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Detengan el molino de la violencia entre Israel y Palestina, carta abierta de David Grossman sobre la última operación de Israel en la franja de Gaza

- Por: hellagone

Detengan el molino de la violencia entre Israel y Palestina
Por David Grossman
Traducido de Benjamín E. Morales
Israelís y palestinos están confinados en lo que parece una creciente y hermética burbuja. Año tras año, dentro de la burbuja, cada lado ha visto evolucionar sofisticadas justificaciones por cada acto que comete.
Israel puede argumentar correctamente que ningún país en el mundo se abstendría de responder ante incesantes ataques como los de Hamas, o a la amenaza que significan los túneles cavados desde la franja de Gaza hasta Israel. Hamas, a la par, justifica los ataques diciendo que los palestinos siguen sufriendo la ocupación y los residentes de Gaza están enfrentando la extinción debido al bloqueo impuesto por Israel.
Dentro de la burbuja, ¿quién puede culpar a los israelís por esperar que su gobierno haga todo en su poder para salvar a los niños del Kibbut Nahal Oz, o cualquier otra comunidad cercana a la franja de Gaza, de una unidad de Hamas que podría emerger de un túnel en cualquier momento? ¿Y qué se le responde a la gente de Gaza que dice que los cohetes y túneles son su única defensa en contra del poder israelí? En esta cruel y desesperada burbuja ambos lados tienen la razón, y obedecen la ley de la bubuja: la ley de la violencia y la guerra, de la venganza y el odio.
Pero la gran pregunta, mientras la guerra se desarrolla, no es sobre los horrores cometidos día con día dentro de la burbuja, sino ésta: ¿cómo es posible que juntos nos hayamos estado sofocando dentro de esta burbuja por más de un siglo? Esta pregunta, para mí, es el punto clave de este ciclo sangriento.
Como no puedo preguntar a Hamas, ni pretendo comprender su forma de pensar, pregunto a los líderes de mi país, al Primer Ministro Benjamin Netanyahu y sus predecesores: ¿cómo es posible que desperdiciaran los años que han pasado desde el último conflicto sin intentar el diálogo, sin siquiera demostrar el más mínimo gesto de diálogo con Hamas, sin tratar de cambiar nuestra explosiva realidad? ¿Por qué, en los últimos años, Israel ha evitado las negociaciones con los sectores más moderados del ala palestina, un acto que sin duda hubiera presionado a Hamas? ¿Por qué han ignorado por doce años la iniciativa de la Liga Árabe que pudo haber alineado a los estados árabes con el poder para imponer, tal vez, un acuerdo con Hamas? En otras palabras: ¿por qué los gobiernos israelís han sido incapaces, por décadas, de pensar fuera de la burbuja?
Y, sin embargo, el asalto actual entre Israel y Gaza es, de alguna manera, diferente. Más allá de la pugna entre unos cuantos políticos que avivan las flamas de la guerra, detrás de un gran espectáculo de “unidad” (en parte auténtico, en gran medida manipulado), algo en esta guerra está logrando, pienso, dirigir la atención de muchos israelís hacia los mecanismos que yacen en los cimientos de esta situación mortal y repetitiva. Muchos israelís que se habían rehusado a aceptar el estado de las cosas ahora miran hacia el inútil ciclo de violencia, venganza y contravenganza, y encuentran su reflejo: una clara y simple imagen de Israel como un estado creativo y audaz que por más de un siglo ha estado girando en el molino de un conflicto que debió resolverse hace mucho tiempo.
Si ponemos de lado por un momento los razonamientos que utilizamos para evitar la simple compasión humana hacia la multitud de vidas palestinas destrozadas por la guerra, tal vez podamos verlos también girar en el molino, justo a nuestro lado, dando interminables círculos sin sentido, entumecidos por la desesperación.
No sé lo que piensan los palestinos, incluyendo a la gente de Gaza, en este momento. Pero siento que Israel está creciendo, triste y dolorosamente rechina sus dientes, pero madura, o está forzado a hacerlo. A pesar de la beligerantes declaraciones de políticos y expertos inconscientes, más allá de los exabruptos de la derecha en contra de cualquiera que difiera con ellos, la arteria principal de la sociedad israelí está ganado sobriedad.
La izquierda cada vez está más consciente del tremendo odio contra Israel, que no surge solamente por la ocupación, y del volcán amenazante que significan los fundamentalistas islámicos para la sobrevivencia del país. También reconoce la fragilidad de cualquier acuerdo que se pudiera alcanzar en la región. Ahora cada vez más personas de la izquierda reconocen que los miedos de la derecha no son mera paranoia, sino una amenaza real.
Espero que en la derecha ahora se reconozca, aunque sea con frustración y rabia, el límite de la fuerza y que incluso un país poderoso como el nuestro no puede actuar como le plazca, que vivimos en una época en donde no existen las victorias inequívocas, solamente una ilusoria imagen del triunfo, tras la cual podemos ver fácilmente la verdad: que en la guerra solamente existen perdedores. No hay solución militar para la verdadera angustia del pueblo palestino, y mientras el ahogo existente en Gaza no se alivie, en Israel tampoco podremos respirar con libertad.
Los israelís saben esto desde hace décadas, y por décadas nos hemos negado a entenderlo en su cabalidad. Pero puede ser que en esta ocasión comprendamos un poco mejor, tal vez hemos logrado atisbar la realidad de nuestras vidas desde un ángulo diferente. Es un entendimiento doloroso y amenazante sin duda, pero es lo que podría ser el inicio de un cambio. Tal vez podría regresar la idea a los israelís de lo urgente y crítica que es la paz con los palestinos, de cómo podría ser la base para la paz con otros estados árabes. Tal vez logre retratar a la paz (ahora un concepto tan lejano) como la mejor opción, y la más segura, para Israel actualmente.
¿Un entendimiento similar emergerá en el otro lado, en Hamas? No tengo manera de saberlo. Pero la mayoría palestina, representada por Mahmoud Abbas, ya ha decidido en favor de las negociaciones y en contra del terrorismo. ¿El gobierno de Israel continuará ignorando al señor Abbas como un componente esencial de cualquier resolución? ¿Seguirá descartando la posibilidad de un acuerdo con Cisjordania Palestina para alcanzar gradualmente una mejor relación con los 1.8 millones de residentes en Gaza?
Aquí, en Israel, tan pronto como la guerra acabe, debemos empezar a una nueva asociación, una alianza interna que pueda alterar la matriz interna de los pequeños grupos de poder que nos controlan. Una alianza que comprenda el riesgo fatal de continuar el ciclo del molino; de aquellos que comprendan que nuestras fronteras ya no separan a judíos de árabes. Una alianza de gente que anhele vivir en paz a diferencia de los que se alimentan, emocional e ideológicamente, de la continua violencia.
Creo que Israel todavía cuenta con una masa de gente crítica, tanto de izquierda como de derecha, religiosa o secular, judíos o árabes, capaces de unirse (con sobriedad, sin engaños) al rededor de unos cuantos puntos de acuerdo para resolver el conflicto con nuestros vecinos.
Aún hay muchos que “recuerdan el futuro” (una frase rara, pero acertada en este contexto), el futuro que desean para Israel y Palestina. Todavía hay (quién sabe por cuánto tiempo más) gente en Israel que comprende que si naufragamos en la apatía otra vez, estaremos dejando la palestra para aquellos que desean fervorosamente arrastrarnos a la siguiente guerra, incendiando cada posible punto de conflicto en Israel mientras lo logran.
Si no hacemos esto, todos, israelís y palestinos, macilentos y enceguecidos colaboradores de la desesperanza, continuaremos dando vuelta al molino de este conflicto, que aplasta y erosiona nuestras vidas, nuestras esperanzas y nuestra humanidad.
Fuente:
http://www.nytimes.com/2014/07/28/opinion/david-grossman-end-the-grindstone-of-israeli-palestinian-violence.html?_r=0