“Creo que que este es uno de los casos de asesino serial más horrorosos y espeluznantes del que no haya habido historia en la Fiscalía de Justicia del Estado de México, no tenemos antecedente de esta naturaleza”. Esta declaración de Alejandro Gómez Sánchez, fiscal general del Estado de México, no puede tener más errores. Donde dice asesino debiera decir feminicida, y donde dice que no hay antecedentes debiera decir que es un caso que se suma a muchos. Pero el error más grande de la declaración en realidad es una omisión: ¿dónde están las víctimas?
El fenómeno del #MonstruoDeEcatepec trastorna nuestra percepción del caso para que el detenido, y no los hechos, sean el centro de atención. Entre más escabrosa la narrativa, mejor. El monstruo mataba, destazaba y guardaba los restos de sus víctimas. Éstas eran jóvenes madres solas (quien tiene un hombre que la proteja no queda expuesta al monstruo). Vendía a sus bebés y sus huesos. Se comía los restos humanos. Y, lo más importante, no se arrepiente, aunque es capaz de distinguir entre el bien y el mal.
Pero fue un niño maltratado. Un adulto que empezó a matar después de ser abandonado por su pareja. Es un enfermo mental criado en el municipio con las peores condiciones de vida en el país. Se habla de su madre y de su pareja como elementos clave de su monstruosidad. De tal forma, se presenta una fórmula perfecta que muestra los feminicidios como una serie de eventos desafortunados. Una cadena de horror que no pudo evitarse en esta sociedad descompuesta. El #MonstruoDeEcatepec somos todos en este mundo enfermo y triste.
El Fiscal Mexiquense, Alejandro Gómez Sánchez, al salir de su comparecencia, se refirió al video que circula en redes donde se observa una entrevista al presunto feminicida de #Ecatepec.#MonstruoDeEcatepec pic.twitter.com/1hLkqJKW3M
— Alfa (@AlfaDiarioMx) 10 de octubre de 2018
Pero no importa, el monstruo está preso. Lo dicen todos los periódicos. La maldad está contenida. Ecatepec está a salvo. O no, pero está lejos. Allá donde han matado mujeres desde hace años. Allá donde los feminicidios son cifras que crecen sin nombre y sin historias. Allá donde todo es tan violento y hostil que es imposible distinguir la violencia contra las mujeres como algo que merezca atención. Los dijo Eruviel Ávila, digno ecatepense, cuando fue gobernador: el Estado de México tiene cosas más urgentes que atender que los feminicidios.
Lo urgente es que Juan Carlos N está preso. Lo detuvieron mientras se investigaba las desapariciones de Arlet Samanta Olguín Hernández, Evelyn Rojas Matus y Nancy Noemí Huitrón. De Patricia N, presunta cómplice, no se sabe más que está presa por cómplice. Entre los más de 20 feminicidios que ha confesado Juan Carlos N, no se cuentan los de Arlet Samanta, Evelyn Rojas, ni Nancy Noemí. Los restos de ninguna víctima encontrados en la casa de Juan Carlos N ha sido identificada. Y es que para eso hacen falta los reactivos, las pruebas, el tratamiento de los restos, las muestras, las notificaciones a las familias en búsqueda de desaparecidas.