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#Ceremonia 2015: todo es culpa de Snoop Dogg. Crónica Inmamable

#Ceremonia 2015: todo es culpa de Snoop Dogg Texto de Gabriel Gómez @Chico_Calavera Fotografía de Alfredo Padilla @padre_de_todo La vida está llena de últimas veces; creo que la que escucho (y profiero) más a menudo últimamente, es la que reza: “jamás vuelvo a ir a un festival musical. Ya estoy viejo.” Y seguramente sí, seguramente […]

#Ceremonia 2015: todo es culpa de Snoop Dogg

Texto de Gabriel Gómez
@Chico_Calavera
Fotografía de Alfredo Padilla
@padre_de_todo
La vida está llena de últimas veces; creo que la que escucho (y profiero) más a menudo últimamente, es la que reza: “jamás vuelvo a ir a un festival musical. Ya estoy viejo.” Y seguramente sí, seguramente estamos viejos, nos sentimos cansados, no nos gusta estar de pie, el ruido es demasiado fuerte, empujan mucho, a veces llueve, hace calor, a veces frío y ya no nos vemos chavos.
Al sentenciar que jamás nos volveremos a parar en un festival, hay un punto que nos apena tocar, pero es la base del comentario, no conocemos a muchas de las bandas que se presentan (¿aún se les dice bandas?). No sólo que ya no somos la clase de persona que va a los festivales, ya saben; los flaquitos con pantalones skinny, playeras con cuello “V”, botas de esas inglesas muy famosas, sombreros y RayBan. De las mujeres ni hablar; ya no son la chavita que sacrifica el confort por el estilo, no son de las que usan micro shorts, vestidos súper elegantes, playeras sin mangas, etc. Una mujer de cierta edad que se aventura a ir un festival, quiere ir cómoda, con unos tenis que aguanten “la caminada”, un pantalón que cubra lo que debe cubrir, una chamarra ligera y a un wey que la cargue (a la chamarra) cuando la ocasión lo amerite.
Decidimos decir que ya no iremos a festivales porque creemos que nuestros mejores años de “reventar” han pasado, que a pesar de que “estamos y nos vemos bien”, aceptamos que la onda de ahora ya no es nuestra onda.
Por momentos, te dediques a lo que te dediques, la vida te pone a prueba; y a pesar de que yo no soy el típico reportero musical pretensioso que cree que sabe mucho de música aunque jamás ha tocado ningún instrumento, sí soy un tipo de cierta edad que ha perdido mucha de su capacidad para asimilar música nueva, debo aceptarlo, no soy una enciclopedia y realmente no me interesa serlo.
Para mi ir a reportear festivales representa un reto físico e intelectual: soy de una edad avanzada, por ende, mi cuerpo ya no responde como antes. Yo necesito llevar chamarra, zapato cómodo, gorro, bloqueador, playera para el día y para la noche, tener un listado actualizado de las bandas que se van a presentar, escuchar mínimo una canción de las bandas, las conozca o no, me gusten o no. En fin, es difícil, pero no imposible.
Otro asunto que se me complica mucho es la parte de lidiar con la demás prensa; gente que siempre se está preguntando “¿de qué medio vienes?”, “¿cuántas visitas tienes en tu blog?”, “Mi cámara es XXX”, “esa banda es buena, sólo falta que se lo crean y que den el salto…”, “cuando yo fui al festival XXX…”, en fin pinches “sabelotodos” que creen que pueden hacer caca a una banda sólo por escribir, tomar fotos o vivir pegados descargando música de la red. Los reporteros o “periodistas musicales” somos especialistas en mamonear y ser pretenciosos. Muchos nos vestimos más rockstars que los que tocan, muchos nos ofendemos más que los músicos si no nos “tratan bien”. Honestamente, me patea el hígado el medio y como se desenvuelve la gente de los medios.

Pero un día llega a la redacción de tu “medio” una invitación, tu jefe te la extiende y te habla de la confianza, el compromiso, de tu gran trabajo, de que eres el indicado para ir. Aunque la razón real por la que te manda es porque el mentado festival es hasta Toluca y nadie quiere lanzarse hasta allá por lo antes dicho: somos viejos y no conocemos tanto.
La tercera edición del Festival Ceremonia manejaba cosas que había escuchado de pasada, no lo niego. Aunque también cosas que en mi vida había escuchado y que ni pronunciar puedo, para qué más que la verdad.
Nombres como Los Nastys, The Wookies, Disco Ruido, Chet Faker y Green Velvet me sonaban, los conocía, los había escuchado y me parecían excelentes opciones para un festival que se está abriendo camino. Sin embargo, había un nombre que conocía y que en especial me llamó la atención: Snoop Dogg.
Siempre he creído que si vas a pasar penurias, debe ser por algo que valga la pena. Si vas a abandonar tu premisa de “jamás volver a un festival”, debe ser por algo grande y Calvin Cordozar Broadus Jr. (Snoop Dogg) lo era, ¡sí señor!
Armé mi equipo de colaboradores (ok, le dije al “viejo”) y planeamos el viaje.

Salir del D.F. a las 12 del día sonaba a un buen plan. Estaríamos llegando a Toluca alrededor de la 1:30, tiempo ideal para hacer check-in en la sala de prensa, dar una vuelta y ver a los Nastys.
Nuestro plan no salió tan perfecto; para ser sábado había mucho tránsito, el suficiente como para demorarnos una hora más de lo esperado y llegar al Ceremonia alrededor de las 3:30. Con la presión de entrar antes de las 4 corrimos a acreditarnos, las acreditaciones estaban mal, tuvimos que negociar y convencer. Al final todo salió bien y pasamos.
El clima siempre será impredecible, camino al Foro Pegaso hacía un calor infernal, 3 minutos antes de llegar al foro lo seguía haciendo. En cuanto estacioné el carro el sol se escondió. Parece que una nube cuelga sobre mí.
Una vez adentro del foro, y eso sí, con un acceso cómodo y rápido para la prensa, nos dispusimos a dar una vuelta de reconocimiento.
Tres escenarios bastante bien ubicados; casi entrando estaba el “Camp Roswell”, un lugar futurista que nos recordaba al Palacio de los Deportes pero en lona. Este lugar fue el que albergó a Zombies in Miami, Royal Highness y Trillones, entre otros. Ahí no me sorprendería que los ácidos rolaran sin fin. El lugar se prestaba y la música también.
Caminando un poco más hacia el frente del foro, nos encontramos el escenario principal, el Corona. En este sitio se presentaron bandas como Los Nastys, The Horrors, The Wookies y el plato fuerte de la noche: Snoop Dogg.
El último escenario que visitamos fue el “Off the Wall”, con un poco menos de espacio que el Corona, pero realmente bien ubicado. El audio era bueno y la visibilidad también.

Una vez que encontramos “la zona de trabajo”, decidimos dar un rol. El área de comida presentaba la variante de los food trucks, algo que está funcionando muy bien y que muchos de los asistentes agradecen, ya que hay gran variedad de alimentos y no solo las hamburguesas de plástico que generalmente encontramos en otros grandes festivales. Ese es un gran acierto del Ceremonia. El primero de varios que encontramos.
Cerveza se podía conseguir en cualquier lado; si estabas en los escenarios viendo a las bandas seguro encontrabas cerca de ti a algún chico dispuesto a servirte una doble por la módica cantidad de 80 pesos. El los stands era el mismo precio. Había otros sitios en los que podías conseguir tragos más elaborados, agua, refresco y lo que necesitaras.
El área de prensa siempre es un alivio-privilegio que se agradece. Un poquito de Wi-fi, bebidas, fruta, alguna botana y regalos por parte de los patrocinadores del festival son de las cosas que se deben agradecer y que hablan de la buena organización de un evento. No, no es por el hecho de que regalen cosas, es más bien por el hecho de que están preparados incluso para eso.
Sacamos equipo, nos armamos, y justo en el momento en que salíamos del área de prensa, comenzó a caer una tormenta por demás infernal. Realmente por momentos creí que el festival se iba a suspender o al menos a retrasar un poco, pero no. Los Wookies estaban en el escenario y no pararon ni un segundo. A pesar de que muchas personas sí se movieron para resguardarse de la lluvia, otras se quedaron bailando al rítmo de los del planeta Kashyyyk (vean Star Wars).
Después de la tormenta llegó la calma y ahora sí, algunos asistentes se notaban ya bajo la influencia de la sustancia de su preferencia. Los charcos que se formaron, al principio si espantaron un poco al público, no cualquiera va y mete sus Dr. Martens al lodo, aunque ya estando ahí, ¿qué más daba? Estabas en un festival en el que se permitía de todo, uno al que la gente fue a disfrutar a pesar de cualquier cambio climático que se presentara, la lluvia no fue sino un aliciente para que la fiesta comenzara con más energía.

La primer banda que vi, fue Melody´s Echo Chamber, cuyo nombre no hace justicia a cómo tocan, ya que el nombre es mucho más dulce que lo que realmente pasa en el escenario, en donde las distorsiones se dejan escuchar con fuerza a pesar de que el sonido no les convencía del todo y las fallas técnicas se presentaron en un par de ocasiones.
Le siguió Chet Faker. Este australiano que mezcla la electrónica con el trip hop lo hizo muy bien, prendió a la gente que realmente lo esperaba, aunque había varias opiniones acerca de su trabajo. Unas decían que no era para tanto. Otras que es un chingón. La verdad a mí me pareció bien.
Gracias a la recomendación de un colega (el maestro Vikingo Morales), esperé para ver a Jungle. Y vaya que si esperé, demoraron más de media hora en salir al escenario, esto causó un poco de molestia en el público, quienes decían: “¿Tienen un pinche disco y aun así se ponen de mamones?” Yo sólo sonreí y respondí con un: “así pasa.” Odio la polémica musical y más si los voy a escuchar por primera vez.
A pesar de tener la oportunidad de entrar a la valla de prensa para ver un poco más de cerca, preferí no hacer bulto y me quedé alejado en un sitio en el que no estorbara y pasara completamente desapercibido.
La banda en vivo sí es increíble, la variedad de fusiones que manejan les da un sonido fresco. Las voces se complementan de manera perfecta, esto da como resultado que suenen fuerte y limpio. El sueño.
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Ceremonia, al igual que otros festivales de este corte, ha logrado entender la fórmula de cómo se hacen las cosas; traer bandas que no son completamente mainstream, pero que tienen un público. Hacer un festival en una locación fuera de la ciudad tiene su riesgo, pero también es una buena jugada si piensas que llegas a sitios a donde los festivales que ya conocemos no llegan. Está comprobado que a la gente le gusta salir de la ciudad a conciertos, estar en otro sitio que no sea el D.F siempre da una sensación de libertad bastante especial, sin contar con que al no estar en su “zona de confort”, la gente se porta diferente, es más responsable, cuidadosa y respetuosa.
En el Ceremonia no hay aglomeraciones, no hay empujones, no se acaba la chela, los de seguridad no son unos gorilas. No te están cuidando más de lo debido y no te cortan la fiesta. A donde ir siempre hay, está la “Playa Corona”, la carpa de Vans, el axe tent e infinidad de bancas a donde sentarse a descansar. Para la lluvia también había carpas que sí hacían un real paro.
Ya para aquellos con un billete de más, estuvo la zona VIP en dónde no te mojabas porque estaba techada, el chupe estaba a la mano y no necesitabas moverte de ahí. Bastante relajado, bastante buena onda.
Tal vez sea la sabiduría que llega con los años, tal vez sea madurez o tal vez por fin lo he aceptado; pero entre más voy a festivales de este tipo, más me doy cuenta que las personas no son tan diferentes, que ser “cool” es parte del negocio, que realmente cada quién viste como puede o le gusta, y si en ese inter te puedes ver genial, pues qué mejor. Es momento de aceptar que los festivales en México cada día están más “coachelizados” y que el outfit de las personas es parte de lo vistoso de un festival. Así que si ustedes son como yo y odian “las poses” y estas cosas, en verdad es momento de aceptarlo y quitarnos esa carga que tanto nos amarga. Creanme, viviremos mejor así y hasta comenzaremos a disfrutarlo; sobre todo el outfit de las chavas.
Después de varias reflexiones llegó el momento de ver a The Horrors. Me resultaba verdaderamente interesante hacerlo, no tanto porque me guste la banda, más bien porque me gusta la evolución de su música. Cuando una banda está dispuesta a reinventarse por completo, a sonar de otro modo, a experimentar; es una banda que sin duda vale la pena ver.

Sí, ahora sí hice uso de los privilegios de ser parte de “los medios” para ver muy de cerca las primeras 3 canciones de la banda, quienes con buen sonido y unas luces muy adecuadas prendieron a su público que acepta gustoso que ya no suenen a garage y que se hayan dejado producir “bonito”. Los fans de los Horrors no pudieron pedir más.
El frío pegó con todo, ya pasaban de las 12 de la noche y el escenario Corona se empezó a llenar. Los de prensa “nos formamos” para poder accesar a la valla y poder hacer las tomas de lo que era el plato principal: Snoop Dogg.
El protegido de Dr. Dre es el que me llevó a ese festival. El mundo del Rap y Hip Hop es un mundo que me enferma por el derroche de fanfarronería y arrogancia que maneja. Sin embargo Snoop Dogg siempre me ha parecido la excepción a la regla, me parece un rapero de lo más relajado y buena onda. Sólo un personaje mítico como Snoop Lion podría sacarme de la miseria de los 30´s, para que me decidiera a sacudir el esqueleto y decir: para esto es que vivo.
Cerca de la 1 de la mañana los medios pudimos accesar a la tan mentada valla de prensa; en esta ocasión no eran 3 canciones las que nos dejarían permanecer ahí, eran solamente 2. Otro requisito era ingresar únicamente con cámara, ese brinco también lo di. Entré, me postré justo frente al escenario y esperé. He de confesar que ha sido uno de los momentos más emocionantes de mi vida.
Un bajo, una guitarra, una batería, un teclado, un DJ y 2 MC´s. Nada más y nada menos esos eran los que acompañaban al gran Doggy en el escenario. No, no iba a ser un espectáculo sampleado, donde un moreno sale y rapea a medio pelo. No. El espéctaculo de la noche fue el de un hombre que vino a dar un gran show a un sitio en donde la cultura del rap está en “veremos”.
La actitud de Calvin ante la gente no fue arrogante, fue la de un tipo que sale a hacer su trabajo lo mejor posible, con todo el respeto que una gran audiencia merece.
Snoop Dogg es un referente en el mundo si hablamos del consumo de la mariguana. De ver a Snoop bien puedes ponerte mariguano sin querer.

Su salida al escenario fue como de cuento de hadas: la banda tocaba, el humo salía, gritan su nombre y aparece, así nada más. En cuanto el hombre apareció la mariguana también, se podía oler como el Ceremonia se transformaba en el “Ceremota”. Si no has fumado mariguana y piensas hacerlo un día, debes hacerlo escuchando a Snoop Dogg.
¿Del repertorio qué puedo decir que no sepan? Puedo decir que hizo un intento por interpretar la bamba. La verdad es que eso no me gustó. Sin embargo tocó Jump Around de House of Pain, eso fue increíble. Preguntó que si a alguien le gustaba el rock, y ahí se aventó ‘I Love Rock ‘n’ Roll’ de Joan Jett and the Blackhearts. La gente se volvió loca.
The next episode fue el momento esperado por muchos. Las pipas salieron, las cámaras se guardaron, nuestro trabajo había terminado. Snoop Dogg nos había sacado de la resilencia de decir que jamás volveríamos a pisar un festival. Él era la razón, y lo volvería a hacer.
Mentiría si dijera que detesto tener privilegios al ir a un concierto, detesto tener privilegios al momento de expresar mi opinión acerca de un concierto, eso sí. Pasar rápido, ver a las bandas a medio metro de ti y que ellos te vean, realmente es la parte buena del trabajo.
¿Por qué digo esto? Porque en el afán de ser “profesionales”, muchas veces no expresamos sentimientos, no expresamos lo que nos lleva a cubrir un concierto. Son tantas nuestras ganas de mostrarnos o de ser el mejor medio, que nos olvidamos del lado humano y fanático que todos llevamos dentro. Nos enfrascamos en la música, cuando en realidad el festival es un conjunto, la música sólo un pretexto.
Si bien en algún punto del trabajo te acostumbras a el “buen trato” y a estar cerquita de famosos, yo jamás deseo hacerlo, jamás quiero escribir de un modo pretencioso y que no se entienda, deseo siempre escribir de manera que los que leen, sepan que no están solos, que yo también soy un fan, que soy un tipo de lo más normal que quiere hablar de cosas normales y que si me lo permitieran, en lugar de escribir santo y seña de un festival, sólo lo definiría con tres palabras que todos conocemos: “¡estuvo poca madre!”. La música no se trata de pretensiones vacías, no se trata de enseñarle al otro quién sabe más. La música se trata de sentimientos, los sentimientos no tienen acordes ni ritmo, los sentimientos son eso que no se puede expresar de manera presuntuosa. Simplemente los tienes y ya.
El Festival Ceremonia ya no es una promesa; el festival es una realidad. La realidad de un país que “mama” la música, que tiene público para cualquier género, que escucha, que es respetuoso, que es paciente, que se comporta.
La tercera edición del Ceremonia no pudo ser opacada por nada. Este año apostaron por el Hip Hop y al parecer las divisas fueron bastante buenas.
No puedo negar que cada vez me enamoro más de este tipo de festivales, y aunque jamás dejaré de decir que ya estoy viejo y que esta es la última, seguramente no será así, seguramente el año que entra el Ceremonia mejorará aún más, me sacará de mi retiro voluntario y diré: “ok, esta sí es la última…”. Ya en ese momento me encargaré de ver a quién culpo.
https://www.youtube.com/watch?v=SG1yXbh7knY

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