Todo mundo está aterrado, y no es para menos, Jair Messias Bolsonaro, del Partido Progresista, es, si es que no pasa un milagro, el presidente de Brasil. A pesar de que Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores, trató y trató, todo parece claro. Todo Brasil votará, no ha favor del bien común y el cuidado de todos, sino en castigo a las administraciones de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, ambas involucradas en terribles escándalos de corrupción.
Ahora, ¿qué están votando los brasileños? Pues una cascada rumbo al totalitarismo y la persecución. El así llamado Trump Brasileño es un ex militar completamente abierto respecto de sus sentimientos profundos hacia las mujeres, las minorías, la negritud, la homosexualidad, la violencia, la pobreza, la dictadura y la tortura. Y dejen que nos adelantemos, sus sentimientos profundos son bien oscuros, les pasamos unas probaditas para que se queden mal de su cabeza:
“Estoy a favor de la tortura y tú sabes que lo estoy.”
“No voy a combatir ni a discriminar, pero si veo a dos hombres besándose en la calle, les voy a pegar.”
“Ella no merece (ser violada), porque ella es muy mala, porque ella es muy fea, no es de mi gusto, jamás la violaría. Yo no soy violador, pero si fuera, no la iba a violar porque no lo merece.”
En fin, la comunidad internacional tiene toda la razón para estar muy preocupada. Y lo ha estado desde hace años. Y un ejemplo de esto son estos trabajos de John Oliver, Ellen Page y Stephen Fry, que se propusieron, uno dar un contexto y claridad sobre la personalidad de Bolsonaro dentro de Brasil, y los otros dos, pues un enfoque más preciso sobre sus espinozas posturas homofóbicas.
Ya veremos que nos dice la historia. Por lo pronto vale la pena estar muy al pendiente de Brasil, y nuestros compas brasileños, si el Partido Progresista llega, la van a tener muy complicada.