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Barrio Chachín: de un “barrio triste” al Vive Latino

Por Gabriel Gómez, El Gabo @Chico_Calavera Fotos: Alfredo Padilla @padre_de_todo “La música jamás es una línea recta. Es un intrincamiento. Y, en un intrincamiento, es fácil perderse. En tu propia senda, nunca debes olvidar de dónde saliste.” La frase retumbaba en mi cabeza cada vez más, tal vez porque lo había vivido en mis años […]

Por Gabriel Gómez, El Gabo
@Chico_Calavera
Fotos: Alfredo Padilla
@padre_de_todo
“La música jamás es una línea recta. Es un intrincamiento. Y, en un intrincamiento, es fácil perderse. En tu propia senda, nunca debes olvidar de dónde saliste.”
La frase retumbaba en mi cabeza cada vez más, tal vez porque lo había vivido en mis años de meditación con los mejores maestros de kung fu, tal vez porque la banda a la que veía me la recordaba, o tal vez porque me la robé de una de mis películas favoritas y realmente habla de la venganza, pero para este texto sonaba sumamente adecuada. No sé. Al final la vida en general se basa en eso: “intrincamientos”.
En el camino, las bandas suelen encontrarse con muchos sonidos; algunos de ellos parecen los indicados y la fórmula para “llevarlos a la fama”. Otros, sin embargo, pueden plantear un reto debido a que no son precisamente lo que las personas suelen escuchar o digerir de una manera simple. Este es el caso de la música que hace Barrio Chachín.
Barrio Chachín es una banda de Monterrey cuyo nombre es el resultado de la mezcla de los títulos de 2 canciones de su primer material (Chachín y Mi barrio triste). Este grupo nos presenta una propuesta de “fusión” (eso es lo que se dice cuando no puedes catalogar algo en un solo estilo o no sabes qué decir pero quieres sonar pro) llena de influencias completamente diferentes, entre las que pueden pasar desde los Kings of Lion hasta Ricardo Arjona. Sus letras son inteligentes y con planteamientos contestatarios sin rayar en la propuesta y queja burda. En sus composiciones nos hablan de realidades cotidianas permeadas de la metáfora y las licencias que algunos afortunados se pueden dar.

El sonido que Chachín nos brinda es relajado, guapachoso, bailable y muy limpio. Dejan ver su buena técnica al tocar y sus pocas pretensiones. Ellos apuestan por un estilo de música innovador y que los haga sentirse cómodos, y no, no es que rayen en el egoísmo absurdo de creer que la música la hacen para ellos, más bien tienen la confianza de saber que su propuesta es honesta y que con la honestidad puede venir la gloria.
Después de 4 años de tocar puertas y de trabajar mucho dentro y fuera del escenario, Barrio Chachín festejó con su público este miércoles 4 de febrero en el club Imperial, un lugar en el que al parecer se sienten sumamente cómodos ya que ellos se autoproclaman “hípsters” (declaraciones fuertes que resultan ser más contestatarias que vestir con estoperoles) y sin duda el Imperial es un club hípster por excelencia.
La respuesta de la gente fue moderada, al parecer su público es más de los que van a escuchar y asumo que los del barrio “ya saben que no aplauden” o que al menos no lo hacen mucho y eufóricamente. Aunque eso, como muchas cosas en la vida, no es proporcional al empeño que la banda pone en el escenario. Entre su repertorio pudimos disfrutar de la bailable “Santa María”, pasando por “Baile Tétrico” y dándose el tiempo de coverear y “tributear” a la ya difunta Chavlela Vargas con “Macorina”.

En el tenor personal la historia del “Barrio” es muy parecida a la de otras bandas que trabajan desde muy abajo para lograr tocar en ciertos lugares; trabajar de limpieza en un bar, guardar dinero para poder entrar a los bares “nice” de la condesa y así poder conectar con bandas y managers que se fijaran en ellos y les dieran una oportunidad, es parte de lo que tuvieron que pasar para poder conseguir tocar en la zona y consolidarse como un grupo trabajador y como una propuesta seria.
Convencidos de que la propuesta era buena y que en D.F., es el lugar para tocar por excelencia, la banda decidió radicar en la ciudad más grande del mundo, teniendo su primera oportunidad para hacer lo suyo en uno de los terrenos más sinuosos pero también más musicales de la ciudad de los IMECAS: el tianguis del Chopo.
Ellos admiten que la experiencia en el Chopo fue dura pero indispensable, están conscientes de que tianguis multicultural es un espacio fundamental para abrirse espacio en la escena musical mexicana. Entre punks y metaleros, salieron bien librados y la aventura siguió su curso. El Atlantico, el Pasagüero, el Caradura y el Imperial son sólo algunos de los lugares que ya han visto de lo que son capaces los muchachos del Barrio Chachín.
Fieles creyentes y participes de la música independiente, han buscado por mucho tiempo un concierto para dar el gran paso; este año la oportunidad llegó: el Vive Latino.
El viernes 13 de marzo “la carpa intolerante” se va a engalanar y va a recibir a estos regios que tienen toda la intención de romperla y demostrar de una vez por todas que son una banda dispuesta a trabajar para pegar y vivir de esto.

Dentro de los muchos planes que rondan por la cabeza de Carlos, Roberto, Eduardo, Oscar y Marco, está el trabajar en un material que contenga sonidos más electrónicos, buscando la reinvención de la banda y un espectro más amplio para tocar.
Para Barrio Chachín el trabajo duro no es desconocido ni es algo a lo que tengan miedo, al contrario; es algo a lo que están acostumbrados y por eso valoran tanto las oportunidades que se le presentan. Comprenden que probablemente a ellos les ha costado mucho más trabajo que a otras bandas y por eso intentan mejorar hasta perfeccionar su trabajo. No perder el piso es algo que tienen claro, no olvidar de donde vienen y a donde van es básico para asimilar que nada está ganado aún, que el camino empieza, que hay altas y bajas y que hay que sortear y disfrutar cada una de ellas.
El Barrio toma su propuesta, la abraza, la asume y se hace responsable de los daños y perjuicios que esta pueda provocar. Experimentar, renovarse, cambiar, pero sobre todo tocar, es algo para lo que la banda está preparada y fue diseñada: hacer bailar al respetable, pero eso sí, sin respetarlo.

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