la sustancia más oscura de la noche” y el poeta colimense Víctor Manuel Cárdenas publica por su parte otro Lady Sings the Blues: “Usted no murió ayer Lady, fue atendida al instante y aquí están su voz, su sax, su maquillaje negro”
Todo esto está recogido en el libro Todo se escucha en el silencio. No lo busque el lector pues agotado está. Eso quiere decir que no podrá leer- al menos ahí- el testimonio del ceramista Hugo X. Velázquez sobre el encuentro que en Manhattan tuvo con la cantante: “Rodeamos el coche, Billie no se daba cuenta, pero era precioso; era como si la gente quisiera acariciar el aire en torno a ella.”
En inglés muchos son los textos literarios hechos para ella. Encontramos, entre otros, Strange Fruit de Lewis Allen- que dio lugar a su canción Strange Fruit, que dio lugar al título de la novela Strange Fruit de Lillian Smith (libro que en español publicó Sudamericana en 1946). Además están A Tanka for Billie Holiday de Michael G. Ford y Poem for Lady and Dinah Washington de Quincy Troupe, el periodista que ayudó a Miles Davis a escribir su autobiografía. Este libro salió en 1989. Tres décadas antes, en 1959, Miles grabó el disco Kind of Blue. Ese año, una noche de enero, mientras tocaba en el Birdland (quizás la noche en que un policía lo golpeó cuando había salido a fumar un cigarrillo), Miles vio a la cantante por última vez. Billie requería dinero para heroína. En 1945, el año en que el joven Davis graba su primer disco, Billie cantaba con la banda del saxofonista Coleman Hawkins y Miles, dado que el trompetista de base constantemente fallaba por causa de la droga, comienza a tocar ahí. Así que sí: Miles sí acompañó a Billie Holiday, y sí, LeRoi Jones escribió sobre Billie Holiday frases como ésta:

En el momento en que ella dejaba de cantar, quedabas desvalido. Cuando cantaba, escuchabas y te prometías cualquier cosa.

En la próxima reedición de la antología atreveré esta versión de The Day Lady Died de O´Hara:
“Las 12:20 en Nueva York un viernes, tres días después de la Bastilla/ Sí. Es 1959 y voy a que me lustren los zapatos pues bajaré del tren de las 4:19 en East Hampton a las 7:45 y luego voy directo a cenar y no conozco a los que van a darme el alimento. Camino por la calle sofocante que empieza a arder de sol y pido una hamburguesa y una leche malteada y compro una horrorosa New World Writing para indagar qué hacen los poetas de Ghana en estos días. Voy al banco y Miss Stillwagen (oí en cierta ocasión que la llamaban Linda) por una vez en su vida no le da por revisar mi cuenta y en el Golden Griffin compro para Patsy un pequeño Verlaine con trazos de Donnard, aunque también pienso en el Hesíodo, traducción de Richard Latimore o el nuevo drama de Brendan Behan o de Genet Le Balcon y Les Négres. Mas no: me quedo con Verlaine luego de casi dormiré en la indecisión y para Mike camino a la licorería de Park Lane y pido una botella de Strega y después me dirijo a donde vine que es la Sexta avenida, a la cigarrería del teatro Ziegfield y pido simplemente un cartón de Gauloises y otro de Picayunes y un New York Post que trae la cara de ella. Y ya estoy sudando mucho para entonces y me veo recargo en la puerta del Five Spot mientras ella musita al piano de Mal Waldron una canción y todo el mundo y yo conteniendo el aliento”.
Amiri Baraka nació en octubre de 1934 y murió en enero del 2014. Algo de ello no sabíamos cuando una vez en Canadá charlamos brevemente.
¿Es que puede conseguirse todavía el libro autobiográfico Lady Sings the Blues que la catalana Tusquets publicó en 1988? Sí, seguramente.

En este país- escribe Holiday- no eres nadie hasta después de muerto y entonces pasas a ser el mejor.