por Erika Arroyo
@_earroyo
El viernes 28 de agosto de 1987, Guillermo Ochoa presentaba con una sonrisa incómoda, su noticiero Nuestro mundo: “Pues miren, ahora vamos a sostener una plática y quizá no le entendamos nada…”, advertía a cuadro, buscando algún recóndito documento sobre su escritorio para finalmente, dirigirse a la cámara con una serie de comentarios tan evasivos como su mirada inicial para más o menos presentar a sus invitadas al estudio, Maris Bustamante y Mónica Mayer, quienes compartían en televisión nacional su proyecto ¡MADRES!, iniciativa de su grupo de arte feminista Polvo de Gallina Negra.
La elección del medio no podía ser más propicia para hablar de la maternidad, tema que desde hacía ya algunos años abordaban y que comenzó con la planeación conjunta de un embarazo, así como de su postura feminista sobre el arte y la vida. Ante un panorama cultural delineado por idealizaciones y expectativas que no corresponden con la realidad, llevar estos temas a los medios masivos de comunicación fue y seguirá siendo una acción revolucionaria.
Dicho espacio televisivo tan convencional en su formato, con un alcance tan amplio, y que formaba parte de la oferta noticiosa del canal 2 de Televisa, fue tan solo uno de los diversos medios de comunicación de los que se valió este grupo para sacudir el mundo visual y con ello, contribuir a transformar las representaciones de las mujeres. Para lograr este cometido, estas artistas salieron de los círculos tradicionales dentro de los cuales se sostiene buena parte de las prácticas artísticas y, buscando romper los “cinturones” que ceñían –y ciñen- la percepción, encontraron en la cotidianidad el campo fértil para un conjunto de iniciativas que aún después de 35 años de la fundación de este grupo siguen haciendo eco.
A lo largo de seis meses del mismo 1987 en el que coronaron a Guillermo Ochoa en su propio noticiero para que fuese Madre por un día, Bustamente y Mayer realizaron envíos mensuales de correos a un grupo de 300 personas, entre ellas, directores de museos, historiadores, periodistas y comunicadores, críticos, y mujeres con y sin profesión, amas de casa, oficinistas, etcétera. Este sistema de distribución de textos por correspondencia que desde los años 60 venían utilizando distintos artistas y que el mismo Ulises Carrión en El Arte y el correo, señaló como determinante para distintas tendencias artísticas , no era para nada una práctica trivial.
La posibilidad que ofrecía el servicio de correspondencia para establecer colaboraciones más allá de las fronteras, lenguas y culturas eran enormes, considerando el papel que el correo tradicional jugaba como medio de comunicación. Además, ese intercambio de mensajes a sobre cerrado escapaba al control de un editor o productor, ambas figuras de poder en la toma de decisiones en los medios; el correo permitió difundir ideas feministas acerca de distintos temas de manera masiva y segmentada de acuerdo a sus propios intereses.
“En esa época, los artistas que empezaron a pensar de otra manera, los artistas no objetuales, utilizamos los instrumentos que se nos fueron presentando de nuevas maneras; así descubrimos y usamos el correo. Desde luego, no teníamos fax, no teníamos mail, no teníamos internet, no teníamos tantas cosas”, señala Maris Bustamante en la entrevista que ambas tuvieron con Mauricio Macin para el indispensable libro Arte correo editado por Editorial RM en 2011.
Así la lista de envíos de correo comprendida en ¡MADRES! les permitía establecer contacto sin intermediarios con las personas del interés de su proyecto y tejer redes sociales para generar conversaciones directas. La serie de entregas comprende todo un programa de reflexiones con mucho sentido del humor, sobre diversos aspectos de la maternidad:
“10 de mayo: ¿Sabe usted dónde está su madre?”, primer envío.
“Breve historia de las que se comieron la torta bajo antes de tiempo”, segundo envío.
“Epitafio”, tercer envío.
“El misterio de la concepción o cómo hacerle para remover los asientos del difunto”, cuarto envío.
“El triunfo de Motherwars: Matriarcado-Fratriarcado-Patriarcado-Hijarcado”, quinto envío.
“Más allá de la vanguardia: La transmaternidad (dedicado a Rosario Ibarra)”, sexto envío.
Del arquetipo de la madre, la culpa de la madre, la idea de la función social de la madre, los espacios convenidos socialmente para las madres, la descendencia, entre otros temas, fueron abordados en su plan de correspondencia, el cual se dirigió a trabajadoras, madres, amas de casa, mujeres artistas y no artistas, hombres; el cuerpo de destinatarios de esta serie de cartas había sido definido con anticipación. No había de por medio una intención de incluir a todos en su lista de entregas por correo, sino diseminar los mensajes y de esa forma, incidir en la realidad de las personas a través del arte, pero fuera del circuito artístico.
“Madres se plantea como un proyecto visual que incluía acciones, entendidas más que como performance, como una acción en el se ntido arendtiano de echar a andar un proceso. Entre ellas estuvo el proyecto de arte correo.” De acuerdo con Mónica Mayer, la manera en la que comenzó a operar esta serie de envíos por correo consideró a sus círculos cercanos para irse expandiendo bajo el entendido de afectar la realidad personal y explorar las problemáticas políticas, económicas y sociales inmediatas, en una relación performática con la vida cotidiana.
Según Mayer, “el polvo de gallina negra es un polvo mágico de los que venden en México contra el mal de ojo. Nosotras pensamos en un principio que es difícil ser mujeres en este mundo, es difícil ser artistas, es difícil ser mujeres artistas, pero mujeres artistas y feministas es dificilísimo, entonces dijimos un nombre como el Polvo de Gallina Negra ya nos evita el mal de ojo de donde venga.”
En los mercados populares con pasillos místicos y yerberos, se venden sobres de polvo de gallina negra con la promesa de brindar protección mágica. El deseo de protección cobra sentido de manera única en el trabajo de esta mancuerna de artistas; por ejemplo, en “El triunfo de Motherwars: Matriarcado-Fratriarcado-Patriarcado-Hijarcado”, retratan un futuro hipotético en el que sus nietas Móni-Ka y Ma-Ris, versiones superdotadas de ellas mismas, vencen al arquetipo de la maternidad. En “Más allá de la vanguardia: La transmaternidad” prácticamente el último envío del proyecto y con dedicatoria especial a Rosario Ibarra, cuestiona los espacios y actividades asociados a la maternidad; aquí, la madre que busca a sus hijos incansablemente en medio de un entorno violento y en pie de una lucha para la que no tiene protección, trastoca el espacio idealizado para la maternidad.
Polvo de Gallina Negra actuó durante diez años consecutivos y luego de una larga pausa reactivó ¡MADRES! lanzando el Concurso Carta a mi madre 1987 – 2017, esta vez haciendo uso de las redes sociales para convocar a la gente a enviar correspondencia digital. Los medios siempre fueron útiles para el feminismo, regularmente tocado con pinzas o francamente evadido, en un momento tan importante como este y como tantos otros para las mujeres, conviene invocar esa protección mágica de ese par de “heroínas posmodernas”, como la misma Maris Bustamante las autodenominó, para seguir combatiendo al machista “monstruo de los mil penes destructivos de mujeres” y que en el proceso haya cada vez más cómplices.