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#TerraIncógnita Sonido Gallo Negro: cumbia para gente bien. Rumbo a Bahidorá

- Por: helagone

Por Gabriel Gómez Hernández
@Chico_Calavera
“Recomiéndame algo de música, ya estoy hasta la madre de lo de siempre.” Me dijeron.
No sé si yo sea la persona indicada para recomendar qué escuchar. Mis conocimientos musicales son limitados. Crecí en los 90 cobijado por la oleada de rock “alternativo” de aquellos años: Pearl Jam, Smashing Pumpkins, Nirvana, Offspring, NIN, Radiohead, Oasis, Blur. En fin, todas esas bandas que seguramente ustedes también conocen bien.
En mis tiempos la apertura a la música nueva era limitada. Yo, como muchas otras personas, al pasar los años crecí pensando que estábamos mejor en los 90, que fue una etapa dorada para el rock y que nada debió cambiar. La sorpresa es que todo cambia.

Para la gente de mi edad (30-35, y no me dejarán mentir), la cumbia es un género con el que algunos crecimos peleados gracias a las poses que nos acostumbramos a guardar. No es posible que la gente de rock pueda entregarse a esos sonidos campechanos y nada deprimentes, completamente contrarios a los que estamos acostumbrados y con los que nos sentimos sumamente identificados. Al menos a mí eso me pasaba.
Después de abandonar mis años de juventud comprendí que nada de malo hay en divertirse de repente, en “soltar la polilla” como dice mi mamá. Después de todo vivimos en una ciudad con miles de propuestas musicales y culturales; cerrarse a la posibilidad de escuchar algo nuevo es cerrarse también las puertas a conocer nuevas personas, nuevos estilos de vida, nuevas satisfacciones.

Así fue como hace unos años de manera fortuita escuché al Sonido Gallo Negro. Esta banda está integrada por el diseñador Dr. Alderete, Edwin Noise (de Telekrimen), Gabriel Twin (de los Twin Tones) además de acompañarse de muchos y renombrados músicos durante sus presentaciones en vivo. El Sonido Gallo Negro retoma los sonidos de la cumbia Peruana de los años 70 y los fusiona con algo de fuzz/surf, siempre acompañados de un güiro, theremin y órganos farfisa. Todo perfectamente combinado para dar como resultado un sonido bailable, vanguardista y apto para cualquier oído, educado o no. Es una mezcla entre la Tigresa del Oriente y Dick Dale.
¿Y es que acaso no es un sonido así lo que necesitábamos? Seamos honestos: las fiestas con una grabadora, tu cassette de Marilyn Manson y cervezas calientes ya pasaron de moda o simplemente ya no son para los contemporáneos. Lo que la gente quiere hoy en día es tomarse unas cubas, platicar un rato, fumar un cigarro y sacar a bailar a la más sabrosa de la fiesta. Saber bailar o no (situación que a las personas con dos pies izquierdos como yo nos limita bastante) es lo de menos. Para bailar la cumbia del Sonido Gallo Negro no es necesario haber tomado clases en Tepito, la Bondojo, el Peñón de los baños o el ex balneario olímpico de Pantitlán. Con ponerle sentimiento a tus movimientos de cadera y no tirar la cuba mientras te contoneas, es más que suficiente.

Las bondades del Gallo Negro son muchas; la primera que resaltaría es que el sonido es amigable, lograron trasladar “el barrio” a los bares más trucutrú y mamadores de la condesa. En pocas palabras llenaron “de barrio” a la gente que no es barrio. El sueño de cualquier “condesero”: bailar cumbia pero sin parecer “naco”.
Para los “rockeros” también hay. Gracias a sus guitarras por momentos surfers, por momentos fuzz, todos podemos hacer el clásico “air guitar” sin sentir pena ni tampoco que estamos faltando a nuestros principios y a la buena educación recibida en casa.
Lo que logran estos hijos pródigos del “Alicia” es muy interesante; logran tirar en cierto modo los tabús que existen hacia la cumbia, hacia Perú y hacia la gente que gusta de este género.
Logran conectar a hipsters, rockers, fresas, mirreyes, nacos, y demás, mediante música que no deja afuera a nadie haciendo que todos aquellos que los estén escuchando se integren y que nadie se sienta discriminado. La comunión del baile todo lo puede.
Las melodías de esta banda pueden ser disfrutadas por cualquier persona y en cualquier escenario. Lo demostraron en el Vive Latino 2015 tocando codo a codo con el Sonido La Changa (de la mera Iztapalapa) en un ambiente que se presume “rocker” (aunque con los años han apostado por la diversidad de géneros). Sin embargo, también se pueden presentar en la Condesa, en el Alicia, en museos y en múltiples sitios.

Otra parte importante y característica de la banda es que sus visuales (creados y manejados por Alderete) son parte crucial de sus presentaciones en vivo, logrando hipnotizar al respetable y amansar hasta a la más guapa para que así el toquín no sea sólo eso, sino una experiencia inigualable. Los visuales me parecen entre lo psicodélico y lo “kitsch“. Entre el libro vaquero y Dark Side Of The Moon.
Vivimos en días de diversidad, en tiempos de mezclas, en tiempos en los que lo único en lo que podemos creer es en refugiarnos en todo aquello que nos haga felices, que nos haga brincar, que nos haga pasar un rato chido con lo amigos. Sin poses, sin caretas.
Por eso cuando me preguntaron qué podía recomendar para escuchar, yo dije: “Escúchate al Sonido Gallo Negro. Puede que te saques un poco de pedo al principio, pero te garantizo que en algún punto te van a atrapar, te van a dar ganas de bailar y vas a sacar el barrio que llevas dentro. Es más, hasta se lo vas a presentar a tus cuates de la Roma, la Del Valle y la Condesa.”
El increíble Carnaval de Bahidorá será la siguiente parada de estos excelentes músicos. Honestamente me parece un escenario inmejorable para disfrutar de calor, chelas, baile, bikinis y mucho sabor.
Yo a este toquín no falto, porque al final, como dijo el famoso filósofo tuitero: “Algún día te arrepentirás de todas las cumbias que no bailaste por andar haciéndole al rockerillo”. La vida es sólo una, y sin cumbia no es vida