No sé, puede ser, a lo mejor, quién sabe, tal vez. Si ustedes crecieron en los años 90 o antes, no les tenemos que recordar de quién era la ilustre frase anterior. Pero si no tienen ni la menor idea de lo que les estamos hablando, prepárense. Les vamos a contar algo impactante. La frase inicial era la marca del comediante mexicano Gaspar Henaine “Capulina”. También conocido como “El rey del humorismo blanco“, Capulina es famoso por sus películas, sus colaboración con famosos luchadores, su cómic y por llegar a tener un circo. Sin embargo, hay una faceta bastante oculta del comediante.
Nacido en Chignahuapan, Puebla, Capulina inició su carrera, como muchos comediantes de la época, en el mundo de la música. Cuando tenía 17 años, formó parte de la agrupación Los Excéntricos del Ritmo. Más tarde, se separó de ellos para formar, junto con René Morales y Luis Zapata, el trío Los Trincas. Este grupo tuvo participaciones continuas en el naciente Canal 2. Durante la década de los 50, Los Trincas grabaron 21 discos con un sonido que perfilaba el rock and roll. Muestra de ello son canciones como “Jinetes del Espacio” o “Boggie de Beethoveen“.
Duante su show, Los Trincas solían interrumpir las canciones para hacer breves sketches cómicos. En uno de ellos, Gaspar Henaine le reclamaba a uno de los músicos por bailar la parte que le correspondía a él. A partir de ahí, el público empezó a gritarle “Baílale, Capulina”, en referencia a una escena que tenía Cantinflas con un perro. La escena se repitió tanto, que el apodo se quedó.
Finalmente, en 1957, durante una presentación en la XEW, Capulina sería invitado a participar en el programa Cómicos y Canciones. Esto marcaría el final de Los Trincas que quedaron en el olvido, como parte de las anécdotas de los inicios de Capulina. René Morales murió en un accidente automovilístico, y Luis Zapata seguiría su carrera en otras agrupaciones.
Si bien el sonido de Los Trincas tuvo algo de novedoso en su tiempo, lo cierto es que no trascendió. O al menos eso creíamos.
Alrededor del año 2000, el musicólogo Toño Carrizales realizaba una investigación sobre la música mexicana de los años 50. Descubrió una canción no tan famosa de Los Trincas llamada “Nena“. Despues de escucharla, notó el claro parecido con uno de los clásicos del rock en tu idioma.
Así es, en 1985, un grupo de músicos y humoristas catalanes lanzaron “Em descontrolen les neurones” y su versión en español: “Quiero Una Novia Pachugona“.
Aunque la letra es bastante distinta, el robo es evidente. Y por si fuera poco, el grupo catalán tuvo a bien nombrarse La Trinca, lo cua ya es demasiada coincidencia. Más tarde la banda Toreros Muertos sacaría un cover de “Quiero una novia pechugona”, canción infaltable en cualquier recopilación de loq ue llamamos rock en tu idioma.
En realidad no queda claro cómo se cruzaron los caminos de Los Trincas y La Trinca. Pero gracias a ese misterio, ahora podemos develar a Capulina como lo que es: el gran pionero oculto del rock.