Jueves: En estos días el mapa me ha trocado una B por otra B y luego otra. Estoy en una buhardilla en una ciudad, tras haber salido de un país para arribar a otro con planeado rumbo tempranero dominical a una vieja nueva metrópoli: Bulgaria- Bélgica-Barcelona.
Muchas B de burro tiene el inicio de esta crónica pero pocas comparadas con la cantidad de escalones sudados que tiene el camino para llegar, como pollino cargado, al desván en el que han de guardarse mis húmedos huesos esta noche. ¿Es que voy al cielo?¡Led Zeppelin no lo quiera!
“Nunca una etimología más cierta”, casi pienso mientras mucho jadeo: “buhardilla (si Corominas no engaña) tiene su origen en el acto de “bufar, de resoplar con estridencia” ya que buhardilla era para la casa un respiradero por donde el humo y los vapores medievales tenían escape”.
Si la casa bufa, yo con ella: bufo como búfalo y sudo como tal mientras recuerdo el nombre del equipo de bolos de Pedro Picapiedra: “Los Búfalos Mojados”. ¡Intenten ustedes subir hasta este belga altillo digno de Nathaniel Hawthorne cargando con un par de maletas llenas de libros que serán presentados (y expendidos Jazz Mediante) en Bruselas, en Gante, poca ropa la verdad, una gorda chamarra que hasta ahora ha sido simple ornato, discos compactos lo mismo de Sonora Onosón que de El Código Postal, un kilo o dos de café coatepecano para obsequiar y un saxofón! A ver atórenle.
En unas horas luego de otras horas y que pocas serán para dormir, me veré transportado a Gante para encontrarme en un diálogo de saxofones soprano con Luiz Marquez, jazzista mexicano que décadas lleva ya viviendo en esta hermosa ciudad que Carlos V, el chocolate emperador… Ah, pienso, pronto será el día de la Raza que es lo mismo que la fiesta zaragozana de la virgen del Pilar y no faltará quien haga desde el PP una declaración nuevamente estúpida.
En unas horas, guiado por el una vez miembro de Ebbo y de Árbol- como consignado está en mi Historia del Jazz en México– visitaré éste, aquel lugar de jazz que la flamenca urbe tiene aquí y allá para que se oiga lo mismo a los seguidores exacerbados de la guitarra de Django, que al jazz de Nueva Orleans, que al free jazz o al blues o a….
En unas horas constataré que hasta en Gante hay autoridades casi chilangas encargadas de chingar la armonía del lugar convirtiendo joyas del gótico en nefastos bloques de cemento bendecidos por la modernidad y el bisne del voraz capital que nomás no ceja.
Todo en unas horas, todo hace unas horas en que toqué en Casa Verónica con el guitarrero flamenco Antonio Segura y más tarde con la compositora brasileña Cecilia Peçanha y volar en Vueling es hallar el purgatorio en pleno cielo.
Ahora estoy en Barcelona y en pleno Barrio Gótico y pienso en iconos belgas como las fritas patatas y el escuincle en micción permanente y en París de nuevo. Ahí, a pasos del remodelado Les Halles es posible hallar un icono del país en el que estoy. Los apolillados, los cuadrados, tiemblan y se sacuden con el hígado en verdor enfermo: ¡Tin Tin y el Capitán se besan en la boca! ¿Regino Burrón algún día le dará quico lenguaraz al Gorilón o éste a Fóforo Cantarranas?
Sudo. La buhardilla, los escalones. He llegado al domingo y yo sigo en jueves instalado.
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Alain Derbez – @Alain_Derbez